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Muchas pymes fracasan por tener un mal manejo financiero.


A continuación, la entrevista que me hicieron en el diario El Cronista Comercial el pasado 9 de Agosto.

Nicolás Litvinoff es economista. Este año publicó el libro ¡Es tu dinero!. En esta entrevista, asegura que la rentabilidad de una pyme puede aumentar bajando sus costos de financiamiento y da pautas concretas para que la empresa mejore su manejo financiero. Daniela Vilaró – El Cronista.

Cuando una empresa tiene ganancias surgen varias posibilidades: reinvertir dentro de la firma, repartir entre accionistas en concepto de dividendos o cancelar deuda. Pero, cuando se trata de pymes o empresas familiares, se generan conflictos de interés y el dueño no siempre sabe hasta qué punto el dinero es de la empresa o propio. Por eso, hoy es muy importante que el CEO posea también una rica cultura financiera. “En un país donde cada dos o tres años hay una crisis, movimientos importantes en los mercados, cambios en los valores de las cosas y una inflación del 20% anual, el costo de no saber de finanzas es muy alto”, advierte Nicolás Litvinoff. Y avanza: “Podés ser un muy buen gerente al tomar decisiones comerciales, detectar nichos de mercado o contratar recursos humanos. Pero si no manejás bien el tema de finanzas, el proyecto puede fracasar”.

Para un empresario pyme, ligado al mundo productivo, el entonrno de las finanzas puede aparecer como un gran casino.
En primer lugar, el mundo de las finanzas no es sólo bursátil y, por otro lado, dentro de la bolsa no hay sólo acciones, que es quizás la parte más especulativa. Tenés, además, cheques de pago diferido, que son una posibilidad de inversión cada vez más popular y que está ganando volumen. Es una buena alternativa, más barata que los bancos. Hoy, una empresa puede emitir un cheque de pago diferido, pagando un 15-16% de tasa, teniendo en cuenta los costos que tiene de garantía, y de esa manera financiarse a 10 o 15 puntos menos que un banco. Bajando los costos de financiamiento, una pyme puede aumentar la rentabilidad. Otros instrumentos son los fideicomisos, puntualmente cuando una empresa necesita capital.

¿Y cuando tiene exceso de capital?
Saber dónde invertir ese capital es crucial, porque lo puede tener en un plazo fijo o bajo el colchón, en una cuenta corriente. Así, ese dinero se va depreciando mes a mes, con lo cual la ganancia va mermando y el patrimonio de la empresa, también.

¿Por dónde empezar?
El gerente de una empresa, por más que sea pyme, debe tener conocimientos financieros. Y aunque cuente con un gerente financiero debe incrementar su cultura en la materia para ser un interlocutor válido, controlar, medir, marcar objetivos. No se trata de eludir riesgos, sino de aprender a convivir con ellos. Libros, revistas, diarios, cursos de finanzas (con sesgo práctico) son una buena posibilidad. Luego, siempre es útil contratar los servicios de un coach financiero, sobre todo para las primeras operaciones no tradicionales. A veces, sólo bajar los costos financieros de una empresa puede significar un aumento del margen de beneficios.

¿Un ejemplo de cómo bajar costos de financiamiento?
Las empresas suelen cobrar con cheques que, cuando se depositan, tienen un descuento de 1,2% en impuesto al cheque. Si esa empresa abre una cuenta en una sociedad de Bolsa, puede descargar sus cheques en esa cuenta comitente. Hay una ley que dice que cuando ese monto se va a usar para una operación bursátil, no paga impuesto al cheque. Entonces, existe una gama de productos que ofrece una sociedad de Bolsa para invertir. Muchas tienen fondos comunes de inversión (FCI) de plazo fijo, de fideicomiso, de letras del tesoro y bonos de corto plazo. Esos fondos no tienen costo de transacción y los podés tener en cartera el tiempo que quieras, incluso un día. Es decir, si cobrás $ 200.000 de clientes en cheques y si lo depositás en una cuenta en el banco, te van a descontar 1,2%. Ahora, si lo depositás en una sociedad de Bolsa y, una vez que se acredita comprás un FCI de fideicomiso y lo vendés al día siguiente, te ahorrás el 1,2%. Hay FCIs que no tienen costo alguno. Puede parecer poco, pero si tenés casi 14% de ahorro anual en montos importantes, cambia el enfoque. Es un claro ejemplo de cómo pueden bajar costos financieros, de una manera transparente.

¿Los argentinos tenemos una pobre cultura financiera?
En la Argentina, tenemos arraigadas costumbres que no son muy sanas, como gastar de más. Al haber poco crédito, muchas pymes se financian a tasas muy altas en cuevas o casas de cambio, y a veces tienen que cambiar cheques de proveedores o propios a tasas que a veces superan el 10% mensual. Para que un negocio tenga rentabilidad, cuando está financiando a tasas de 120% anual, tiene que tener márgenes altísimos. Muchas empresas, incluso sin darse cuenta, fracasan por tener un mal manejo financiero.

¿Al armar una cartera de inversiones hay que estar dispuesto a perder?
Hay que tener siempre presente una de las máximas de las finanzas: a mayor rentabilidad, mayor riesgo. Los portafolios de inversión de las pymes deben estar diversificados y con un foco especial en el ahorro financiero en cuanto a los costos de financiación. Por eso,la persona debe tener conciencia de cuáles son las necesidades de capital que va a tener en los próximos meses. Si lo va a necesitar en el corto plazo, es distinto. Si va a invertir en acciones, debe estar dispuesto a que ese patrimonio fluctúe un 30 o 40% hacia arriba o hacia abajo, lo cual es un número muy importe. Entonces, hay que estar dispuesto a perder cuando invertís en acciones. Con otros instrumentos no, como los bonos. Una empresa puede tener una cuenta en el exterior, es legal y, por caso, invertir en un mercado como el estadounidense con costo bajísimo.

¿Hay un capital mínimo para empezar?
No me gusta hablar de mínimos. Se puede abrir una cuenta en una sociedad de Bolsa por $ 2.000; o una una cuenta en un broker online a partir de los u$s 3.500. Siempre es útil empezar a hacer ese tipo de cosas.

¿En qué recomienda invertir?
Los FCI, sobre todo los de fideicomiso, van aumentando el valor de la cuota parte todos los días y tienen una tasa anual del rendimiento aproximadamente del 13%. Siempre los recomiendo porque tienen una tasa apenas superior a la de un plazo fijo y liquidez en 24 o 72 horas.

¿Y en cuanto a sectores?
En el largo plazo, la nanotecnología es una industria que tiene un gran potencial. En algún momento debería haber una explosión también en el sector de biotecnología y el sector bancario, que está muy castigado, tendría que recuperar. Son cosas, de todas maneras, que hay que ir actualizando constantemente.

Tras el último crack, los mercados tienen muy mala imagen. ¿Hay que seguir invirtiendo?
La Argentina tenía una pésima imagen (y con toda razón) a la salida del default del 2001 y los analistas decían que iba a pasar muchísimo tiempo antes de que algún inversor extranjero volviese a invertir en el país. Menos de dos años más tarde, llovían capitales seducidos por tasas de rentabilidad altísimas. Los inversores no son de ofenderse, y si lo hacen, se les pasa bien pronto cuando ven oportunidades de ganancias extraordinarias.

La mala imagen de los mercados de capitales por la crisis del 2008 ya está bastante olvidada, en parte por la suba del 24% que tuvo el S&P 500 (índice que mide las acciones líderes americanas) en 2009. Para mí, la única opción es tener el dinero trabajando y que vaya rindiendo intereses todos los meses. Más o menos, pero rindiendo.

El factor emocional
En su libro ¡Es tu dinero!, de editorial Granica, Nicolás Litvinoff refuerza la cuestión del autoconocimiento personal a la hora de encarar una estrategia financiera. Por eso, los dos primeros capítulos tratan sobre finanzas del comportamiento, es decir cómo influye la parte emocional dentro de las finanzas.

En este camino para definir qué tipo de inversionista es cada uno, toma un esquema elaborado originalmente por el gurú de los negocios, John Burley, quien clasificó seis tipos de personas que quieren hacer negocios con su dinero. El esquema contempla: los deudores (resuelven sus problemas de fondeo pidiendo dinero prestado); los ahorristas (ahorran pequeñas sumas y las colocan en instrumentos de bajo riesgo y corto plazo, pensando en consumo futuro); los “inteligentes” (estereotipo bajo el que se reúnen profesionales que consideran al mundo financiero sumamente complejo, desconfiados de toda inversión o jugadores que se acercan al mercado como un habitué al casino); los amantes del largo plazo (su principal virtud pasa por la planificación financiera y la seriedad con la que evalúan riesgos y retornos esperados); los sofisticados (con gran experiencia en el mercado, se concentran en pocas operaciones que conocen bien) y los capitalistas (su objetivo es incrementar su riqueza, saben manejar el riesgo y obtener ganancias incluso sin arriesgar capital). Una guía para, primero, saber dónde estamos parados y, luego, para definir dónde queremos llegar.


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