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Perder o dejar de ganaaaaar.


Cuando un inversor se acerca al mundo de la bolsa por primera vez, es natural que se sienta deslumbrado ante un universo de posibilidades infinitas: rentabilidades de dos dígitos en un día (por ejemplo, para las opciones y algunas acciones volátiles), historias sobre traders que ganan más del 100% por año operando intraday, y  servicios de recomendaciones de operaciones que prometen retornos astronómicos y presentan track records bastante dudosos lo bombardean vía email creando la sensación de que el dinero fácil está a la vuelta de la esquina.

Es muy común (no sabría explicar bien porqué) que incluso los primeros trades que realice un inversor novato salgan bien: será la suerte de principiante, que le dicen.

Y es allí cuando generalmente ocurre algo que para mí es muy importante entender y que está intrínsecamente relacionado con la parte emocional del trading: el inversor decide “tomar ganancia” para ver azorado como la acción que vendió sigue trepando e incluso acelera su ritmo de suba, dejándolo con un sabor amargo que es más fuerte incluso que la alegría por haber ganado dinero.

Para ponerlo en números: compra acciones de XYZ a $33,  vende en un breve lapso a $36 (casi 10% de ganancia) y al poco tiempo de venderla el precio se dispara a $42.

Que sucede ante esta situación?

La mayoría de las veces se me acercan inversores desconsolados, muchas veces muy pero muy tristes, diciéndome que están “perdiendo” un montón de dinero. Cuando les pregunto cuál fue la operación que salió mal, me narran con voz grave la situación que acabo de describir.

En vez de estar felices porque se ganó un 10% en poco tiempo, la sensación reinante es de tristeza por el casi 20% que se perdieron por haberse “apurado” al vender las acciones.

En primer lugar, lo que trato de explicarle al protagonista de esta historia es que no confunda “perder” con “dejar de ganar”, que son dos cosas muy distintas.

“Dejar de ganar” es una situación a la cuál estamos expuestos todo el tiempo ante variaciones de todos los activos financieros que podríamos comprar pero no lo hacemos y suben de precio.

“Perder”, en cambio es otra cosa. Perder es haber comprado acciones que luego se destrozan y no dan posibilidad de recupero, perder es tener que realizar una pérdida al haber comprado a $33 y vendido a $27. Perder es ver como el saldo de tu cuenta disminuye inexorablemente…no como aumenta, como en el caso citado!

Lo peor de todo es que por más que le explique con la mayor paciencia posible todos estos argumentos, es muy probable que mis palabras entren por un oído y salgan por el otro y ocurra lo siguiente: sin poder reponerse aún del dinero “perdido”, el inversor compra otro papel, XYX, a $15. La suerte de principiante sigue activa, y al poco tiempo XYX vale $16.50.

-“Pero esta vez no voy a PERDER, esta vez no me voy a apurar. Voy a dejar correr la ganancia, esta vez no vendo hasta los $20”-piensa nuestro amigo, sacando cuentas mentales anticipadas de cuanto será su ganancia.

Ya se dio cuenta el lector como sigue esta historia? XYX comienza a caer y vuelve a $15, pero el inversor no vende (“no vendí a $16.50, menos ahora!”, piensa) y luego ve inexorablemente como el papel se destruye hasta que, no soportando más el dolor de su primera pérdida REAL, decide venderlo a $10.

Este ejemplo obviamente produce emociones encontradas, primero codicia, luego miedo, y en el medio un tendal de secuencias donde se pasa de la euforia a la depresión en poco tiempo.

No es raro que luego de esto el susodicho decida que este es un mundo muy complejo y abandone para siempre la partida, volviendo a la seguridad (ficticia) del plazo fijo bancario.

Como puede evitarse todo esto? La respuesta es tan simple que cuesta creerlo: entendiendo, en primer lugar, que hay un mundo de diferencia entre “perder” y “dejar de ganar” y aprendiendo luego que cada uno tiene que hacer su negocio y dejar que los otros hagan el suyo.

Comprar en el mínimo del año y vender en el máximo es el sueño de muchos, pero no hace falta llevarlo a cabo para ganar dinero en el mercado.

Solo necesitamos de un poco de sentido común.


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