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Texto de mi charla en la Feria del Libro 2011, La inflación y nuestros ahorros.

La inflación y nuestros ahorros.

i) La mirada de los otros.

“Hay un chiste internacional que dice que un argentino lleva a su hijo a Disney no para que conozca a Mickey, sino porque ya va siendo hora de que Mickey lo conozca a él”.

Esta es una selección extraída de foros en la web acerca de cómo nos ven en el exterior:

Son seductores, creen que todo lo mejor del mundo se encuentra en Argentina, son poco tolerantes a la frustración, creen que lo saben todo, son extremadamente vanidosos (de ahí el numero tan alto de anoréxicas y bulímicas en este país). No se creen sudamericanos, les molesta que se les diga así, se creen superiores al resto de Latinoamérica. Son muy agresivos por lo mismo que son apasionados. Son arrogantes, ese es su peor defecto. Se creen que se las saben todas, y pregonan que argentina y ellos son lo mejor.

Y esta es una selección de respuestas-defensas elaboradas también por bloggers
Argentinos en distintos foros:

El argentino es una persona culta, que cuida su aspecto personal, se interesa por obtener conocimientos, es trabajador.
Le gusta vestir bien y somos exitistas, es verdad, y después nos olvidamos, pero es típico de una sociedad que varía constantemente.
La gran mayoría toma sedantes para soportar las presiones laborales, tenemos una vida agitada, más los porteños, a veces ni salimos a comer a mediodía. No confiamos en nosotros mismos, pero es porque nos ponen trabas para todo, sacar un pasaporte nos cuesta, tener una casa nos cuesta, todo nos cuesta y es terrible porque nuestra mentalidad es tan abierta que no concebimos que nos pase esto.
No es que no nos creamos sudamericanos, de hecho si somos argentinos somos sudamericanos, pero hay que reconocer que fue el país donde recalaron más los europeos de la época de la colonia.

Luego de conocidas estas características, que seguramente resonarán en más de uno, cabe preguntarse como se trasladan a lo concreto de la vida cotidiana y, en este caso y por ser mi especialidad, específicamente al ámbito del dinero y los hábitos de consumo, ahorro e inversión.

ii) Nuestros hábitos monetarios: el consumo.

Según lo visto anteriormente, parecería ser que la arrogancia, la soberbia y el “pensar que la sabemos todas” son rasgos característicos de nuestra personalidad como Argentinos.
Ahora bien, si esto fuese así, pensando en una economía capitalista (aunque cada vez menos, hay que reconocerlo) cabria pensar entonces que sabemos muy bien como manejarnos con el dinero. Podría pasar que el país en su conjunto no lo sepa, podemos culpar a nuestros gobernantes (otra característica muy Argentina también) de las crisis cada 10 años que hemos vivido, pero nosotros, a nivel microeconómico, que somos tan inteligentes, deberíamos saber muy bien como administrar y gestionar nuestro patrimonio financiero.
Para entender el tema del consumo, cito extractos de una nota titulada “Los argentinos sienten que el dinero no alcanza para cubrir las aspiraciones de consumo” publicada por Infobae en Enero de este año.

“De acuerdo a una investigación de CERX a la que tuvo acceso iProfesional.com, el 72,7% de los hogares argentinos dice que gana menos de lo que necesita para subsistir, empujado por mayores aspiraciones de consumo y un ingreso que crece, pero no le gana a la inflación.
¿Por qué sienten que el dinero no alcanza?
1) Pérdida de poder adquisitivo: la aceleración inflacionaria de este año impide materializar las mejoras nominales de ingresos en mejoras reales, generando percepción de empobrecimiento. Se suma la frustración de recibir aumentos y al poco tiempo comprender que ese mayor ingreso no posiciona mejor que antes al hogar, sino que solo ayuda a sostener el estado previo.
2) Expansión de la frontera de consumo por inflación: las expectativas inflacionarias empujan a muchos hogares a ampliar su canasta de consumo como parte de la estrategia para ganarle a los precios. Una vez que la canasta se amplió, intentan sostenerla, y la toman como referencia para marcar su nueva canasta de subsistencia. Algo similar sucede con las mejoras nominales de ingresos.
3) Expansión de la frontera de consumo con financiamiento: el consumo financiado creció sostenidamente en los últimos meses, volcándose muchas familias a un consumo financiado a mediano y largo plazo, pese a que sus previsiones o expectativas de ingreso son de corto plazo. Esto, en principio parece ventajoso, porque se cree estar ganándole a los precios, pero resulta un limitante en muchas familias si sus ingresos reales no evolucionan o se retrasan según lo previsto.
4) Dificultades para acceder a bienes esenciales: ocurre principalmente con la vivienda, que se transformó en un inaccesible para la mayor parte de la sociedad. Se trata de un bien de alta incidencia en las valoraciones subjetivas de bienestar y pobreza de los hogares.
Por otro lado, hay causas relacionadas a la dinámica social:
5) Cambios de la canasta de subsistencia según escala de ingreso: a medida que se sube en la escala de ingresos, los hogares amplían la canasta que consideran de subsistencia, incluyendo una mayor cantidad de bienes y servicios que son registrados como esenciales para mantener un estándar de vida básico o subir en la escala social. El consumo por debajo de estas pautas mínimas, determina la percepción subjetiva de pobreza, ligada al consumo insuficiente.
6) Tendencias sociales: la sociedad moderna crea necesidades de consumo cada vez mayores y más frecuentes, y dentro de un clima de estímulo a las compras, impulsan a los hogares a ampliar su umbral de necesidades de subsistencia, incluyendo bienes y servicios que en otro contexto, podrían considerarse superfluos o suntuarios. Ampliado el umbral de necesidades, mayor es el grado de insatisfacción si se frustra ese consumo”.

iii) Nuestros hábitos monetarios: el ahorro y la inversión.

Cito extractos de la nota titulada “Sin incentivos al ahorro, los que tienen un peso de más lo gastan” publicada por el diario Clarín en octubre del año pasado:

Frente al constante aumento de los precios y los escasos incentivos al ahorro que ofrecen las tasas de interés en los bancos, la mayor parte de la gente que tiene capacidad de ahorro, hoy prefiere guardar el dinero en su casa o destinarlo al consumo .
A esta conclusión llega el último sondeo sobre Expectativas Económicas que realizó, entre el 23 y el 29 de setiembre, la Escuela de Economía de la Universidad Católica (UCA) junto con la consultora TNS Gallup.
Al preguntar a un universo de más de 1. 000 entrevistados sobre la mejor alternativa para su dinero, en caso de que tuvieran ahorros disponibles, la encuesta detectó opiniones divididas. “ El 23% considera que la opción más conveniente sería destinar el dinero al consumo; otro 20% guardaría los pesos en su casa; un 13% depositaría los pesos en el banco; otro 12% compraría dólares y los guardaría en su casa; y el restante 9% compraría dólares y los depositaría en el banco”, consignó el estudio.
En este punto, el sondeo captó que la preferencia por guardar los pesos en el hogar aumenta a medida que resulta menor el poder adquisitivo: “27% en la clase baja, 18% en la media y 14% en la alta”, mientras que la opción de guardar los dólares en “el colchón” predomina en los sectores más altos: “22% en la clase alta versus 6% en la clase baja”, señaló el trabajo.
En el 2010, el porcentaje de las familias que ahorraban era del 14%, cuando el año anterior llegaba al 19%, según los datos de la Fundación Mercado.
Según el sondeo que lleva la entidad, el 87,3% de los entrevistados aseguró que “no ahorra”, en tanto el 8,5% dijo que lo hace “periódicamente” y el 4,2%, “eventualmente”. En cuanto al perfil de esos pocos ahorristas, según el sondeo de setiembre, una de las principales alternativas elegidas resultó la compra de dólares por fuera del sistema financiero (para el 25,8% de los entrevistados). En tanto, los plazos fijos fueron elegidos por el 13,8% de los consultados.
La “seguridad”, es el motivo más invocado de la selección entre las alternativas de ahorro, seguido por la “comodidad” para el 28,3%. Y la pregunta ¿para qué ahorra? es respondida por la mayoría para cubrir “contingencias”.
Históricamente los argentinos destinaban entre el 20 y 25% de sus ingresos al ahorro. Con los años, el porcentaje se fue reduciendo hasta llegar al promedio actual del 16%. La Argentina crece a tasas chinas pero la gente ahorra a tasas argentinas”, dice el economista Oscar Liberman.

iv) Conclusiones y apertura al debate.

Me parece que, con semejantes estadísticas sobre la mesa, pareciera que la imagen que tenemos los argentinos de nosotros mismos dista “apenas” de la realidad: no sabemos ahorrar y mucho menos invertir.
Podemos hablar de la caída del modelo agroexportador, la crisis del 30, la irrupción del peronismo y, más tarde, el rodrigazo, Martínez de Hoz, el auge del capital financiero y hasta del menemismo como sacudones que marcaron quiebres y cambios en esta relación difícil entre los argentinos y el dinero.
Pero lo cierto, lo concreto, es que con una inflación del 25% anual en el mejor de los casos, pareciera ser que guardar pesos (o hasta dólares) debajo del colchón es algo así como un “suicidio financiero”.
Probablemente, esa arrogancia que tanto nos critican, sumado a las falsas creencias de pensar toda inversión financiera en la Argentina como una “timba” no esté haciendo perder algo, sea el árbol que nos tapa el bosque.
Los invito a que reflexionemos juntos sobre las causas y las potenciales soluciones a este tema.

Nicolás Litvinoff
Conferencia en la Feria del Libro, 27 de Abril de 2011.


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