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Como ganar dinero haciendo lo que te gusta.

Desde que tengo uso de memoria (pero de manera cada vez más frecuente en los últimos años), cada vez que conozco a alguien y comenzamos a hablar del trabajo, recibo del interlocutor ocasional una suerte de queja, posibilidades de cambio a futuro que nunca se materializan y excusas que lo llevan a “estar donde está ahora”, laboralmente hablando.

“No está mal” o “muchos quisieran tener este trabajo” son algunas de las frases que se pueden escuchar también en el mejor de los escenarios, pero convengamos que las mismas no son justamente una declaración de felicidad o alegría hacia lo que se está haciendo.

¿Por qué siento que la mayoría de la gente se autoconvence de que la vida tiene que ser difícil, sacrificada, y se resigna a pasar 9 horas por día en una cárcel laboral mortalmente aburrida a cambio de fines de semana de esparcimiento y 15 días de vacaciones por año? ¿Nunca el lector se puso a pensar cuáles son las causas por las que más del 90% de las personas experimentan una creciente insatisfacción laboral que los hace infelices la mayor cantidad del tiempo?

Yo me lo pregunto y lo pregunto a diario, y escucho respuestas tan descabelladas y superficiales, pero a la vez socialmente aceptadas, como salario bajo, mala relación con compañeros o jefes, escasas o nulas posibilidades de promoción, dificultad para adaptarse al ambiente laboral o falta de reconocimiento, entre otras cuestiones.
Mis reflexiones sobre el tema me llevan a pensar que el origen de la infelicidad laboral no tiene nada que ver con las cuestiones enunciadas, sino con un tema más profundo y hasta existencial.

Trabajar en proyectos ajenos.

¿Puede uno pretender sentirse realizado o feliz cuando emplea el 70% del tiempo disponible en la propia vida trabajando para llevar adelante proyectos ajenos?
Mi respuesta es un rotundo no.

En todo caso haremos más feliz al dueño del proyecto, pero la sensación de insatisfacción no hará otra cosa que crecer en nuestro interior mientras, desde la ventana de nuestra oficina, miramos la vida pasar.

Mantenerse ocupado con la rutina del dinero (trabajar para llegar a fin de mes, trabajar para comprar la casa, cambiar el auto o irse de vacaciones) y fingir que con eso se cura todo, sólo creará una distracción artificial constante que impedirá ver que lo que uno hace no tiene ningún sentido. Lejos de aportar al incremento del bienestar personal, sólo agrega ansiedad y la sensación creciente de estar perdiendo el tiempo y “los mejores años de nuestra vida”.

Trabajar en proyectos ajenos es la mejor manera de seguir posponiendo nuestro deseo y la búsqueda de la propia potencia, que es aquella que se encuentra solamente cuando uno hace lo que realmente le gusta.

Trabajar en proyectos propios.

En mi caso particular, en la actualidad sólo dedico tiempo a trabajar en proyectos propios, aunque no siempre fue así: he pasado por trabajos en los cuales los minutos parecían horas y las horas, días; y llegué a preguntarme si era posible morir de aburrimiento.

De alguna manera me las pude ingeniar para abandonar las conversaciones de imposibilidad, pegar el salto de pasar de vender horas a vender talento, y trabajar así sólo en proyectos personales y escalables, que me aportan entusiasmo y ganas de crear, de manera constante, en mi vida.

Para poder comenzar a trabajar en tus propios proyectos, lo primero es encontrar una musa o fuente de inspiración. Para ello primero debemos conectarnos con nuestros verdaderos deseos, que se encuentran enterrados muy profundo en nuestro interior tapados por capas y capas de alienación laboral y rutinaria.

Yendo a la práctica, el camino más fácil pasa por satisfacer una demanda (crearla es más difícil). Crear un producto y luego buscar a quien vendérselo puede resultar, pero seguramente sea más complicado que encontrar un mercado y luego buscar o crear un producto para él.

Para ello, veamos 3 sencillos pasos para ganar dinero haciendo lo que te gusta:

1) Elegir un nicho de mercado conocido en el cual puedas operar.

Para eso lo más efectivo es hacerse preguntas como: ¿a qué grupos sociales, sectoriales o profesionales pertenezco, pertenecí o conozco? (ya sean ingenieros, pediatras, deportistas, músicos, amas de casa o cualquier otro).

Luego, pensá qué necesidades no satisfechas detectaste según tu propia experiencia. No te juzgues en este paso y buscá hacerlo de la manera lo más imaginativa posible.

2) Creá un producto y vendélo por Internet.

Internet presenta en la actualidad el mejor camino para testear y luego vender un producto debido a sus bajos costos de entrada y su alcance masivo.

En lo posible, el beneficio debe poder explicarse en una sola frase. Un ejemplo es el iPod de Apple, que salió a la venta bajo el slogan “1.000 canciones en tu bolsillo”. Si encontrás la frase, tendrás la mitad del éxito asegurado.

Una primer forma de testear la demanda para tu producto es utilizar las redes sociales (Facebook, Twitter, Linkedín) para publicitarlo primero entre tus contactos y luego con publicidad paga. El siguiente paso es usar la publicidad de Google Adsense como canal promocionar.

3) Vender intangibles o productos que no demanden mucho tiempo de fabricación.

El escenario ideal es encontrar un producto intangible que no tenga servicio post-venta para ofrecer, de manera tal que los beneficios sean escalables. En caso de poder elegir, es recomendable vender algún servicio que pueda ser automatizado con el fin de poder venderlo a gran escala sin limitantes en la producción. En esta línea, los rubros web de mayor crecimiento corresponden a los cursos online (que tienen un abanico potencial de clientes enorme al no haber limitaciones geográficas) y los eBooks, que cualquier persona puede escribir y luego comercializar a un costo ínfimo.

En caso de que el producto sea tangible, es recomendable que no lleve más de 3 o 4 semanas de tiempo fabricación y, dadas las condiciones actuales de nuestro país, que no requiera insumos importados, para evitar los cuellos de botella y logre cumplir con la demanda.

Pero el paso anterior a todo esto pasa por encontrar los miedos y las creencias disfuncionales que te están llevando a seguir postergando este camino. Si otro lo está llevando a la práctica ahora, vos también podés hacerlo.

La orientación vocacional que sigue la línea de esta columna es: “pensá lo que te gusta hacer y luego encontrá personas que estén dispuestas a pagar por ello”.

Hacía allí vamos.


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