Ir al contenido

Ahorrar o consumir, esa es la cuestión.

Luego de largas negociaciones y algunas características de culebrón venezolano, los trabajadores de la provincia de Buenos Aires finalmente han cobrado su medio aguinaldo, y no pareciera haber muchas dudas sobre qué hacer con ese dinero: vacacionar, cambiar los muebles, comprar ropa o cualquier otra opción de consumo, ya que con la imposibilidad para comprar dólares, es como si los pesos “se derritieran” en las manos de quienes los reciben.

Dado que todos están consumiendo, creeríamos entonces que esa es la única alternativa posible. Es normal pensar que lo que hace la mayoría está bien, e incluso es muy común creer que si todos están yendo en la misma dirección, no tiene sentido que uno encare para otro lado. Instinto de manada, que le dicen, pero esto tiene también su explicación científica, basada en nuestro instinto animal de supervivencia: una liebre sola es una liebre muerta.

La política económica en la Argentina, en estos momentos, es más que clara: se trata de mantener la economía recalentada cueste lo que cueste. Para ello, se necesita que la gente gaste, consuma, compre y pida prestado (aunque no necesariamente en ese orden).

Esto es bueno para el país: un ciclo de consumo creciente trae aparejado aumento de la demanda, que a su vez genera aumento en la producción, mayor actividad industrial, mejora de empleo, etc., hasta entrar en un círculo virtuoso .

De la vereda de enfrente tenemos la paradoja del ahorro. El ingreso total de la población es igual a la suma de los ingresos de sus individuos. Dado que el ingreso personal puede ser destinado al consumo o al ahorro, y que el consumo forma una parte esencial de la demanda agregada — que financia el ingreso global a través de rentas y salarios — si aumenta el porcentaje de ahorro, lógicamente el consumo disminuirá, por lo que disminuirá aún más la demanda agregada y, consecuentemente, el ingreso global, lo cual hará que caiga el ingreso personal. Al caer el ingreso personal, cada individuo habrá de dedicar un mayor porcentaje de su renta a ahorrar para poder seguir ahorrando lo mismo en términos absolutos. Ello reducirá aún más su consumo (ya de por sí reducido por la caída de la renta) por lo que los ingresos serán aún más reducidos y así sucesivamente al punto que algunos o muchos deberán utilizar sus ahorros a fin de solventar la disminución en ingresos.

El gobierno parece abonar esta teoría y toma en base a ello una decisión un tanto controversial: al prohibir la compra de dólares (principal moneda utilizada para canalizar excedentes de dinero en términos históricos por parte de los Argentinos) se corta el puente principal de ahorro y con ello de alguna manera se obliga a caer en el consumo indiscriminado de lo que sea, con tal de que los pesos que se cobran no pierdan valor rápidamente.

¿Dónde está el problema? A mi juicio, en un aspecto muy sutil, algo polémico tal vez pero que es necesario entender:

Muchas veces, lo que es bueno para la sociedad en su conjunto no es bueno para uno mismo.

Y aunque esto suene como una contradicción (al fin y al cabo, alguien podría argumentar que la sociedad no es ni más ni menos que la sumatoria agregada de los comportamientos individuales de cada uno de nosotros), es de vital importancia para la salud de nuestras finanzas personales y nuestros anhelos de independencia financiera percatarse de ello.

Los fantasmas y el estímulo: inflación y cómodas cuotas.

Que la inflación es un tema importante en nuestros días, no cabe duda. A la inflación la sentimos en la piel, cuando vamos al supermercado o en cualquier otra transacción comercial.

Tenemos las publicidades que nos incitan a comprar en 50 cuotas sin interés (no se ilusionen, acá nadie regala nada, la expectativa de inflación está metida en el precio que terminan pagando por el nuevo electrodoméstico si lo comparan con su valor en efectivo) o los descuentos de las tarjetas de débito en shoppings y supermercados. Todos los caminos conducen a Roma: consumir, consumir y consumir.

Eso es lo que necesita la economía, es lo que necesita el país. Y el efecto manada hace que la gente entre en este juego de comprar, aún sin necesidad, para acceder a cuotas y descuentos o para que la inflación no se “coma” los ahorros.

Ahora bien, dónde quedó la libertad del ser humano en cuanto a su poder de elección? En esta vorágine de gastos, préstamos y consumo, hay lugar para que unos cuantos se salgan del rebaño y busquen su propio camino, resistiendo la presión de un marketing agresivo que nos quiere hacer creer que el dinero quema y que no queda otra que gastarlo.

Ahorrar = invertir (haz lo que yo digo pero no lo que yo hago)

Mientras el gobierno nos incita a gastar, se dan a conocer cifras acerca del nivel de reservas en dólares del Banco Central, que se encuentran en valores históricamente altos.
Si se logra asomar la cabeza sobre el agua, se verá que existen opciones de inversión que van desde el 7 al 35%, en pesos.

En el rango inferior tenemos los plazos fijos y en el superior préstamos a Pymes respaldadas por mutuos. En el medio podemos encontrar fondos de fideicomisos y bonos del gobierno nacional en pesos con vencimientos largos, junto con otra gama interesante de opciones (departamentos amueblados para alquilar a turistas que se cobran en dólares y muchas otras más).

Claro, nadie nos va llamar a nuestra casa para decirnos que existe una Pyme muy sólida que necesita dinero y paga un 35%, pero créanme que las oportunidades están y es solo cuestión de buscarlas, instruirse, averiguar, preguntar, ser curioso.

Pero para llegar a esto, primero hay que tomar la decisión de no entrar en la manía de consumo y pensar antes en cada peso/dólar que entra en nuestro poder como un empleado que trabajará junto con otros para nuestro beneficio. Prueben pensar en cada 10.000 pesos que ganan como $150 pesos más por mes de ingresos pasivos (que es lo que lo podríamos hacer rendir invirtiéndolo al 18% anual en un mix de las opciones antes citadas) en lugar del nuevo Iphone?

Para los que extrañen la seguridad de la divisa americana, es bueno saber que existen alternativas legales para comprar dólares, como emisiones de bonos del propio gobierno que paga sus cupones (intereses) en dólares físicos que se retiran de la sociedad de bolsa con la cual se decida operar. Algunos ejemplos son: A17 (Bonar 10), RO15 (Boden 2012), TBPA (Cupón atado al PBI en dólares legislación argentina), RG12 (Boden 2012), RA13 (Boden 2013).

También existe la opción de comprar oro, que si bien presenta ciertas restricciones para su expendio en los bancos del estado, se opera activamente en lo sitios de subastas online como Mercado Libre.

Hoy, más que nunca, es necesario diferenciarse y comenzar a construir el futuro de una manera más “outsider”. La disyuntiva es trabajar para consumir productos que nos dan una felicidad frágil y efímera o trabajar para dejar de trabajar y disfrutar de otras cosas a tiempo.
No hay margen para errores y lo que está en juego es, ni más ni menos, la tranquilidad y el devenir económico personal.

Esta nota fue escrita por Nicolás Litvinoff y publicada en el diario La Nación el día 31 de Julio de 2012.


¿Quiere que el dinero se transforme en una fuente de satisfacción en vez de una fuente de preocupación en su vida?

Aprenda a salir de deudas, generar ingresos pasivos en su economía doméstica e invertir con éxito en la Bolsa de la mano de Nicolás Litvinoff en los cursos online de Estudinero! ¡Reserve su vacante!
Descuento activo: -20% off*

¡Anótese ahora y comience de inmediato!
Ingrese al siguiente link con su tarjeta de crédito a mano para completar la inscripción:


Finanzas PersonalesbolsaWarren BuffettBitcoin y Criptoactivos


Por dudas y consultas, escribir a cursos@estudinero.org

“Le enseñamos a generar sus propios VAIs (Vehículos Automatizados de Ingresos).”