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Inflación, dólar, tasas bajas…porque no ahorran los Argentinos?

Mi teoría es que el motivo por el cual los argentinos en general no ahorran no tiene nada que ver con la inflación, ni con la inestabilidad económica y mucho menos con el aumento del dólar.

Me atrevería a decir incluso que no está relacionado con la baja cultura financiera de la población, sino que esto es consecuencia de las razones primarias que llevan a pensar en el gasto/consumo como única posibilidad luego de cobrado el sueldo.

De hecho, yendo más en profundidad, el motivo de esta conducta ni siquiera es local. Es decir, no se limita solamente a los argentinos sino que es algo común a nivel global, estemos hablando de países subdesarrollados o incluso de grandes potencias.

La gente no ahorra porque no tiene claro para qué ahorrar. Basa su conducta en temas de dinero que escuchó hace algún conocido, lo que aprendió hacían los padres en su casa o en las recomendaciones del analista de TV de turno (que tiene sus propios intereses para recomendar lo que recomienda).

De tal manera, al no haber una causa la intención de ahorrar se debilita y los tímidos intentos terminan desvaneciéndose ante el nuevo modelo de celular, los muebles para la casa o el viaje para las vacaciones de verano.

A continuación veremos 3 simples pasos para aprender a ahorrar, que seguramente le servirá a mucha gente para evitar la angustia que genera la sensación de escasez de dinero y la falta de un respaldo económico para afrontar crisis y demás escenarios adversos.

Primer paso: Encontrar la causa justa.

Esta es la piedra angular de todo y la causa a la cual hacía referencia en líneas anteriores.
Básicamente se puede separar en tres tipos de ahorro:

1) Ahorro para consumo (comprar un coche, vacaciones, electrodomésticos, etc.)
Este es el concepto de ahorro que tiene en sus cabezas el 90% de la población y es sencillamente el más básico de todos.

Siempre es mejor ahorrar que no hacerlo, aunque estemos en el esquema de ahorro para consumo. Como positivo podemos remarcar que ayuda en lo referente a la “gimnasia” necesaria para lograr un excedente entre el dinero que ingresa y el que se gasta.

Pero es necesario advertir que este es un camino que no tiene final feliz, ya que además del vacío que produce la fiebre consumista, la mayoría de lo comprado no nos servirá luego para afrontar situaciones límites como las que se verán en el siguiente punto.

La causa de este tipo de ahorro es material y fugaz, como lo es la satisfacción que obtenemos al comprar algo nuevo. El fracaso para la mayoría de quienes siguen este camino radica en no poder conservar dinero en los bolsillos a fin de mes.

2) Ahorro como fondo de emergencia para obtener seguridad ante imprevistos.
Toda persona que se considere responsable debería tener ahorrado y al alcance de la mano un monto que le permita cubrir sus gastos por un lapso de 4 a 6 meses.

Esto otorga la tranquilad necesaria como para hacer frente a despidos, robos y otras eventualidades.

Este tipo de ahorro es considerado finito, ya que una vez que se alcanza el monto (que debería ser previamente calculado) no tiene sentido tener más capital “cash”, es decir, capital no invertido.

3) Ahorro para invertir y generar dinero con ello.
Cuando la causa es ahorrar para generar ingresos pasivos o residuales (esto es, un flujo de ingresos por el cual no haya que trabajar y se cobre todos los meses) la situación cambia bastante. Esto se logra en cuando se invierte el dinero en acciones, bonos, inmuebles o cuando se crean patentes o se otorgan franquicias sobre un negocio de nuestra propiedad, entre otros ejemplos.

Lamentablemente, parece que somos muy pocos lo que pensamos que ello es posible y operamos en consecuencia.

Porque sucede esto? Pueden ser varias las razones, pero una de las más potentes es que estamos contaminados con la teoría del sacrificio, que dice que es imposible ganar dinero si uno no se está “sacrificando” para ello. La culpa que genera en nuestro imaginario la idea de que alguien nos pague por no hacer nada (que es errónea porque toda inversión conlleva un riesgo y la rentabilidad es un premio por asumir el mismo) hace que en muchas ocasiones la gente descarte este camino sin siquiera intentarlo.

2 paso: Nunca más la frase “No sé en que se me va el dinero”.

Una vez definida la causa, el siguiente paso se refiere a registrar los ingresos (primero) y los gastos (después).

Para aquellos que sienten que ahorrar les cuesta mucho o que directamente nunca lo lograron, comenzar a anotar todos y cada uno de los gastos es un primer paso que hay que dar para modificar los hábitos.

Esto puede resultar molesto y aburrido, pero no hay que tomarlo como algo que será así para siempre. Una vez que se consiguen los objetivos de ahorro, el comportamiento financiero habrá cambiado de manera natural y esta contabilidad no será necesaria.

Lo ideal es armar un simple planilla de Excel donde se encuentren registradas todas las erogaciones, aunque también existen aplicaciones gratuitas y muy útiles como contamoney (http://www.contamoney.com/) que incluso puede descargarse en celulares inteligentes.

Anotar los gastos es el primer paso hacia un objetivo intermedio, superador, que posee dos escalones consecutivos: entender en qué se va el dinero todos los meses y transformar los gastos innecesarios en ahorro.

Las clasificaciones pueden ser tantas y tan variadas como el interesado quiera, pero la base es siempre poder separar entre los gastos necesarios y los innecesarios, y para ello hay que ser totalmente honesto en cuanto a aquellos egresos que se realizan cotidianamente pero no reportan satisfacción duradera.

Una vez que hayas separado los consumos necesarios de los innecesarios, habrás dado el primer paso importante: ya sabrás el mínimo mensual a ahorrar por mes, que es el total de los gastos a eliminar.

3 paso: Adquirir conocimientos = ahorrar dinero.

La principal ganancia de las tarjetas de crédito está en el interés que les cobra a sus clientes por los pagos fuera de término o por la financiación ante el pago mínimo.

Las casas de venta de electrodomésticos suelen aplicar el Sistema de Interés Directo a las cuotas que cobran a sus clientes, donde por más que los mismos vayan pagando el producto comprado, siempre pagan intereses como si lo debieran la totalidad del bien comprado, hasta la última cuota.

Los supermercados que ofrecen descuentos agresivos pueden llegar remarcar sus precios la noche anterior al día de la promoción, por lo cual el cliente termina pagando lo mismo con descuento que sin descuento. Otros te dan un voucher por el importe “ahorrado” pero que podés hacer efectivo sólo luego de transcurrido un cierto lapso; esto sucede porque está comprobado que cuando el cliente regresa para hacer efectivo el mismo termina comprando más cosas.

La tasa de interés de un plazo fijo en Argentina es del 13% promedio y la inflación real es del 25%, con lo cual este tipo de inversión es negativa en términos reales.

Ejemplos como los enunciados hay muchos, y es nuestro deber aprender sobre temas de finanzas personales para no gastar cuando pensamos que estamos ahorrando, y no dejar que otros construyan sus negocios basados en nuestra poca cultura financiera.

Conclusión

La mayoría de la gente dice que el aspecto monetario no es importante en su vida y por tal motivo no les interesa aprender a controlar, ahorrar, invertir, ganar, proteger y compartir el dinero. Lamentablemente, casi todos los que sostienen esta postura terminan trabajando 10 horas por día, temerosos de que la empresa los despida, con sólo una semana de vacaciones al año, y todo eso para poder pagar los gastos indispensables para cubrir sus necesidades básicas sin ahorrar ni darse ningún gusto.

Vivimos en una economía capitalista en la que necesariamente debemos darle al dinero la importancia que se merece en nuestras vidas.

El ahorro, cuando existe una causa como la de ahorrar para invertir y poner a trabajar el dinero para nosotros, puede significar la diferencia entre la cárcel laboral o la independencia financiera.

Los invito a comenzar a ejercitar la voluntad del ahorro con causa para lograr disfrutar luego del verdadero fruto del trabajo.

Esta nota fué escrita por Nicolás Litvinoff y publicada en el diario La Nación el 14 de Agosto de 2012.


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