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¿Es conveniente pedir préstamos en pesos?

Conviene sacar un préstamo en pesos hoy en día en la Argentina, teniendo en cuenta el contexto inflacionario y la “pesificación” de la economía?

Para poder contestar esta pregunta, debemos primero tener en cuenta algunos criterios que pueden determinar la conveniencia o no de la operación. Ellos son:

1)      El cambio de valor que pueda sufrir lo que se adquirió.

2)      El flujo de efectivo que pueda proporcionar lo que se adquirió.

3)      La tasa de interés de la deuda.

Pero la diferenciación más importante pasa por los tres tipos de deudas distintas que existen, que son: La deuda ordinaria, la deuda tercerizada y la deuda subsidiada.

La Deuda Ordinaria.

La deuda ordinaria es aquella que firmás y pagás vos. Dentro de las mismas hay distintas clasificaciones: Las hipotecarias, las prendarias y las personales son las más populares.

Las tasas varían desde el 25% anual que puede cobrar un banco privado para préstamos cuyo destino sea la compra de un inmueble hasta el 71% que se llega a cobrar para préstamos personales en bancos de primera línea.

Un detalle importante es mirar siempre el CFT (Costo Financiero Total) y no la TNA (Tasa Nominal Anual) que informan los bancos, ya que esta última no tiene en cuenta ítems tales como los gastos administrativos, seguro de vida, IVA y otros costos derivados del préstamo. El CFT en cambio contempla todos los costos en su cálculo.

Para comparar entre distintas ofertas de préstamos hipotecarios en función del capital a solicitar, el valor de la propiedad y el plazo de devolución, existe un  sitio llamado El Mejor Trato (www.elmejortrato.com) que es muy práctico y fácil de usar. Esta página  también puede ser utilizada para buscar las mejores ofertas de préstamos prendarios y personales.

Dejando de lado las cuestiones técnicas, tomar una deuda ordinaria hoy en día no se presenta como una alternativa atractiva por diversas razones.

Si estamos hablando de préstamos personales, el interés que se cobra es prácticamente usurero, a pesar de que muchas veces el tomador del mismo garantiza el pago con su sueldo y otros avales.

En lo referente a préstamos hipotecarios, con un mercado inmobiliario cuyos precios se encuentran en franco descenso a partir del cepo cambiario, no parece este un buen momento para materializar la compra y comprometerse a pagar durante más de 10 años intereses sobre un capital cuyo valor de mercado debería bajar.

Resumiendo, este tipo de deudas no se visualizan como jugada financiera inteligente en la actualidad.

La Deuda Tercerizada.

La deuda tercerizada es aquella en la cual vos firmás pero la paga otro.

Son deudas que “se pagan solas”. Algunos ejemplos de las mismas son:

i) Te endeudas para comprar activos para tu negocio y el dinero que recibís de los nuevos clientes producto de la ampliación del mismo paga los intereses.

ii) Compras una casa con un crédito hipotecario, la alquilas y el ingreso por el alquiler va pagando las cuotas al banco.

iii) Sacás un préstamo prendario para comprar un taxi o remís y el flujo que produce la explotación del mismo es superior a los intereses a pagar.

Para que una deuda sea considerada Deuda Tercerizada, el flujo de efectivo entre lo que se paga y lo que entra tiene que ser positivo. Es importante destacar que estamos hablando del flujo efectivo neto (tiene que dejar dinero en tu bolsillo una vez pagados los intereses mensuales).

¿Cómo distinguir entre deuda ordinaria y deuda tercerizada? Muy fácil: antes de realizar la operación debes preguntarte: ¿Quién pagará esta deuda?

Si la pagás vos, entonces olvídate y no la firmes. Si la pagará un tercero o muchos terceros (por ejemplo clientes) entonces sonreí y firmala.

Pero… si no puedo endeudarme: ¿cómo hago para comprar mi casa?

Contestemos esa pregunta con otra: ¿Es conveniente poseer cosas o es mejor poder servirte de ellas cuando quieras?

Esto debería ayudar a contestarlo:

i) Los bancos suelen vender sus oficinas a inversores y luego alquilarlas para seguir trabajando en ellas. Terminan pagando en alquiler mucho menos de lo que ganan con ese capital.

ii) La mayoría de las empresas prefieren vender sus activos (barcos, máquinas, etc.…) en operaciones llamadas de lease-back para poder luego seguir usándolas.

iii) Los profesionales siempre preferirán alquilar lo necesario para producir, y así  tener la flexibilidad de modificar rápidamente su core de negocios en caso de que un cambio en las reglas de juego o el mismo mercado lo determinen conveniente.

Las Deudas Subsidiadas.

Hay una salvedad en lo referente a tomar deudas ordinarias que puede ser beneficioso en países donde se dan dos situaciones simultáneas: acceso a tasas subsidiadas por el estado y alta inflación. Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia.

En ese caso, la conjunción de ambos factores puede hacer que sea un buen negocio tomar deuda ya que la suba de precios puede “licuar” el costo de la misma.

En los bancos estatales se ofrecen tasas cuyo CFT (desde 20,81%) se encuentra por debajo de la inflación real esperada (25-30%), con lo cual el tomador del préstamo puede terminar beneficiándose en un contexto como el actual, siempre y cuando el precio de las propiedades no se desmorone.

Claro que para poder realizar este negocio, primero hay que pasar las barreas de entrada que tienen que ver con los requerimientos que hay que cumplir para acceder al préstamo, en cuanto a la relación de ingresos-pago de intereses, continuidad laboral y demás comprobantes.

Conclusión.

En la antigua Babilonia, la mayoría de los esclavos eran prisioneros de guerra, aunque algunos eran reclutados entre la población. Por ejemplo, las personas libres podían ser esclavizadas como castigo por algunos delitos; los padres podían vender a sus hijos como esclavos en momentos de necesidad; o un hombre incluso, podía someter a toda su familia a los deudores como pago de una deuda, pero no durante más de tres años. Los esclavos eran propiedad de su amo, como un bien mueble, podían ser marcados y azotados, y eran severamente castigados si intentaban escapar. Los esclavos tenían algunos derechos legales y, lo más llamativo de todo, podían realizar negocios, prestar dinero y comprar su libertad trabajando en su tiempo libre (fuera de las obligaciones que le imponía el amo).

Hoy en día, se da un fenómeno curiosamente inverso: personas libres que gastan su dinero y luego toman deudas ordinarias para comprar bienes que luego apenas podrán pagar, y de esta manera pierden su libertad y pasan a ser “esclavos modernos” de bancos y corporaciones.

Saber que no todas las deudas son iguales y que muchas veces lo conveniente es no caer en la tentación de poseer cosas que hoy en día no podemos pagar, puede ayudar a mucha gente que, por falta de información o poca cultura financiera, se encuentra a punto de ceder su libertad a cambio de falsas creencias de seguridad y progreso.