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El mundial y tu bolsillo

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

“Disculpe señor, su tarjeta de crédito aparece como suspendida, ¿quiere que probemos con otra?”

Este tipo de frases se repite cada vez con más frecuencia en los comercios y supermercados, junto con las llamadas de los bancos reclamando cuotas impagas por parte de sus clientes.

Muchas tarjetas de crédito se encuentran ya en el límite de gastos, y en el sistema bancario el número de préstamos con problemas de cobro ha aumentado en los últimos meses, situación que comienza a preocupar a las tiendas de electrodomésticos que esperan el Mundial de fútbol para apuntalar las ventas.

Es que el aumento de la morosidad es una de las primeras válvulas que saltan ante el ajuste de la economía: sea por despidos o por disminución del sueldo real, los deudores de cualquier tipo de préstamos ven reducida su capacidad de pago para afrontar las cuotas que deben cancelar mes a mes. Según datos del mercado, en noviembre del año pasado cada familia debía poco más de 2 meses de sus ingresos en promedio, con un perfil de vencimientos relativamente corto, pues los compromisos asumidos se focalizan en préstamos personales y tarjetas.

En los meses de enero y febrero de este año, otro indicador que se ha incrementado y que preocupa al BCRA es la cantidad de cheques rechazados, que subió 37% con respecto al mismo período del año anterior.

Claramente, hay una dificultad en los individuos y en las pymes para financiar sus actividades cotidianas, lo que repercute en la cadena de pagos. Esta situación tiene su nacimiento en la devaluación de enero y la posterior suba de tasas, que encareció el costo del dinero de manera violenta en el primer trimestre del año.

¿Por qué suben las tasas?

La economía es una sábana corta: si quiero taparme los pies, tengo que dejar al descubierto parte del torso, y muchas veces los que terminan pasando frío son los que menos preparados están para soportarlo.

La brusca devaluación del 23% de principios de año ha cambiado algunas cuestiones a nivel microeconómico: los precios se dispararon a un ritmo poco habitual en la última década, la velocidad de circulación del dinero se aceleró peligrosamente y las tasas de todo el sistema financiero se elevaron de un día para el otro.

Más allá de si los esfuerzos de las autoridades monetarias por frenar la inflación son exitosos o no, ya podemos vislumbrar un grupo emergente que se ha vuelto más vulnerable que nunca a estos cambios y que se encuentra en una situación crítica: los deudores y morosos, quienes ven subir el costo de las cuotas que pagan todos los meses mientras su salario real disminuye inexorablemente.

En la Argentina, las hipotecas se encuentran referenciadas en su mayoría a la tasa Badlar, que corresponde a un tipo de interés calculado por el BCRA en base a una muestra de tasas de interés que entidades bancarias de Capital Federal y Gran Buenos Aires le pagan a ahorristas por depósitos de un valor superior al millón de pesos, con un plazo fijo de 30 a 35 días.

Esta tasa es de suma importancia para gran parte de la economía, ya que de ella deriva el costo de los préstamos que solicitan tanto empresas como particulares, sin importar si son hipotecarios, personales o para capital de trabajo. Afecta además el interés que cobran los bancos emisores de las tarjetas de crédito a sus clientes que no pagan el total de lo gastado en el período y también la tasa que cobran los bancos por giro en descubierto.

La tasa Badlar tuvo una variación intra anual en febrero (comparando mismo mes de 2013 con 2014) del 73%, situándose en 25.6%, cuando un año antes era del 14,8%, y se dio en gran parte como respuesta a la política económica del Banco Central de subir las tasas de las Lebac y Nobac para retirar pesos del mercado y frenar la escala del dólar.

Frente a este panorama nada alentador, vale rescatar algunos datos esperanzadores: la morosidad suele caer cuando se cierran las paritarias y los trabajadores comienzan a cobrar los aumentos de sueldo, lo que podría suceder en los próximos meses.

El Mundial de Brasil en este contexto

A menos de 60 días del comienzo del mundial de Brasil y sin dejarse amedrentar por los datos expuestos, las grandes cadenas de venta de electrodomésticos vuelven a lanzar promociones de venta de televisores y demás productos en 12 cuotas en pesos.

Las cuotas fijas para renovar la TV y ver a Messi en 3D puedan ser una tentación casi irresistible para muchos.

No obstante, es de vital importancia que primero se tenga en cuenta si la estrategia de “endeudarse y consumir”, tan arraigada en la clase media argentina, es la conveniente para los tiempos que corren y si no conviene evaluar primero la posibilidad de comprar en efectivo o la anulación del consumo en caso de no disponer del mismo.

La palabra clave para este 2014, por más que se niegue desde el oficialismo, es “ajuste” y aquellos que no lo entiendan y quieran seguir expandiendo los créditos y consumos serán los grandes perdedores del segundo semestre.

Por el momento, dejar de lado la posibilidad de endeudarse y buscar cancelar los pasivos de la manera que sea para no seguir sufriendo ante el incremento de las cuotas aparece como la estrategia más razonable para mantener a flote la economía personal.


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