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Hacer buena letra: desde la crisis de 2002 que no había tanta cantidad de cheques rechazados

Especial para El Cronista Comercial

Mientras los buitres se asoman con sus grandes alas haciendo crujir a la economía argentina, la cantidad de cheques rechazados marca un récord que no se veía desde la crisis del 2002: ya alcanzan el 2,24% del total (contra 1,53% del 2010, por ejemplo, y 1,96% del año pasado), lo que marca un significativo deterioro en el sistema de pagos. Además, los montos rechazados crecieron un 44% interanual, al pasar de $ 11,3 millones en los primeros cinco meses del 2013 a $ 16,3 millones en el mismo período de este año.

“El nuevo traspié judicial en Estados Unidos y los interrogantes acerca del camino que habrá de adoptar el gobierno argentino frente a esta nueva circunstancia cae en mal momento”, advierte Joaquín Berro Madero, del Ieral.

“Aunque todavía está en niveles bajos, es entendible que aumente tanto la morosidad en los préstamos bancarios como el nivel de cheques rechazados, dado que se combina el efecto de una economía en desaceleración. La actividad en el sector privado muestra una ligera caída, que puede estar impactando directamente sobre la solvencia de algunos sectores”, señala Belisario Alvarez de Toledo, de ACM.

El rechazo se concentra más en la industria manufacturera, la construcción, el comercio de bienes durables, concesionarias y las vinculadas al turismo, además de que impacta más de lleno sobre pymes, cuya inserción financiera es menor y según los datos de empleo son las más afectadas por la recesión.

Milagros Gismondi, de Empiria, observa que esto se ve porque el crédito se encareció mucho desde febrero: “Esto hizo que las empresas que tienen crédito bancario trataron de tomar menos deuda y postergar los pagos a los proveedores. Si algunas empresas pudieron postergar pagos y los proveedores de esas empresas no tienen acceso al crédito bancario o también lo veían muy caro, habrán tratado de patear a sus proveedores y así siguiendo, hasta que un proveedor de la cadena, que no tiene crédito bancario, no pudo trasladar el retraso de pagos a nadie, se quedó sin caja y no pudo levantar los cheques”.

Desde su óptica, al superponer recesión con restricciones de crédito, es lógico que haya problemas en la cadena de pagos.

Para Jorge Colina, de Idesa, este es un efecto típico de una economía estancada dado por el hecho de que, al no crecer las ventas, algunas empresas no pueden cumplir con la totalidad de sus compromisos (cheques emitidos), por lo cual se produce este ‘ruido‘ en la cadena de pagos.

“Actualmente, los flujos de pagos en la economía están siendo limitados, tanto por la acotada actividad interna como por el estrangulamiento externo. Los rubros que más están sufriendo esta parálisis se vinculan a la industria, en la producción de maquinarias, equipos, las ramas relacionadas con la actividad automotriz y a las pymes, que son las más comprometidas por la debilidad de las ventas y la imposibilidad de acceder a un financiamiento asequible en costos”, indica Gustavo Perilli, de AMF Economía.

En el mundo del crédito, esta pérdida de solvencia macroeconómica se refleja para Perilli en la mejora relativa de los otorgamientos de adelantos y, aunque se haya desacelerado recientemente, de descuento de documentos. Justamente, ambos segmentos indican la fragilidad que está habiendo en la cadena de pagos y la exacerbación del cortoplacismo: “La posibilidad de default devenida de la causa buitre no hace más que intensificar el oscurecimiento general”.

Para Nicolas Litvinoff, de Estudinero, “es importante determinar qué porcentaje de los cheques rechazados son por falta de fondos (se estima que entre el 40 y el 50% según el Banco Central), ya que una porción importante se rechaza por otros motivos, como errores en la cadena de endosos. De todas maneras, si las tasas del sistema financiero no bajan pronto, es posible que en el segundo semestre sí tengamos un aumento importante en cheques sin fondos y morosidad en cuotas de créditos a tasas variables, ya que la ponderación del pago de las deudas domésticas en el total de la economía familiar viene ganando peso”.


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