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Animales y dinero.

Especial para diario La Nación.

La vida de los primates y su comportamiento se encuentran muy de moda hoy en día, gracias al éxito de la película El planeta de los Simios,sus precuelas y secuelas. En estos rodajes de ciencia ficción, los monos compiten con lo humanos de igual a igual por la supremacía en la tierra.

¿Tendrá esa ficción algún asidero en lo que sucede en la vida real?
El motor de una economía capitalista es sin dudas el dinero, y en ese sentido, siempre creímos que uno de los atributos que diferencia al ser humano de los animales desde tiempos muy remotos es la creación y aceptación del mismo como medio de intercambio.
Pero…¿podrán ciertos animales inteligentes entender y adoptar el dinero para saciar necesidades como la comida?
Bajo esta premisa, el economista Keith Chen y la socióloga Laurie Santos realizaron un experimento en la Universidad de Yale, Estados Unidos, usando monos capuchinos, originarios de Sudamérica y cuya rama evolutiva se separó de la nuestra hace 35 millones de año.
El research se focalizó en enseñarles el uso del dinero para verificar si existían cambios en su comportamiento y qué similitud podían llegar a tener con los humanos, buscando quizá aprender con ello ciertos aspectos importantes de la psicología humana.
Los resultados, que veremos a continuación, fueron realmente increíbles.
EL EXPERIMENTO
Los investigadores eligieron un grupo de monos capuchinos al azar y comenzaron el experimento en el hospital de Yale, introduciendo como dinero entre los monos un disco plateado de 2,5 centímetros de diámetro al que llamaron coin (ficha en español).
El primer obstáculo estaba en enseñarles a los primates que las fichas no eran un objeto sin valor. Para lograrlo, cada vez que le daban una de ellas le permitían luego poder canjearlas por golosinas. De esta manera, los monos aprendieron que podían “comprar” comida con las fichas, y al estudiar su comportamiento se llegó a la primera conclusión de importancia: poseían una propiedad básica en la toma de decisiones económicas como la transitividad.
La transitividad plantea que si preferimos viajar a la costa atlántica antes que comprar una remera y al mismo tiempo preferimos comprar una remera antes que comprar un chocolate, entonces vamos a preferir viajar a la costa antes que comprar un chocolate por carácter transitivo.
Al ampliarse el menú de alimentos que podían comprar con sus fichas a diferente precio, los monos actuaron de manera racional pudiendo plasmar sus preferencias.
Poco tiempo les costó a los monos darse cuenta de que podían comprar golosinas con fichas, incluso llegando a devolver el cambio a los investigadores tal como se reflejó en un video.
Los resultados mostraron que ciertos animales son capaces entonces de “razonar” mediante símbolos, una característica que los humanos utilizamos para entender la economía, las matemáticas o incluso el lenguaje propio.
CAMBIO EN LOS PRECIOS RELATIVOS Y AVERSIÓN AL RIESGO EN LOS MONOS
Chen y Santos dieron un paso más y modificaron los precios para observar el comportamiento de los monos capuchinos, de la siguiente manera: si con una ficha podían comprar tres uvas, comenzaron ahora a darles 2 uvas solamente por cada moneda, emulando un aumento de precios. ¿Cuál fue la reacción de los monos? El resultado fue el mismo que en cualquier economía humana: cuando subía el precio compraban menos y separaban algunas fichas, y cuando el mismo bajaba compraban más.
Una vez superada esta prueba, se decidió ir más allá y evaluar cómo era el comportamiento de los primates frente al riesgo. Para lograr ello, la compra de uvas dejó de ser lineal y comenzaron a darles dos opciones en cada operación: en la primera, cada vez que compraban una uva se lanzaba una moneda al aire, y si salía cara le daban otra de regalo, mientras que si salía seca se quedaban solo con la uva comprada. La segunda opción consistía en darles dos uvas por la misma moneda, pero luego se tiraba la moneda al aire y si salía cara les dejaban las dos uvas compradas mientras que si salía seca les sacaban una y le dejaban la otra.
Analizando ambos casos, se puede concluir que ambas opciones tienen el mismo resultado: 50% de probabilidades de conseguir una uva adicional gratis. Sería coherente pensar que al percatarse de ello los monos serían indiferentes entre una y otra y en términos agregados repartirían sus elecciones en partes iguales.
Sin embargo, el resultado fue distinto a lo esperado: los monos eligieron casi en su totalidad la primera opción, ya que con ella solo tenían posibilidades de “ganar” mientras que con la segunda podían “perder”.
Una conclusión apresurada sería que los primates no son muy buenos evaluando el riesgo. Lo asombroso es que cuando se hizo un experimento de las mismas características entre humanos los resultados fueron los mismos: se ponderó la primera elección (que otorga una falsa sensación de que o se gana o se empata) antes que la segunda (que otorga una falsa sensación de que se gana o se pierde).
Esta “aversión” a las pérdidas demostró que la similitud de comportamiento de los monos con los humanos se mantenía tanto en la racionalidad (comportamiento ante las variaciones de precio) como en la irracionalidad (comportamiento frente al miedo a las pérdidas).
OTRAS CONDUCTAS DETECTADAS
Los investigadores decidieron ir a fondo con el experimento y al mantenerlo en el tiempo comenzaron a detectar conductas asombrosas entre los monos.
En primer lugar, para estar seguros de que entendían el concepto del dinero, se les comenzó a entregar pepinos cortados en rodajas similares a las fichas en vez de en cubos como hasta ese momento. Al poco tiempo detectaron un mono que trataba de engañar a los científicos al querer pagar sus uvas con un pepino como si fuese una ficha. Este sería el primer caso de “estafa” detectado.
Pero el descubrimiento más asombroso de todos estaba por llegar: en un rincón de la jaula común, detectaron que uno de los monos, en vez de canjear la ficha por comida, se acercó a una mona que estaba cerca y se la dio. Este gesto ya era de por sí interesante porque introducía el concepto de generosidad o altruismo entre los primates, pero lo que pasó después dejó a los investigadores boquiabiertos: a los pocos segundos, el mono y la mona en cuestión comenzaron a mantener una relación sexual.
¿Había pagado el mono por sexo, originando el primer caso de prostitución entre primates? Es muy probable, y sobre todo teniendo en cuenta que una vez terminado el acto, la mona fue directo a canjear su ficha por golosinas.
Luego de este acontecimiento, las autoridades del laboratorio decidieron suspender el experimento por la preocupación de que la utilización de dinero dañara de manera irreparable la estructura social de los simios.
CONCLUSIÓN
¿El dinero corrompe? Pienso que sería erróneo llegar a esa conclusión, porque le estaríamos atribuyendo una propiedad importante a algo que es inocuo, que no tiene existencia por si mismo.
Los seres humanos (y ahora sabemos también que algunos animales inteligentes como los monos) son corrompibles, en todo caso, cuando deben enfrentarse a temas que pueden llegar a ser complejos desde el punto de vista emocional.
La evolución del ser humano como especie depende de que podamos mejorar nuestra inteligencia detectando y corrigiendo el accionar irracional que emerge en muchas ocasiones del uso del dinero, y que nos lleva no solamente a realizar evaluaciones erradas del riesgo en una inversión particular sino también a comportamientos mucho más nocivos para la sociedad en su conjunto, como la destrucción del medio ambiente, las guerras y el consumismo vacío, cuyo origen se encuentra generalmente en la ambición desmedida y la adoración de lo material.


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