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El ahorro y el canto de las sirenas.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
 
Según un estudio realizado por la consultora OPSM (Opinión Pública Servicios y Mercados) en mayo de este año, el 67% de los argentinos no tiene ninguna capacidad de ahorro. Pero las malas noticias no terminan ahí: del 37% que sí ahorra, el 21% declaró tener “poca capacidad de ahorro”, y solo el 1,5% sostuvo que se queda con un importante excedente por sobre lo percibido todos los meses.
 
Estos datos nos llevan de manera directa a una primera conclusión: casi el 70% de los argentinos no se encuentra accionando en el presente para tener un mejor futuro. Como consecuencia, delegan esa responsabilidad en el sistema previsional del Estado.
 
Esta incapacidad de ahorro puede ser producto, en muchos casos, de la coyuntura económica emergente, aunque en muchos otros también se deba a temas más ligados a la relación con el dinero que establece cada persona en lo particular, en lo referente a los hábitos y un cierto sesgo hacia el consumo irresponsable estimulado desde las altas esferas públicas y privadas.
 
Analizaremos a continuación algunas propuestas para lograr equilibrar las finanzas personales y acceder a una conducta de ahorro que mejore nuestra calidad de vida futura.

ULISES Y EL CANTO DE LAS SIRENAS

“Un consejo, señor, no se acerque nunca al lago…Y sobre todo, tápese los oídos si oye cantar la voz bajo el agua…la voz de la sirena”.

Gastón Leroux
 
El canto XII de la Odisea cuenta el mito de Ulises, quien en su vuelta a casa luego de la guerra de Troya tuvo que pasar por lo que ahora es Sicilia, en Italia, cuyo territorio se encontraba poblado de sirenas. Estas bellas criaturas contaban con el don de atraer a los marineros que pasaban por allí gracias a los cantos que emitían con su voz plagada de dulzura y musicalidad. Pero todo se trataba de una trampa: los marineros, embelesados, saltaban del barco para poder acercarse y escucharlas mejor y morían ahogados en las aguas.
 
Ulises, quien estaba al tanto de lo que acontecía gracias al consejo de Circe, ordenó que todos los miembros de la tripulación tapasen sus oídos con cera, pero como él quería escuchar la musicalidad tan atrayente de las sirenas, se le ocurrió atarse al mástil del barco con los oídos descubiertos luego de ordenarle al resto de la tripulación que bajo ningún concepto lo desatasen hasta que hubiesen atravesado la zona.
 
Cuenta la leyenda que cuando las sirenas comenzaron a cantar, Ulises imploró, lloró y amenazó a sus subordinados para que lo liberasen, pero éstos, fieles a la orden impartida, hicieron caso omiso de su pedido salvándole de esta manera la vida.
 
Este mito fue tomado como ejemplo por Daniel Goldstein, psicólogo americano de la London Business School, en una brillante charla dada en el contexto de las reuniones organizadas por TED en noviembre de 2011, para explicar lo que se llama “mecanismo de compromiso”. El académico afirma que el accionar de Ulises al atarse al mástil es un ejemplo de cómo se toman decisiones con la cabeza fría en el afán de comprometerse y no hacer algo que luego podría lamentarse cuando determinadas circunstancias creen confusión en nosotros.
 
Más aún: se utiliza la metáfora de la doble personalidad al hablar de las tentaciones, como si una persona tuviese dos cabezas en un mismo cuerpo: una que responde a la personalidad actual y otra que lo hace a la personalidad futura.
 
En el caso de Ulises, el deseo de escuchar la canción de las sirenas y disfrutar el aquí y ahora lo lleva a pasar por la zona de peligro con los oídos descubiertos. Con ese acto piensa en la gratificación inmediata.
 
Pero al mismo tiempo, también está actuando la personalidad futura, que quiere seguir vivo y retirarse algún día junto con su esposa Penélope para disfrutar de su vejez, lo que lo lleva a realizar el “mecanismo de compromiso” de atarse al mástil para no correr riesgos de caer bajo los influjos de las sirenas.
 
Con estas distinciones, se puede asegurar que una de las razones por las que es tan difícil resistir a las tentaciones tiene que ver la batalla desigual que libran la personalidad presente y la personalidad futura.
 
En el plano del dinero y el ahorro, la personalidad presente puja por cambiar el auto, comprar una casa más grande, salir a cenar afuera o comprar más y más ropa ahora, en el momento presente: su objetivo tiene siempre que ver con la gratificación inmediata. En la vereda de enfrente, la personalidad futura es más débil: la incertidumbre del futuro hace que muchas veces cueste imaginarse dentro de 20, 30 o 40 años.
 
Esto representa sin dudas una batalla desigual entre algo tangible e inmediato versus lo incierto y lejano.
 
MECANISMOS DE COMPROMISO
 
Los mecanismos de compromiso que podamos llevar a cabo vienen de alguna manera a nivelar las fuerzas entre un presente palpable y un futuro borroso, emparejando así las cosas.
 
Para ponerlos en práctica se necesita ser disciplinado y meticuloso. Veamos a continuación algunos ejemplos en el plano de la economía doméstica como para tener una idea más cercana de lo que estamos hablando.
 
Contabilizar los gastos: un mecanismo de compromiso inmediato y beneficioso tiene que ver con conocer los gastos que realizamos al detalle. Aquí, el mecanismo pasa por registrar cada una de las erogaciones que tengamos a lo largo de tres meses, para luego realizar un análisis minucioso de los mismos.
 
De esta manera, nos daremos cuenta fácilmente de aquellos gastos superfluos que se llevan gran parte de nuestros ingresos y podremos efectuar los recortes pertinentes, generando de esta manera un excedente monetario que antes se perdía en el “descontrol” de no saber en qué se estaba yendo el dinero.
 
Cortar los “gastos hormigas”: estos gastos hacen alusión a los gastos cotidianos que se desparraman a lo largo del día, como ser un café con medialunas al paso, un taxi tomado a las apuradas, bebidas y golosinas en los quioscos, cigarrillos, etcétera.
 
Como mecanismo de compromiso se pueden eliminar los mismos por el transcurso de un mes para luego ver cómo repercute en nuestras finanzas personales. Los resultados pueden ser sorprendentes.
 
Aforos personales para gastos con tarjeta de crédito: un aforo es un margen de garantía. Por ejemplo, si el límite de gastos con la tarjeta de crédito es de 8000 pesos, podemos establecer un aforo personal del 30%. Multiplicando 8000 por 0,30 llegamos a 2400 pesos, y luego restando ese importe de los 8000 iniciales obtenemos 5600 pesos.
 
Ese importe debería representar el límite mensual máximo de gastos al establecer el aforo personal, que será inferior al límite que el banco emisor de la tarjeta de crédito nos asigne.
 
Con este mecanismo de compromiso evitamos excedernos en los gastos financiados y generar con ello un nuevo excedente que antes se iba en pago de intereses y que ahora puede ser ahorrado.
 
Separar todos los meses un 10% de nuestro ingreso: el separar todos los meses un 10% de nuestro ingreso como primera acción al recibir el salario es un mecanismo de compromiso muy potente que genera de por sí el valioso hábito del ahorro.
 
Esto es lo que algunos autores de libros de finanzas personales llaman “pagarse a uno mismo primero”, y es de suma utilidad para lograr el control de la economía doméstica.
 
Establecer un límite mensual para compras en cuotas: las compras en cuotas suelen generar un descalabro financiero para aquellos a quienes les cuesta controlar sus gastos, al asumir en el presente una serie de pequeños compromisos futuros que luego crecen como una bola de nieve.
 
Un mecanismo de compromiso efectivo pasa por establecer un límite mensual para pago en cuotas, e ir sumando las distintas compras realizas con este sistema de pago diferido para cortar los gastos una vez alcanzado el mismo.
 
CONCLUSIÓN
 
Según lo visto, podríamos afirmar que si tomamos dos personas con situaciones de vida e ingresos similares y encontramos con que una puede ahorrar de manera constante mientras que la otro no, una de las razones primordiales de esta asimetría podría ser el poder de visualización futura que tiene uno versus el peso de la gratificación presente del otro. En el caso del ahorrador, los mecanismos de compromiso contraídos tienden a cumplirse y existe una buena relación entre su personalidad presente y su personalidad futura, mientras que en el caso de la persona con dificultades ahorrativas, la potencia de la gratificación inmediata hace que ambas personalidades se encuentren en permanente conflicto.
 
Tener la inteligencia para “atarse al mástil” como lo hizo Ulises y comenzar ahora mismo a asumir mecanismos de compromiso es algo recomendable para todo aquel que le interese su futuro económico y el de la gente que lo rodea.
 
Al fin y al cabo, se trata de cambiar la relación con el futuro que nos espera y asumir que las decisiones actuales determinarán nuestro bienestar venidero, tanto en el plano personal como en el estrictamente económico


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