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Errores financieros en distintas etapas de la vida.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
Equivocarse es parte del crecimiento y, así como aprendemos de nuestros errores referentes a temas emocionales o laborales, también deberíamos aprender de las fallas que cometemos en el manejo del dinero en función de las distintas etapas de nuestra vida.No es lo mismo la concepción que tenemos de lo material a los 20 años, cuando recién estamos dando los primeros pasos en el plano financiero, que a los 60, cuando el dinero ya deja de ser un bien renovable.
Analizaremos juntos los errores más comunes en este ámbito compartimentando en función de las vivencias, experiencias y características de las distintas edades por las que transcurrimos a lo largo de la vida.
DE 20 A 30 AÑOS
Sin importar la extracción social, de los 20 a los 30 es cuando ocurre el mayor derroche de dinero. El retiro y la vejez suele verse como algo muy lejano y por ello es bajísima la proporción de adolescentes que se proponen ahorrar desde los comienzos.
Además, en este rango de edad es muy común que el objetivo sea el consumo para aparentar, como la compra de lo último en tecnología o en indumentaria. Por ejemplo, es muy común que las marcas formen parte de un tipo de lenguaje que identifica a los adolescentes entre ellos, y quien no puede acceder a su adquisición corre el riesgo de sentirse excluido. Este tipo de comportamiento se conoce como “la trampa del estatus”.
Gastar de más con las tarjetas de crédito también está a la orden del día, pero más grave que ese exceso crediticio es la costumbre de pagar el mínimo del resumen mensual sin tener en cuenta los altos intereses que suelen cobrar los bancos emisores del plástico. Esto se da por la escasa cultura financiera y la sensación de que se podrá ganar más en el futuro como para cubrir lo que haga falta.
Las soluciones para no cometer errores que luego se lamenten no son demasiado “simpáticas”, y menos para que se las incorpore a una edad en donde se piensa que se puede llevar el mundo por delante, y tienen que ver con resistir lo impulsos consumistas (estimulados por las empresas que suelen apuntar a este target porque conocen estas características) y comenzar a generar un ahorro más temprano que el promedio.
Aquellos que comienzan a ahorrar cerca de los 20 años logran que su dinero se multiplique varias veces gracias a la magia del interés compuesto, que hace que la base que compone el cálculo crezca de manera exponencial si no se realizan retiros.
De esa manera, por dar un ejemplo, quien ahorró 500 dólares por mes y los invierta a una tasa del 5% anual se encontrará con 300 mil al cabo de 25 años.
DE LOS 30 A LOS 40 AÑOS
Actualmente, esta es la edad en la que se suelen tomar las “grandes decisiones”, algunas de las cuales pueden desembocar en errores financieros que luego se lamentan.
Uno de los errores más comunes desde el punto de vista financiero pasa por los matrimonios que terminan pronto y dejan a ambas partes en una situación económica menos favorable que antes de consumar el mismo, ya sea por bienes compartidos que tienen que malvenderse o por separaciones conflictivas en donde los únicos que ganan dinero son los abogados.
Otro error típico de esta edad pasa por tener “entre ceja y ceja” el objetivo del techo propio, y endeudarse fuerte para poder cumplirlo hipotecando de alguna manera una parte importante de los ingresos futuros.
Hoy en día, y por más que estas nuevas ideas choquen con los mandatos de tanto tiempo, el tener una casa propia no se considera como una inversión en sí, ya que lo que estamos haciendo es comprar un pasivo, es decir, un bien que sacará dinero de nuestro bolsillo todos los meses.
Sumado a ello, el precio del metro cuadrado en la Argentina sigue estando elevado en términos internacionales y no ha ajustado aún como se espera, mientras que los alquileres sí están “baratos” en términos históricos.
Ello hace que sea conveniente, hasta incluso en el caso de contar con el dinero para la compra de la propiedad, invertir el mismo a tasas del 6 o 7% en dólares y alquilar una vivienda. La rentabilidad de la inversión debería ser suficiente para pagar el alquiler más los gastos fijos de la vivienda, mientras que al mismo tiempo se ahorra el pago de ciertos impuestos como el de bienes personales.
DE LOS 40 A LOS 50 AÑOS
En promedio, es a los 40 cuando nos encontramos más “maduros” en términos de conocimientos y por ello el período que va hasta los 50 suele ser el de más altos ingresos de la vida.
Para esta etapa, podemos separar dos grupos importantes:
i) Aquellos que entendieron la importancia del ahorro y se encuentran encaminados en cuanto a su vida financiera, habiendo creado un fondo de emergencias y atesorando luego para su retiro.
ii) Aquellos que aún no comenzaron a ahorrar, y que ahora que tienen cierta capacidad de ahorro comenten el error de asumir inversiones muy riesgosas buscando recuperar el tiempo perdido.
Por más que se haya desperdiciado mucho tiempo, no es tarde aún para comenzar a ahorrar para la vejez, y menos ahora que la esperanza de vida se ha extendido hasta los 80 o 90 años.
Por ello, se recomienda invertir el excedente de manera prudente, asumiendo la demora en el comienzo de la vida inversora pero defendiendo cada peso ahorrado al direccionarlo hacia destinos que tengan sustentos válidos y que no ofrezcan dinero fácil y rápido.
Otra de las disyuntivas que suele surgir a esta edad es la de si destinar el ahorro al retiro propio o a la compra de un auto, departamento o educación privada para los hijos, en caso de tenerlos. Frente a esto, se recomienda primero asegurarse ciertos ingresos para la tercera edad y luego destinar el resto para los otros ítems en cuestión.
MÁS DE 50 AÑOS
Lo ideal sería ya en este período de la vida (pero sobre todo más cerca de los 60 años) estar cosechando lo sembrado desde épocas tempranas, como pueden hacerlo aquellos que comenzaron a ahorrar desde los 20 años, o incluso más tarde.
El principal error aquí es dejarse llevar por asesores financieros inescrupulosos que no entienden que a esa edad, la tranquilidad financiera es fundamental para afrontar un retiro tranquilo que no dependa de los vaivenes de la economía y los mercados, y que terminan formando carteras de inversión que rinden buenos frutos durante épocas de estabilidad pero que se desmoronan en poco tiempo ante cualquier turbulencia financiera.
Para subsanar este error, es fundamental resignar la ambición de altas tasas de retorno y diversificar lo más posible entre distintos rubros, de manera de estar lo más cubierto posible ante situaciones de crisis financieras y no correr el riesgo de perder el dinero ahorrado durante toda la vida justamente en el momento en que se vuelve más necesario.
Otro error financiero de esta edad pasa por no planificar la herencia, lo que hace que los seres queridos tengan que resignarse luego a que una parte importante de lo recibido se vaya entre abogados e impuestos

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