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¿Cuánto gana tu vecino?

Cómo debería formar el técnico de la selección de fútbol de Argentina al equipo o cómo preparar un buen asado. Cuál tendría que ser el valor del dólar o las razones por las cuales cada vez hace más calor en verano. Incluso temas sexuales o el por qué de la grieta en la sociedad argentina gracias a la política, son temas sobre los cuales hablamos día a día los argentinos. Son muchos y variados, y algunos tabúes antiguos van perdiendo su peso.

Sin embargo, y a pesar de estos avances, sigue existiendo un tema que genera incomodidad y tensión ni bien es pronunciado, referido al dinero mensual que percibimos por nuestro trabajo, es decir, cuánto dinero ganamos por mes.

¿Por qué nos cuesta tanto hablar sobre nuestros ingresos? ¿Qué es el consumo ostentoso? ¿Existe alguna forma de enterarnos cuánto gana nuestro “vecino” que no sea preguntárselo de manera directa?

Ensayaremos juntos algunas respuestas posibles a estas preguntas prohibidas.

El silencio de los inocentes

Si querés provocar una situación incómoda rápidamente, preguntale a alguien cuánto gana por mes. A los argentinos, contrariamente a lo que sucede en otros países, nos sigue costando hablar abiertamente sobre nuestro nivel de ingresos, y las razones de ello son muchas y variadas.

Por un lado está el tema impositivo. La cultura de evitar pagar impuestos para aquellos que reciben parte de sus ingresos de la economía informal es una de las causas. Lamentablemente sabemos que un país cuyos ciudadanos no pagan sus impuestos es un país destinado al fracaso. El riesgo de “blanquear” los ingresos con la persona equivocada podría ser una de las razones por las cuales muchos deciden abrazar el silencio cuando en una reunión de café se toca este tema.

Pero no todos tienen los mismos estímulos para callar. Aquellos que ganan mucho más que el sueldo promedio, pueden hacerlo por miedo al “mangazo”. Incluso, en muchas ocasiones los integrantes de una pareja prefieren evitar hablar abiertamente de este tema para seguir teniendo autonomía en cuanto a su dinero.

Otro tipo de emociones como la envidia o el deseo de competencia pueden influir también en el manto de silencio. Y para evitar ser envidiado o para no exponerse a una situación en la cual se podría sentir envidia de los ingresos de otra persona, muchas veces se elige eludir el tema.

Incluso dentro de una empresa, es factible que sólo los integrantes del departamento de Recursos Humanos sepan cuánto gana cada uno y defiendan esa información con uñas y dientes.

Como se ve, las causas pueden ser múltiples y variadas. Pero sin duda, la faceta exitista de nuestra sociedad es una de las principales.

La tecnología “buchona”

Pero el tema de la ignorancia en cuanto al ingreso de los otros trae aparejada otras situaciones que no tienen que ver solamente con la simple curiosidad.

Por ejemplo, para aquellos que están buscando trabajo, el no saber cuánto está ganando una persona que realiza tareas similares y que tiene una formación parecida podría influir negativamente en la negociación con su potencial empleador.

Quizá debido a ello es que han aparecido en los últimos tiempos soluciones tecnológicas a nivel local e internacional que vienen a suplir este agujero de información.

Desde el año pasado, en Estados Unidos es posible descargar la app WageSpot, que ha tenido mucho éxito en el país del norte en cuanto a revelar los distintos ingresos de funcionarios públicos, ejecutivos, profesionales y hasta deportistas de élite.

La versión local llego a la Argentina de la mano del sitio cuantogano.com, en donde los mismos usuarios son los encargados de suministrar y calificar la información referida al nivel de ingresos según las tareas realizadas con un método de votación: son los “cybernavegantes” los que deben decidir si la relación trabajo/sueldo manifestada por otro usuario es razonable o no. De esta manera, es posible dilucidar cuanto se está pagando actualmente en función del rubro gracias a la cantidad de votos positivos para un caso determinado.

Siguiendo los datos suministrados por este sitio en relación a los porcentajes de aceptación más altos, podemos enterarnos por ejemplo que:

Una persona que trabaja seis horas diarias de lunes a viernes en un call center de un banco de primera línea gana aproximadamente 11.500 pesos por mes.

Un gerente administrativo con 10 años de experiencia y 30 personas a cargo gana aproximadamente 50.000 pesos por mes, mientras que un empleado que trabaja 44 horas semanales realizando tareas administrativas contables en una asociación civil y que cuenta con dos años de antigüedad gana aproximadamente 13.500 pesos.

Un administrativo de ventas con seis meses de antigüedad, gana 14.110 pesos netos.

Un empleado judicial gana aproximadamente 19.000 pesos, mientras que un abogado dueño de un estudio jurídico percibe alrededor de 45.000 pesos.

Una persona formada en diseño gráfico pero sin título académico, que trabaja nueve horas por día de lunes a viernes como diseñador para empresa internacional del rubro películas/tv streaming, gana 16.000 pesos.

Éstos son sólo algunos de los miles de casos con los que cuenta esta página, que más allá de las últimas actualizaciones y cambios en ganancias, pueden servir como un buen punto de referencia para encarar negociaciones particulares sobre este tema.

Sólo me quiero dar un gustito y otros autoengaños

Un párrafo final destinado a aquellos que eligen hablar de cuánto ganan de manera indirecta a través de lo que se denomina consumo ostentoso.

Esto equivale a la compra de productos de marcas de élite que terminan pagándose más de 10 veces lo que sale un producto similar de una marca no tan conocida, como ser camisas de marcas top, autos alemanes, celulares que valen más que una computadora, entre otros tantos ejemplos.

Lo interesante es que esta manera de mostrar lo supuestamente inteligente que se es o lo bien que le está yendo a la persona es más bien una acción de ostentación camuflada bajo una frase típica: “Vivimos en un mundo libre, ¿qué tiene de malo si me quiero dar un gustito?”.

Por suerte, la nueva generación de Millennials (aquellos jóvenes nacidos entre los años 1980 y 2000) evitan este tipo de comportamiento, ponderando el disfrute por sobre la posesión y la ostentación, señal de que en un futuro cercano esta conducta podría reducirse considerablemente.

Conclusión

Parece difícil pensar que en Cuba o en otras economías socialistas la gente tenga pruritos al hablar sobre su nivel de ingresos mensuales. Podría pensarse entonces, que el tema aquí estudiado se da como respuesta a las asimetrías propias del sistema capitalista, en una sociedad en la cual suele premiarse la posesión y el éxito en función de lo que tenemos y aparentamos en vez de lo que somos realmente.

Quizá el paso del tiempo y las nuevas generaciones traigan algo de aire fresco a este tema y la gente pueda comenzar a hablar de manera más abierta sobre sus ingresos y aspiraciones.

Mientras tanto, las evasivas y los momentos incómodos seguirán a la orden del día cada vez que una persona le dirija a otra la pregunta tan temida: ¿y vos cuánto estás ganando por mes?


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