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Los argentinos y el bolsillo: en 2016 crecieron las compras al por mayor y se usaron ahorros para viajar.

Una encuesta mostró que llenar la alacena fue el mayor refugio ante la inflación. Y el turismo, el principal gusto.
Martín Grosz/Diario Clarín

En un 2016 complicado para el bolsillo, las decisiones de gasto y de ahorro mostraron dos tendencias en apariencia opuestas. Por un lado, hubo reflejos defensivos como llenar la alacena o guardar plata para tener “por las dudas”. Por otro lado, muchos usaron los fondos para permitirse el placer de viajar, aunque sea en fines de semana largos.

La conclusión surge de una encuesta hecha por la Universidad Abierta Interamericana (UAI) en exclusiva para Clarín y se verifica en distintas estadísticas oficiales y privadas.

Muchas familias optaron por comprar para hacer stock y evitar así el efecto de la inflación en los precios.

El estudio preguntó a vecinos de Capital y el Conurbano qué hicieron cada vez que tuvieron algún dinero sobrante a fin de mes, tras afrontar los gastos básicos. La mitad dijo que lo ahorró; la otra mitad, que lo gastó. Y entre los que usaron la plata, en vez de guardarla, el destino más mencionado (por un 24,8%) fue “stockear” productos no perecederos.

Según el trabajo, el segundo mayor “refugio” para esos excedentes fueron viajes y vacaciones, mencionadas por un 24,3% de las personas. Atrás quedaron gastos como los de renovar el placard (19,8%), arreglar o equipar la casa (19,7%) y hacer salidas pagas como el teatro o comer afuera (16,1%), donde hubo fuertes recortes.

Los viajes a Chile crecieron un 55% y se duplicó el gasto

“Llenar la alacena fue una conducta claramente defensiva ante una inflación que pegó un fuerte salto en los primeros meses del año, y quienes lo hicieron no se equivocaron: resultó un buen negocio”, analiza Carlos Alasino, profesor de Economía en la Facultad de Ciencias Empresariales de la UAI.

Y es que, en el último año, según el Índice de Precios de la Ciudad, la inflación en alimentos y bebidas rondó el 40% y los productos almacenables del súper subieron muy fuerte: 76,7% los aceites, 61% las bebidas alcohólicas, 40,2% los artículos de tocador, 38,8% las bebidas sin alcohol, 37,5% el rubro de limpieza y 37,5% las carnes. Frente a eso, comprar dólares rindió sólo 18% en 2016 y los plazos fijos dieron 27% anual. Más aún, quien compró oro en enero pasado perdió.

Nicolás Litvinoff, experto en finanzas personales y director del sitio Estudinero.net, confirma que este año hubo que ir a la Bolsa para hallar inversiones más rentables (bonos, acciones, letras), algo que la mayoría no hace. “Adelantar consumo corriente fue un refugio interesante para quien tuvo un excedente y no sabía qué hacer, en especial si fueron a comprar a mayoristas”, explica.

Esa fue otra gran tendencia del año. En la encuesta Pulso Social 2016 de la consultora CCR Cuore, 44% de los consultados en Capital y el Conurbano dijeron haber comprado al por mayor en el último mes. El año pasado lo había respondido el 36% y en 2014, el 24%.

Cambio de hábito: más familias que comerciantes van a los mayoristas

En los mayoristas 6 de cada 10 clientes ya son “consumidores finales” y ese crecimiento explica que, en este año recesivo, esos comercios hayan sido los únicos del consumo masivo que lograron vender más, con un alza del 3,7% en cantidades, según CCR. Para Kantar Worldpanel, 355.000 nuevos hogares se volcaron a estas megasuperficies en el último año y 5,3 millones ya son clientes. El estímulo: precios hasta 50% más bajos.

En el caso del gasto en turismo, una de las modalidades preferidas fueron las “escapadas” de fin de semana largo, que movilizaron en 2016 a 9,8 millones de viajeros: pese a la crisis, una cantidad casi igual a la registrada en 2015 y 2014, y 14% mayor a la de 2013. Por otro lado, el Indec detectó que los vuelos al exterior desde Aeroparque y Ezeiza crecieron un 17,8% interanual, con crecimiento récord para los destinos de Norteamérica (42%) y Europa (93%). Chile, por su parte, recibió 55% más de argentinos que hace un año y 120% más que en 2014.

“Viajar no es una inversión, sino un gasto. Pero la situación económica regional y el fortalecimiento relativo de nuestra moneda hicieron que muchos sintieran un poder de compra inusualmente elevado en el exterior. Eso estimuló las salidas, que se vieron como una oportunidad”, interpreta Litvinoff.

A los que tuvieron sobrantes y no los gastaron, la UAI les preguntó para qué ahorraron, y el objetivo más mencionado fue también viajar: lo dijo el 42,4%. El segundo fue guardar “para el futuro” y para tener “por cualquier cosa”. Igual, este año el 66% de la gente no ahorró y muchos objetivos importantes quedaron “postergados”.

Los especialistas destacan que la inflación entró en un sendero decreciente y prevén que el 2017 será un año muy diferente. Con salarios que esta vez le ganarían la carrera a los precios, coinciden en que por primera vez en muchos años la lógica se invertirá y “llenar la alacena” dejará de ser tan buen negocio.


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