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Seis delirios financieros que no te ayudan en absoluto.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

La palabra “delirar” proviene del latín delirare, donde lirare significa “abrir surcos”. Podemos sostener, entonces, que cuando una persona delira abre surcos entre la realidad y lo imaginado, entre lo que realmente obtiene por una acción determinada y el resultado soñado. Esta idea puede aplicarse al mundo de las Finanzas Personales. Delirios financieros como los que veremos a continuación son moneda corriente y existe un gran número de personas que terminan viéndose obligadas una y otra vez a iniciar la batalla por sus objetivos a raíz de las premisas delirantes en que basan su conducta económica.

Son personas que fabrican para sí mismos espejismos en un contexto complejo y peligroso y se convierten en presa fácil de estafadores e impostores inescrupulosos que sí tienen los pies en la tierra, conocen a fondo las reglas de juego y se aprovechan de la ingenuidad de los delirantes financieros para concretar sus nefastos negocios.

Si pretendés alcanzar tus metas monetarias de corto y largo plazo, lo mejor es evitar los siguientes 6 delirios financieros:

Delirio 1: “El ejecutivo de cuenta del banco me va asesorar bien sobre qué hacer con mi dinero”

Este es uno de los más comunes. Llamativamente, ignora por completo el conflicto de intereses que existe entre el asesor financiero y su cliente.

Por ejemplo, ¿cuando comprás un auto sos de los que confían en el vendedor? ¿Qué pasó? ¿De pronto es tu amigo y le hacés caso en todo? Cualquier persona en su sano juicio sabe que el vendedor de la concesionaria defenderá los intereses de su empleador antes que los del comprador. Por lo tanto, debemos como mínimo poner un manto de duda sobre sus afirmaciones.

Si lo que decimos es tan obvio, ¿por qué la gente suele hacer con sus ahorros lo que el ejecutivo de cuenta del banco le indica? Que no sea amigo no significa que sea enemigo. Simplemente, la situación objetiva indica que si vende productos del banco, probablemente recibirá premios que aumentarán su salario. Es por eso que el ejecutivo preferirá recomendarte invertir en plazo fijo en lugar de licitar Lebacs. De esa forma, el banco podrá obtener una mayor ganancia con tu dinero: Lo tomará y lo convertirá en… ¡sí, adivinaste! ¡Lebacs! Las tasas que paga el Banco Central siguen siendo altas…

Creer que el banco está para asesorarnos es uno de los delirios financieros más extendidos, perniciosos y difíciles de desterrar.

Delirio 2: “Cuando gane más dinero comenzaré a ahorrar”

Posponer el ahorro hasta que los ingresos aumenten es un delirio originado en la falta de comprensión de la naturaleza y el funcionamiento de las Finanzas Personales.

El ahorro no es un tema de ingresos sino de hábitos. En este caso, el delirante financiero cree que no ahorra porque no gana lo suficiente, pero resulta más conveniente invertir esa relación: nuestro amigo no gana lo suficiente porque no ahorra.

¿Cómo es esto? El ahorro produce un excedente que, invertido, genera un ingreso pasivo que se suma al ingreso activo o laboral y termina aumentando el ingreso total. Si obtengo un interés por mi dinero ahorrado, ese interés o renta se sumará a mi ingreso mensual y lo engrosará. En lugar de cobrar 20.000 pesos por mes, quizá consiga 21.000 el primer mes, 21.100 el segundo y así. A medida que eleve el ingreso total, también podré incrementar mis ahorros y el ingreso futuro.

Ahorrar es una acción que debe llevarse a la práctica independientemente de los ingresos. Es parte fundamental de una gimnasia financiera más saludable y lucrativa. Esa gimnasia elimina los vicios consumistas que nos mantienen abrumados por deudas y obligaciones económicas.

Delirio 3: “Cuando herede el dinero de mis padres viviré como me gusta”

Es un delirio de alto riesgo económico pero también social. Puede hacer peligrar nuestras relaciones al interior de la familia. ¿Cuántos casos conocemos de gente que, tras la muerte de uno de sus padres o abuelos se trenza en discusiones y peleas con hermanos o primos y sostiene que necesita el dinero de la herencia para saldar sus deudas o mejorar su calidad de vida? Quien es prolijo con sus finanzas y adapta su consumo a la realidad que vive, bien sabrá aprovechar lo que le corresponda y no caer en comportamientos miserables. Las peleas por cuestiones materiales suelen generar emociones muy negativas.

Por otra parte, pensar que un acontecimiento externo e independiente de lo que nosotros hagamos puede asegurarnos el futuro económico nos ubica en un lugar de irresponsabilidad. Las soluciones a nuestros problemas vienen de afuera y no podemos hacer nada para cambiar. Es una excusa patética. Además, estos sucesos nunca ocurren en el momento deseado ni de la manera esperada.

En vez de probarte la ropa que van a dejar tus mayores, ¿por qué no comenzás por ordenar tu placard?

Delirio 4: “Debo hacer “contactos” para tener éxito en mi actividad”

El delirante financiero cree que no le va bien en su carrera laboral o en sus proyectos personales porque no tiene contactos que lo apalanquen. Piensa que solo triunfan quienes obtienen ayuda.

Sería ingenuo pensar que ese tipo de contactos no puede influir positivamente ni allanar el camino hacia la prosperidad, pero, basado en mi experiencia, puedo sostener que no es una condición excluyente para lograr aquello que uno se propone. Más aún, muchos contactos aparecen mágicamente cuando realmente se convence de haber elegido el camino correcto.

Este tipo de delirantes suelen desanimarse pronto. “No puedo dedicarme y vivir de lo que me gusta porque no tengo contactos”, sostienen. Es otro principio que conviene invertir: La realidad es que no surgen contactos porque no se decide a andar ese camino que tanto le gustaría andar.

Delirio 5: “Este tipo sabe mucho, seguro me va tirar la “posta” para ganar dinero”

El delirante financiero cree que existen especialistas sabios y generosos. Como buen economista, no hay una fiesta o reunión social donde no me vea abordado por un amigo, conocido o desconocido que me pregunte: “¿qué acción me conviene comprar?” o “¿el dólar va a subir o bajar?”

¿Qué respuesta esperan? El especialista consultado no tiene mucho para perder y puede arriesgar sin miedo, asumiendo incluso una conducta temeraria que el delirante no está dispuesto a afrontar. ¿Si les digo que compren tal o cual acción, lo harán? ¿Y si la acción tiene tal volatilidad que una semana sube 20%, la otra baja 15%, la siguiente baja 9% y al mes sube 4%? ¿Querrá mantenerla en su cartera? ¿La venderá cuando baje y perderá dinero?

Lo cierto es que el especialista solo arriesga una cuota ínfima de su orgullo y otra de tranquilidad. Si la acción sube, no ganará dinero pero en la próxima fiesta será señalado como “capo total”. Si el papel baja, sobre su nuca sentirá una mirada confundida, entre nerviosa y molesta.

“La posta” no la tiene nadie. Menos esa persona a la que consultamos a modo de favor.

Delirio 6: “Cuando termine con las deudas voy a empezar a disfrutar la vida”

Este último delirio es “postergador”. En su sueño, la persona imagina que las deudas se evaporarán de un día para el otro y podrá al fin comenzar a cumplir sus sueños de ocio.

Del laberinto de deudas no se sale por ósmosis. Es necesario conocer los distintos tipos de deuda existentes y las conductas perniciosas que no nos permiten revertir la tendencia negativa de nuestras finanzas.

El mejor estímulo para combatir la tentación de endeudarse pasa por valorar la salud financiera antes que seguir soñando con la vida ociosa, efectuando gastos innecesarios que nos permitan creer que el destino deseado está cada vez más cerca.

Conclusión

Tener una personalidad soñadora es bello y sano, siempre que mantengamos los pies sobre la tierra. En el plano financiero, el riesgo de que esos sueños se transformen en delirios existe y se observa en quienes gastan a cuenta o realizan inversiones sin contemplar riesgos ni analizar concienzudamente el panorama.

Depende de uno continuar en el mundo onírico pero generalmente improductivo o salirse de ese sendero pernicioso para tomar las riendas del futuro económico personal.


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