Ir al contenido

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación 

Con el objetivo de reactivar el consumo de cara a las elecciones, el Gobierno amplió el programa Ahora 12: se podrán financiar las compras con tarjetas de crédito en hasta 30 cuotas a una tasa subsidiada que varía en función del plazo.

Desde esta columna solemos reiterar que tomar deuda no es conveniente para la salud financiera personal. Justamente eso es lo que sucede cuando se compra en cuotas: el usuario de la tarjeta separa en el tiempo los momentos de la compra y del pago, que quedan así disociados.

Por supuesto, hay excepciones a la regla y una de ellas tiene lugar cuando la tasa de financiación para la compra en cuotas es subsidiada por el Estado.

No obstante, no necesariamente por estar subsidiada la operación será conveniente. Siempre hay que tener en cuenta ciertos datos para evitar complicaciones futuras con nuestra salud financiera.

Muchas veces existen trampas que debemos detectar para que las cómodas cuotas no terminen comprometiendo otros gastos futuros y fuercen un ajuste en áreas prioritarias para nuestro bienestar.

Vamos a repasar tres de las más comunes.

1) Interés embebido en el precio

Una práctica que genera perjuicios para los consumidores y se encuentra muy extendida entre los comerciantes es la de aumentar el precio de un producto antes de ofrecerlo en cuotas, a fin de ganar más dinero sin que se note cuando se habla de una financiación “sin interés”.

Por ejemplo, un producto que tenía un precio original de 10.000 pesos es remarcado a 13.000 pesos y luego se ofrece el pago en cuotas, aunque con el interés ya incorporado al precio. En rigor, puede que se cumpla la financiación sin interés, pero con un aumento previo del 30%.

¿Cómo sortear esta trampa? Buscando el mismo producto en otros comercios (yendo al local o en forma virtual) y averiguando el precio a pagar en el momento, todo junto y en efectivo. Allí notaremos la diferencia y sabremos qué tasa hay implícita en el artículo que se ofrece en cuotas.

2) Cuotas que impactan en la línea crediticia

Ya se consiguen electrodomésticos de la denominada línea blanca (climatizadores de aire o ventilación, lavavajillas, cocinas, hornos y anafes, calefactores, estufas y calefones, heladeras, congeladores y freezers, aires acondicionados, termotanques, lavarropas y secarropas) en 30 cuotas bajo el paraguas del Ahora 12 “recargado”.

Sin embargo, antes de sacarle brillo al plástico es importante realizar un sencillo cálculo a partir de un concepto ignorado por la mayoría de los usuarios en la Argentina: el límite de financiación de la tarjeta de crédito, que refiere al monto máximo disponible para realizar compras en una o más cuotas.

Supongamos que hemos decidido comprar una heladera que cuesta 50.000 pesos en efectivo, aunque financiada se nos cobran 30 cuotas fijas de 2.336 pesos. La suma da 70.080 pesos de costo final. Más allá de que se trata de un 40% más, lo cierto es que le estaremos restando al límite de financiación de la tarjeta esos 70.080 pesos y, si nuestro límite es de 150.000, a lo sumo podremos comprar otro bien en cuotas por un costo final inferior a 80.000 pesos.

El problema suele aparecer cuando una persona no lleva un control de los gastos que viene realizando con la tarjeta de crédito y un día se encuentra con que se le rompió la heladera y no puede adquirir otra en cuotas porque utilizó el plástico en compras que bien podría haber realizado en efectivo o con débito, sin pagar los intereses elevados que se incluyeron en las cuotas o en el mismo precio. 

Debemos llevar un control y realizar una simple sumatoria de las compras financiadas (reitero: monto total del bien o servicio adquirido, no valor de la cuota)  que vamos realizando para evitar problemas semejantes. No necesitamos comprar todo en cuotas. Mucho menos, cuando no hay necesidad ni beneficio verdadero.

3) Fallo en el cálculo del valor presente del monto financiado

En columnas anteriores, hemos analizado el Valor Temporal del Dinero, factor que se vuelve fundamental para la toma de decisiones en lo que refiere a la financiación con tarjeta de crédito.

Una fórmula bastante precisa consiste en traer a valor presente el total de lo financiado descontándolo por la inflación proyectada, a fin de poder establecer si conviene o no aceptar el plan de compra en cuotas que se nos ofrece.

La buena noticia es que ahora existe una página web que realiza este engorroso cálculo por nosotros. Se llama Infleta y nos pide que ingresemos por un lado el precio de contado y en otro casillero el monto que resulta de sumar todas las cuotas. También debemos informar la cantidad de cuotas y dejar la inflación mensual proyectada que indica el sitio o cambiarla, en caso de que nuestro pronóstico sea diferente.

Una vez cargados los datos, el sistema nos dirá cuál es el valor presente del producto si lo financiáramos y podremos compararlo con lo que se nos pide por pagarlo en cash o con débito en el momento.

Tomemos como ejemplo un secarropas centrífugo con un precio al contado de 13.000 pesos, que bajo el plan Ahora 12 se puede pagar en 30 cuotas de 650,41 pesos. Una vez cargados estos datos en Infleta, la “sumatoria de las cuotas ajustadas a valor de hoy” da como resultado 12.748 pesos, una cifra apenas inferior a la de contado.

En este caso, la financiación termina siendo conveniente frente al pago pago en efectivo. Hay otros casos en que no. Por eso es importante siempre realizar el cálculo.

Conclusión

El sueño de comprar un producto de alto costo en cuotas fijas en pesos y así ganarle a la inflación es un denominador común de las personas adictas a las cuotas, que piensan más en no perderse “una gran oportunidad” que en las compras que de verdad necesitan realizar.

Un buen consejo para antes de comprar algo es preguntarnos si realmente lo necesitamos y si es conveniente el pago en cuotas, entendiendo que puede haber una tasa de interés embebida en el precio, puede impactar negativamente en nuestra línea crediticia y la oferta puede ser perniciosa en la comparación con el pago con débito o en efectivo en el momento.

Si la operación pasa todos los controles, entonces podremos concluir que se trata de una buena oportunidad de compra. No obstante, debemos saber que las oportunidades no abundan y que no podemos justificar a partir de este argumento todos los consumos. De lo contrario, terminaremos afectando nuestra salud financiera en un futuro no tan lejano.

Ser consumidores inteligentes resulta fundamental para cuidar nuestras finanzas personales. Nunca lo olvidemos.

¡Hasta la semana próxima!