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¿Bolsa para todos?

El proyecto causó un shock y cayó como un baldazo de agua fría. Al parecer, en la Bolsa local nadie “se la veía venir” (estamos hablando de gente poderosa acostumbrada a ganar muchísimo dinero especulando sobre escenarios futuros)  y se enteraron por los medios.

Existe cierta cautela, preocupación, especulaciones, reuniones con abogados, y silencio por parte del “mercado”.

Las modificaciones impulsadas por el gobierno en el Proyecto de Reforma Ley 17.811 de 1968, generaron fuertes caídas en el Merval (índice de medida de valor de las acciones de las empresas líderes locales) y en los bonos, que ya venían golpeados  tras la pesificación de la deuda por parte de Chaco.

“Estatización de la Bolsa”, “Caza de Brujas a Inversores” y miedos de todo tipo hicieron que el mal humor entre los operadores creciera y el descontento ganase terreno.

¿Pero… son realmente tan nocivas para la bolsa (y, lo más importante, para los inversores y empresas que la utilizan para demandar y ofrecer capitales)  estas nuevas medidas? ¿O estamos más bien asistiendo a la clásica “sobreactuación” del mercado, que hace que primero se venda todo (cash out) y luego se investigue?

Para contestar esta pregunta, veremos cuáles son, a mi entender, la interpretación y consecuencia de los cambios más importantes que serán introducidos en el corto plazo y que, sin duda, producirán un antes y un después en lo referente a la actividad bursátil en la Argentina.

5 Principales reformas al sistema bursátil argentino.

1) El proyecto consolida a la CNV (Comisión Nacional de Valores) como el único organismo de control. Hasta ahora, si bien la CNV actuaba como ente controlador, eran los propios Agentes y Sociedades de Bolsa los únicos autorizados para sancionarse entre sí, esto es, un mercado autorregulado.
A partir de ahora, la CNV ejercerá el poder de policía en el mercado, en línea con lo que sucede en las bolsas más desarrolladas del mundo.

2) Se “desmutualiza” el mercado. Anteriormente, para poder operar como Agente de Bolsa, además de cumplir ciertos atributos y parámetros, se debía poseer una acción del MERVAL cuyo precio es (o más bien, era) de 5 millones de pesos.
Esto hacía que los Agentes de Bolsa formasen parte de un club selecto y exclusivo (una parte importante de los mismos actualmente son segunda o tercera generación de familias tradicionalmente bursátiles).
Las comisiones que los inversores cobran a sus clientes para poder comprar o vender acciones y bonos, son en promedio del 1% de la operación efectuada, cuando en la mayoría de los países del mundo esta modalidad se eliminó hace tiempo para pasar a una comisión fija (flat), que es más conveniente para todos, porque aumenta el volumen operado y baja los costos transaccionales.
Esta apertura del mercado podría hacer caer el costo comisional dada una mayor oferta y permitir con esto la entrada de una cantidad más importante de jugadores al mercado.

3) La CNV autorizará a nuevos entes, como Universidades y entidades profesionales, para que actúen como Agentes de Calificación de Riesgo, con lo cual el monopolio que ostentaban las Calificadoras de Riesgo multinacionales dejará de existir.
Recordemos que estas Calificadoras de Riesgo son las que han calificado positivamente instrumentos financieros que luego quebraron en la crisis de las hipotecas de 2008 en los EEUU (entre muchos otros errores como los del caso Enron). Sospechadas de ser parciales en sus calificaciones y estar alineadas con las propias empresas que deben evaluar, ahora deberán enfrentar una mayor competencia que pondrá en riesgo su negocio.

4) La CNV accederá a un mayor desglose de información en cuanto a quiénes son los tenedores de acciones y bonos (cuya contabilidad lleva a cabo la Caja de Valores). Si bien anteriormente la Bolsa estaba obligada a informar sobre cualquier operación que superase los 40.000 pesos, la AFIP no tenía acceso total a la información dada la vigencia del secreto bursátil. Ahora, la entidad recaudadora de impuestos podrá tener información detallada de manera directa. Esta medida buscaría evitar maniobras de evasión fiscal y lavado de dinero.

5) Las Bolsas de Comercio de Buenos Aires, Rosario y Córdoba deberán dejar de ser entidades sin fines de lucro y se constituirán como sociedades anónimas, como sus pares de EE.UU. (NYSE) o Brasil (Bovespa), por nombrar algunas. Deberán luego salir a cotizar en la bolsa como cualquier otra empresa privada.

Conclusiones.

Actualmente, existen más de 2 millones de inversores con cuentas activas en el mercado. Dada una población de casi 42 millones de personas, apenas el 5% de los argentinos invierten su dinero en activos relacionados con la Bolsa (no necesariamente acciones o bonos, sino también Fondos Comunes de Inversión, Fideicomisos o Cheques de Pago Diferido, entre otros instrumentos).

En EE.UU., más del 50% de sus habitantes tiene en sus ahorros algún instrumento bursátil.

El volumen diario de operaciones en acciones que se concretan en el recinto local (en su mayoría, de manera electrónica) a duras penas alcanza los 40 millones de pesos (poco más de 8 millones de dólares), una cifra famélica si se la compara con nuestros vecinos brasileños, que operan aproximadamente 5 billones de reales por día en el BOVESPA.

Más allá de la importancia de la coyuntura económica y política (el máximo del índice Merval fue alcanzado en el año 1992 medido en dólares, y partir de ahí hemos tenido varios presidentes y vivido diferentes ciclos económicos) es indiscutible que la Bolsa local, así como está, no reviste demasiado interés para la mayor parte de la población, que suele verla como algo azaroso, exclusivo y peligroso.

La paradoja es que los países que logran crecer y desarrollarse de manera sostenida, lo hacen apoyándose en el mercado de capitales, que se convierte en el nexo perfecto entre personas y empresas con excedente de capital y empresas y gobiernos demandantes de dinero, que establecen negocios provechosos para ambos y para el país en su conjunto.

Pero más allá de estos elementos que hablarían bien de un “cambio de timón”, no sería bueno pasar por alto la consecuencia más potente de este cambio histórico para la Bolsa Argentina: la CNV va a pasar a ostentar un poder absoluto.

Una primera pregunta que surge ahora es: ¿Para que se va a usar ese poder?

El poder es fungible, es decir, se puede solicitar con determinados argumentos y una vez que se obtiene utilizarlo con otros fines. Lo mismo que sucede con el dinero que es fungible cuando un empleado le va a pedir aumento a su jefe con argumentos nobles, como el tratamiento de su madre enferma, para llegar a fin de mes, por la inflación, etc. Pero como el dinero es fungible luego puede usarlo para comprarse una consola de juegos y un televisor LED, por ejemplo. Lo mismo sucede con el poder, es fungible y siempre se solicita con argumentos nobles. ¿Usará la CNV ese poder para que la Bolsa finalmente se convierta en una alternativa de ahorro e inversión para la mayoría de los argentinos?

Pienso que  los miembros de la CNV deberían tener acuerdo del Senado y rendir cuentas ante alguna comisión especial que haga el seguimiento de sus acciones, como sucede en otras Bolsas desarrolladas.

También genera dudas el cambio en la competencia judicial, pasándose del fuero comercial al contencioso administrativo, donde es conocida la influencia que ejerce el poder ejecutivo.
Operadores y Agentes de Bolsa consultados para esta columna (que prefirieron no darse a conocer por temor a represarías) afirman que la CNV podría sancionar o pedir allanamientos a la Justicia, en forma previa a haber iniciado un sumario. Yendo al grano: el gobierno podría usar ese poder fungible para sancionar discrecionalmente a empresas “enemigas” del poder Ejecutivo que cotizan en el mercado, como ser Grupo Clarín o Boldt.

Próximamente veremos si la reforma citada sirve para estimular una bolsa local que hace años (o décadas) que sólo sabe “sobrevivir”. Por lo pronto, parece que sería difícil generar momentos peores  que los actuales en lo referente a interés y entusiasmo por la actividad bursátil en nuestro país.

Al fin y al cabo, también en estos temas financieros,  la esperanza es lo último que se pierde.

Esta nota fue escrita por Nicolás Litvinoff y publicada en el diario La Nación el Martes 12 de Noviembre de 2012.


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