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7 casos en los cuales conviene "tarjetear".

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

Las tarjetas de crédito suelen ser demonizadas por los especialistas de Finanzas Personales, y muchas veces se las señala como las responsables del descalabro económico en el que suele caer una parte importante de la población que las utiliza como una ampliación de sus ingresos.

En esta columna, hemos dado tiempo atrás algunos tips y consejos para el uso de los plásticos, siendo una realidad innegable que a personas con hábitos gastadores compulsivos se les recomienda directamente evitar cualquier uso y abuso del crédito que las mismas otorgan. ¿Pero qué pasa con el resto, cuando el mismo banco en donde tienen la “cuenta sueldo” les ofrece la emisión de una tarjeta de crédito para su uso personal?

Veremos a continuación 7 casos en los cuales conviene “tarjetar”, es decir, usar la tarjeta de crédito pero de manera inteligente para aprovechar al máximo las oportunidades sin poner en riesgo la economía doméstica.

1) Débitos mensuales:

Las tarjetas de crédito pueden ser utilizadas para pagos automáticos de los servicios de la casa, colegio de los chicos u obra social, por citar algunos ejemplos.

De esta manera se logra eliminar el riesgo de olvidarse alguno de estos pagos y tener luego que abonar intereses en el segundo vencimiento o arriesgarse directamente al corte del servicio.

Eso sí: solicitar el débito automático no quiere decir desentendernos totalmente de los pagos, ya que se recomienda revisar todos los meses los importes abonados para evitar sobreprecios o equivocaciones por parte de la empresa proveedora que puedan perjudicarnos

2) Reservas en hoteles, compra de pasajes y alquiler de coches:

Cuando se están planeando las vacaciones (y ya por estas fechas se debería estar planeando las vacaciones de verano para conseguir los mejores precios) la tarjeta de crédito puede ser un excelente recurso para reservar hoteles en el interior y el exterior del país, y conseguir también ofertas puntuales en aéreos que son publicadas en sites  y suelen durar pocas horas.

De hecho, en la mayoría de los hoteles hoy en día se le pide al cliente que proporcione los datos de su tarjeta a la hora de hacer el check in para utilizar la misma como garantía ante potenciales pérdidas materiales en las que podría incurrir el establecimiento por el comportamiento irresponsable del huésped (ruptura de muebles, electrónicos, etc.).

También para alquilar un coche, ya sea dentro o fuera del país, es una condición sine qua non, dado que la misma se utiliza para garantizar la devolución del vehículo por parte del cliente.

Dado las quejas de aquellos que no poseían una tarjeta de crédito pero de todas maneras necesitaban alquilar un vehículo para sus vacaciones, algunas empresas decidieron aceptar tarjetas de débito.

3) Para comprar en cuotas siguiendo las “dos reglas de oro”:

La compra en cuotas también suele estar “demonizada” habida cuenta de la enorme cantidad de personas que terminan excediéndose en sus gastos gracias a esta facilidad.

“Tarjetear” es recomendable cuando se cumplen las siguientes condiciones:

  1. i) Se cubre el total del resumen y nunca se abona el pago mínimo solo, dejando el saldo para más adelante.
  2. ii) Se compran productos durables (electrónicos o ropa) cuyo uso y disfrute vaya más allá del tiempo que se estira el pago por las cuotas.

Si se cumplen estos requerimientos, entonces sí la compra en cuotas puede ser una buena jugada financiera, sobre todo en países con una alta inflación como el nuestro.

Al comprar en cuotas cosas cuyo disfrute se esfuma al poco tiempo (vacaciones, salidas, etc.) y abonando luego el pago mínimo solamente, lejos de “ganarle a la inflación” estaríamos perdiendo una batalla financiera importante, que tiene que ver con el autocontrol necesario para mantener nuestra economía doméstica en orden.

4) Comprar productos en Internet:

Aún hoy y luego de todos los avances tecnológicos producidos en las última décadas, hay gente que sigue teniendo miedo a ser estafada al comprar por Internet productos o servicios que necesita y que encuentra a precios rebajados.

La realidad es que todas las tarjetas cuentan con un seguro contra estafas, por lo cual en el hipotético caso de tener algún “contratiempo”, es virtualmente imposible que terminemos pagando por algo que nosotros no queríamos comprar, ya que basta con informar ese gasto no deseado para que el banco se ocupe de la restitución de lo gastado sin nuestro consentimiento.

Si bien existen otras opciones para comprar por la web (como la impresión de boletas con código de barra y su posterior pago en sucursales de Pago Fácil o RapiPago), abonar con tarjeta sigue siendo la manera más rápida, segura y barata.

5) Para utilizar el dólar tarjeta en compras y gastos en el exterior:

En estos momentos, el “dólar tarjeta” cotiza aproximadamente 25% por debajo del dólar blue. Pero además, los trabajadores en relación de dependencia pueden recuperar un 35% de lo gastado en divisa extranjera con tarjeta de crédito al descontarlo del pago de ganancias o bienes personales, haciendo que la utilización de la tarjeta para esos casos sea altamente recomendable.

En total, la diferencia por usar la tarjeta en estos casos puede llegar al 60% de beneficio si se suma la diferencia de cotización más el descuento impositivo.

6) Promociones, descuentos y suma de puntos:

Cuando existen descuentos por pago con tarjeta gracias a determinados convenios entre el comercio y el banco emisor, se vuelve atractivo utilizar la tarjeta, preferentemente en un pago (o en más si se tiene en cuenta lo visto en el punto 3).

Pero además, hoy casi todas las tarjetas ofrecen puntos por las compras, que luego pueden ser canjeados por pasajes en avión, estadías y demás premios.

Claramente, el desafío aquí es que la potencial gratificación en puntos no nos haga gastar más de lo que teníamos pensado, porque de esa manera estaríamos “pagando” esos puntos a un precio que no será conveniente para nuestros bolsillos.

7) Para aprovechar los días de “crédito ventana y gratuito” que nos brindan:

La fecha de corte corresponde al día del mes en el cual termina el período de cargos y comienza uno nuevo.

La fecha de pago hace alusión a la fecha límite en la cual se debe cancelar lo gastado.

Entre la fecha de corte y la fecha de pago puede haber hasta 15 días de diferencia, que pueden ser pensandos como un crédito gratuito dado que durante ese “período ventana” se comienza a gastar lo que se pagará dentro de más de un mes y aún tenemos tiempo para pagar lo del mes pasado.

Pero, a no confundirse: esos días son los únicos en los cuales gozaremos de este privilegio. Si utilizamos otros tipos de créditos (como por ejemplo, abonar el pago mínimo), el CFT (Costo Financiero Total) puede llegar al 90% anual en pesos.

CONCLUSIÓN

No se está discutiendo aquí si usar tarjetas de crédito es “bueno o malo”: será positivo para algunos y negativo para otros, y ello no sólo dependerá de estos consejos sino también de los hábitos de consumo y gasto del portador del plástico.

Pero en líneas generales y siguiendo estas pautas, el lector podrá ponerse a sí mismo en el mejor de los escenarios: aquel en donde la tarjeta de crédito termina siendo funcional a sus necesidades y no un aumento ficticio de su poder de compra.


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