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Fintech y tus finanzas personales

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

La industria financiera de nuestro país es, al contrario de lo que piensa la mayoría, un sector bastante estático. Las innovaciones no forman parte de su cotidianidad.

Esta característica responde a la naturaleza de la mayoría de los inversores locales. Abundan los espíritus conservadores que vuelcan su dinero en plazos fijos y ladrillos. Suelen ser personas que miran con temor (a veces, con razón) el porvenir. Para colmo, las ganancias crecientes que vienen registrando los bancos refuerzan su certidumbre acerca de la salud del sistema financiero tradicional, por lo que prefieren aplicar el “mejor malo conocido que bueno por conocer”. Claro que para ellos la frase se invierte: “Mejor bueno conocido que malo por conocer”. Lo paradójico es que los plazos fijos vienen perdiendo por robo frente a la inflación. Por lo tanto, de “bueno” tienen muy poco.

El fintech (palabra que nace de la combinación de “financial” y “technology” y que refiere a los nuevos tipos de transacciones financieras online) viene creciendo a pasos agigantados en todo el mundo. Aunque reacia, la Argentina no es la excepción: entre el 2000 y el 2015 se redujo un 34% el número de bancos minoristas que operan en el país. A la par, ya son 60 las empresas del mundo fintech. En total, realizaron operaciones por 17.400 millones de dólares alrededor del mundo. Veremos a continuación en qué consiste esta nueva e imparable ola tecnológica en el campo financiero y qué podemos hacer para que nuestras finanzas personales la surfeen como profesionales.

¿Que es el fintech?

Ampliando un poco más el concepto, podemos decir que se denomina así al universo de empresas financieras que utilizan las tecnologías de la información y la comunicación para desarrollar y ofrecer servicios financieros con mayor nivel de eficiencia y menores costos.

Las fintech son generalmente startups (empresas tecnológicas nacientes) fundadas por especialistas en la materia que buscan captar cuotas crecientes del mercado que aún se encuentra en manos de los grandes bancos. Estas instituciones, por el contrario, suelen ser poco innovadoras y lentas a la hora de adaptarse a los cambios.

Las fintech cuentan con una gran ventaja en términos financieros y operativos: sus costos fijos no tienen punto de comparación con los de sus competidores. Evitan invertir en sucursales físicas (suelen ser empresas que operan 100% online), utilizan menos personal, apelan a la automatización a través de sistemas paramétricos y de Big Data y su gasto en insumos de trabajo es menor al almacenar su información en la nube. Este caldo les permite restar costos de intermediación en sus servicios y, en consecuencia, cobrar menos comisiones a sus clientes.

Algunos de los campos más importantes que abarca el fintech son banca móvil, Big Data y modelos predictivos, Crowdfunding (mecanismo colaborativo de financiación de proyectos), criptomonedas (el Bitcoin es la más conocida), Forex (mercado de divisas), gestión de riesgo, pagos y transferencias, contabilidad fiscal online personales y de las PyMES, préstamos P2P (red de ordenadores sin servidores fijos), Insurtech (Seguros), servicios de asesoramiento financiero y trading de activos financieros.

Fintech en la Argentina

Si bien lo que está llegando al mercado local se encuentra más enfocado en alimentar la demanda de préstamos online a tasas más bajas que las que fija la banca tradicional (incluso hay créditos a tasa cero), también es posible encontrar algunas alternativas innovadoras para el oferente de capital (el inversor), como las nuevas Finanzas Colaborativas.

Las Finanzas Colaborativas son una nueva modalidad donde se “puentea” a los bancos: una empresa digital organiza un espacio virtual donde personas que necesitan dinero (para cambiar el taxi, refaccionar la casa, invertir en su negocio, pagar deudas, etc.) se encuentran con inversores que están dispuestos a prestarles siempre que sean recompensados con tasas más altas que las del sistema financiero tradicional.

En esos espacios virtuales todos los días se concretan operaciones. La empresa organizadora cobra una comisión fija por sus servicios muy inferior al diferencial de tasas que perciben los bancos. El resultado son deudores que consiguen dinero a tasas más bajas que las ofrecidas en el circuito formal e inversores que obtienen intereses que duplican los de un plazo fijo.

En este punto, hablemos de riesgo: las reglas de las Finanzas Colaborativas protegen al inversor que carece de conocimientos, puesto que no le permiten colocar más del 5% del total de su dinero en un préstamo puntual. Por lo tanto, si quiere invertir todo el dinero depositado en su cuenta, deberá repartirlo en por lo menos 20 créditos distintos, eligiendo 20 deudores con diferentes calificaciones. Las empresas organizadoras arman carteras de préstamos que facilitan esa diversificación.

En la misma línea, Mercado Libre, a través de su rama financiera Mercado Crédito, comenzó a otorgar préstamos directos a artesanos, cuentapropistas y comerciantes con menos requisitos y tasas más bajas que los bancos, “calentando” el mercado digital de préstamos y generando quejas de los grandes bancos que acusan a la firma de prestar dinero de clientes y no el propio cash, como asegura el gigante de ventas online de productos y servicios.

En nuestro país, más del 80% de las empresas vinculadas al sector financiero esperan estar asociadas a un desarrollo fintech en los próximos años.

A modo de conclusión: Fintech y la ventaja de los primeros en usarlo

Un claro ejemplo de las ventajas del fintech lo encontramos en el mercado bursátil de Estados Unidos, donde el surgimiento de agentes de Bolsa online como eTrade y TD Ameritrade provocó un notable descenso de las comisiones que se les cobran a los inversores por sus operaciones con acciones y otros activos financieros.

Esta disminución de costos para el cliente derivó en mayores rendimientos y alentó la realización de más transacciones. De esta forma, el mercado encontró un motivo más para expandirse.

Algo similar ocurre en nuestro país con agentes de Bolsa online como Porfolio Personal e Invertir Online. Sin embargo, las iniciativas locales deben superar un escollo no menor: la desconfianza del público, que sigue valorando la atención cara a cara antes que la digital, sumado al desconocimiento generalizado sobre la naturaleza de las transacciones virtuales. Aunque parezca mentira, aún hoy mucha gente teme realizar compras online con sus tarjetas de crédito, pese a que las empresas emisoras de los plásticos cuentan con seguros para sus clientes ante casos de estafa o phishing.

Mi consejo para aquellos lectores interesados en mejorar sus finanzas personales es que se conviertan en early adopters (los primeros en hacer uso) de esta nueva modalidad financiera, comprando sin miedo por Internet, evaluando préstamos online, invirtiendo a través de agentes de Bolsa online, llevando una contabilidad propia de manera digital y demandando coberturas de seguros online.

El mundo cambia todos los días. También lo hace el mercado financiero global. Nosotros, que sin saberlo tomamos decenas de decisiones financieras por día, debemos comprender los cambios si no queremos perjudicar nuestras finanzas y quedarnos afuera de lo que vendrá.


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