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Finanzas personales: canastas, huevos y diversificación

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

“No pongas todos los huevos en la misma canasta”. Este es uno de los primeros consejos que escuchamos cuando comenzamos a invertir nuestro dinero. El problema es que la mayoría lo repite sin pensar en profundidad su significado y, por lo tanto, sin saber cómo aplicarlo.

“Diversificar” es la palabra que debemos comprender en forma cabal para no cometer errores mayúsculos en nuestras estrategias financieras. Vamos a analizarla.

Microdiversificación y macrodiversificación

En esta columna nos gusta inventar palabras y conceptos. Buscamos establecer conexiones entra las ideas tradicionales del mundo de las inversiones y las nuevas corrientes de pensamiento en las finanzas personales.

En consecuencia, hoy abordaremos los siguientes conceptos:

  • Macrodiversificación: Refiere a cómo diversificamos nuestro patrimonio en líneas generales o, si prefieren, a nivel macro. Por ejemplo: 60% en propiedades, 20% en plazos fijos, 20% en la Bolsa y 10% en criptoactivos. Es una diversificación entre inversiones bastante alejadas unas de otras y que implican distintos niveles de riesgo.
  • Microdiversificación: Hace referencia a cómo diversificamos nuestras inversiones al interior de los niveles macro antes mencionados. Por ejemplo: dentro del 20% del capital que destinamos a la Bolsa, podríamos tener un portafolio compuesto en un 50% por títulos públicos, 40% son acciones y 10% son cauciones bursátiles. O dentro del 10% que invertimos en criptoactivos, podríamos tener 60% en Bitcoin, 20% en Ethereum, 10% en Litecoin y 10% en Zcash.

La experiencia me dicta que, entre los inversores, la microdiversificación es más usual que la macrodiversificación, puesto que resulta más sencillo conocer las reglas y operar en un solo campo de juego (propiedades, Bolsa, productos bancarios o criptoactivos) que en varios.

También es usual que en esa microdiversificación se cometan errores conceptuales como el de la “diversificación intuitiva”, donde el inversor diversifica por cantidad y no por calidad. Un caso típico es el de aquel que compra acciones de 10 empresas distintas y cree que así está diversificando su portafolio de inversiones.

Lo cierto es que, en rigor, nuestro amigo no está diversificando en absoluto porque:

  1. A nivel macro, está invertido 100% en la Bolsa y una caída generalizada del mercado le causará pérdidas importantes en la valuación de su portafolio.
  2. A nivel micro, se está concentrando solo en acciones (renta variable), cuando la Bolsa le ofrece activos que suelen ser más estables, como bonos (renta fija) de corto plazo, o acciones de empresas extranjeras (Cedears), que, si bien cotizan en pesos, se rigen por las monedas de sus países de origen y, en general, no se ven afectadas por lo que pase con el mercado argentino. Por otra parte, tampoco definió qué sectores comprar: no es lo mismo invertir en acciones de cinco bancos que en acciones de dos bancos, dos constructoras y una empresa gasífera.

Cómo diversificar de manera profesional

Para diversificar de manera correcta en el mundo de las acciones debemos darle importancia a un coeficiente llamado Beta, que mide el grado de correlación entre un activo (imaginemos una acción líder de la Bolsa argentina) y su índice de referencia (el S&P Merval). La Beta se puede calcular con una fórmula puntual, aunque cualquier sitio de finanzas que informe las cotizaciones de las empresas ya la ofrece calculada cuando ingresamos en el gráfico de la acción.

Una acción con Beta menor a 1 es considerada defensiva, puesto que suele moverse más suavemente que el resto del mercado, mientras que otra con Beta superior a 1 suele ser más volátil en su cotización y se considera una apuesta “agresiva”. Esto implica que, ante una baja generalizada del mercado, es más probable que pierda menos quien haya adquirido la acción defensiva, mientras que, en el caso de una suba, posiblemente gane más el inversor agresivo.

Por ejemplo, las acciones de Coca-Cola, que cotizan en la Bolsa de Nueva York, tienen una Beta de 0,55, por lo que son consideradas defensivas. En momentos de fuertes caídas, no es un mal lugar donde estar. Por el contrario, las acciones de automotriz tecnológica Tesla tienen una Beta de 1,30, lo que nos habla de su marcada volatilidad (fuerte movimiento diario de sus acciones) y de cómo suele superar con facilidad un movimiento alcista (y también bajista) del mercado, aunque lo cierto es que Tesla viene dándoles a sus accionistas muchas más alegrías que tristezas.

Dicho esto, falta el paso más importante: calcular la Beta Media Ponderada de la cartera de inversiones. Para ello, con cada acción adquirida se debe hacer lo siguiente: multiplicar su Beta por la cantidad de dinero invertida en esa acción. Luego, el resultado de cada acción se debe sumar y el total se debe dividir por la cantidad de dinero total invertida. Si en mi portafolio tengo $ 10.000 en una acción con Beta 0,5 y $ 5.000 en otra acción con Beta 1,5, mi Beta Media Ponderada lo obtendremos haciendo la siguiente cuenta: (10.000 x 0,5 + 5.000 x 1) / 15.000 = 0,83.

Con solo observar la fórmula, sabremos si estamos invirtiendo en acciones con distinta Beta y el resultado de la cuenta nos dirá si nuestra cartera tiene una Beta Media Ponderada alineada con el índice de referencia del mercado (=1), es defensiva (1).

Por ejemplo, si luego de realizar el cálculo llego al resultado anterior (0,83), entonces estaré diversificando más mi portafolio si agrego acciones con Beta ofensiva, como las de Tesla, de manera de acercarme a un valor igual a 1. Si lo que proyecto es que el mercado tiene más probabilidad de caer que de subir puedo, por el contrario, posicionarme en acciones más defensivas para bajar aún más mi Beta, acotando mis ganancias en caso de una suba generalizada, pero también mis pérdidas en caso de una caída.

Conclusión

“Analizaste mucho la microdiversificación, pero poco la macrodiversificación”, podrá reclamar con razón algún inversor acaudalado. Sucede que para esta última las generalizaciones son mucho más peligrosas, puesto que empiezan a jugar fuerte variables como la edad del inversor y su aversión al riesgo.

En futuras columnas tocaremos este tema, aunque mientras tanto les voy dejando un link a una nota de hace algunos años que puede resultar de utilidad.

Diversificar fue, es y será un acto de suma importancia en el ámbito de las inversiones. El concepto también se puede aplicar a nuestras finanzas personales, puntualmente en lo que refiere a la generación de ingresos.

Pero no te pido que concretes tus decisiones de inversión basado solo en lo que dice esta columna: diversificá también tu lectura financiera, leyendo qué dicen otros autores sobre el mismo tema.

Comprenderlo y ponerlo en práctica puede ser la llave para lograr el éxito financiero personal.

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