Los inversores suelen quejarse (y con razón) de la alta frecuencia de las últimas burbujas financieras vividas: la del NASDAQ hace 12 años o la de las subprime hace tan solo 3. Y muchos piensan que a partir de ahora los entes reguladores actuarán como corresponde evitando que se creen nuevos acontecimientos como los descriptos, tan dañinos para los ahorros de la mayoría de la gente.
Lamentablemente, tengo malas noticias: las burbujas financieras van a seguir apareciendo en nuestras vidas, y en forma cada vez más periódica. Esa es la opinión de Alan Greenspan, George Soros y otros especialistas del mercado, que se basan en la importancia de las emociones (en este caso, la codicia) y su influencia en los mercados para sustentar esto.
Veamos a continuación cuales son las características más importantes de este fenómeno y como se puede hacer para evitar la próxima burbuja que en este preciso instante se debe estar formando en algún lugar del mundo.
Estructura del “efecto Ponzy”
Tristemente conocido en el mercado, a continuación una breve descripción del efecto Ponzi infaltable en el nacimiento de las burbujas financieras:
Primero, el emisor original anuncia que la empresa promete altas tasas de dividendos, todavía no materialízales, y se crea la percepción en el mercado de que la posibilidad de ocurrencia de dicho suceso es altamente probable. Los nuevos inversores basan su decisión en los fundamentals del mercado, con lo cual se da una situación de asimetría en la información.
Segundo, el emisor usa parte de los ingresos por la venta de nuevas acciones para pagar los dividendos prometidos a los primeros inversores. Esto provee evidencia concreta de la posibilidad de concreción de los proyectos de la compañía.
Tercero, se repite el proceso a precios mas altos y las ganancias esperadas siguen materializándose, y otras empresas “copian” el modelo exitoso de la pionera.
Cuarto, se llega a un nivel en el cual los altos niveles de ganancias esperadas son imposibles de alcanzar, y cuando las empresas decepcionan a los inversores con warnings los precios comienzan a caer en picada.
Finalmente, el consenso del mercado es que no hay manera en la cual las empresas cumplan con sus pronósticos de ganancias y pago de dividendos, con lo cual los precios de los stocks se desploman transformando rápidamente (pueden ser solo cuestión de días) las ganancias en fuertes pérdidas.
La importancia de nuestras emociones
Un factor de sumo interés es la sensación de que el mercado de capitales es “the only game in town” (el único juego del barrio), como un sentido emocional que puede tener una fuerte importancia en el proceso.
El sentimiento que un inversor cualquiera tenga hacia el mercado dependerá en gran medida de su reciente experiencia en el mismo. Si un inversor no participó de las ganancias recientes que otros inversores si disfrutaron, se puede experimentar una suerte de depresión y nostalgia. Estos sentimientos son considerados altamente motivantes por los psicólogos.
Cuando un individuo conoce a otra persona que ganó mas en el mercado de capitales que lo que él mismo ganó trabajando arduamente, es muy probable que experimente una sensación dolorosa, que incluso tiende a disminuir el ego personal.
Es entonces que esa persona puede pensar que si pudiese participar en solamente un año de alza en el mercado, esa sensación dolorosa podría desaparecer.
Quizás, el individuo podría incluso llegar a pensar que las potenciales pérdidas podrían no ser tan importantes como soportar nuevamente estar afuera de un mercado alcista y ver como sus amigos embolsan suculentas ganancias producto de sus inteligentes inversiones, con lo cual, la única decisión segura parecería ser estar “dentro” del mercado.
La responsabilidad de los asesores financieros
Los analistas financieros, expertos de Wall Street, cumplen la función de examinar detenidamente el comportamiento de cada empresa y comunicar a los inversores.
Los analistas deberían ser personas altamente capacitadas en el plano económico-financiero, con estudios de formación realizados que les permitan manejar las herramientas conceptuales necesarias para asesorar a sus clientes inversores sobre el mejor destino para sus ahorros.
Este trabajo lleva implícito una gran responsabilidad y ética profesional, y los analistas deberían ser personas especiales que logran mantener la cabeza fría en momentos de gran turbulencia y convulsión financiera, actuando con suma responsabilidad en el manejo de flujos de inversión.
En este contexto, cabría estudiar cual es la conducta estos agentes en momentos de irracionalidad en el mercado de capitales, que es lo que hacen y que es lo que aconsejan hacer; para luego arriesgar una conclusión acerca de sí estos personajes cumplen el papel que un mercado eficiente y transparente les tiene asignado.
De acuerdo a un estudio realizado por Zacks Investment Research en Abril del año 2000 acerca de recomendaciones hechas por analistas a sus clientes sobre un total de 6000 empresas cotizantes en los mercados americanos Dow Jones Industrial, Nasdaq Composite y S&P Index, solo el 1% de las mismas eran “sell”(vender), mientras que el 29,9% eran “hold”(mantener) y el 69,5% eran “buy”(comprar) hacia fines de 1999.
La fecha citada no es caprichosa: por esos días comenzaba a desinflarse la burbuja financiera del Nasdaq y billones y billones de dólares invertidos en acciones supuestamente bien compradas se evaporaban
Si los inversores consideraran que el mercado se encuentra demasiado alto, la discrepancia entre la riqueza que mucha gente tendría en este caso y sus niveles de gasto corriente haría que los mismos busquen desprenderse de parte de las acciones que tienen en cartera.
Cuando se experimentan fuertes subas en los mercados, los incentivos para seguir manteniendo las acciones en cartera comienzan a verse disminuidos al aumentar los deseos de vender parte de esos papeles para empezar a tener un nivel de vida y de gasto más acorde a su nueva posición económica.
Si el mercado es netamente alcista, como de hecho lo fue el NASDAQ en el período 1995-200 o el mercado de Real Estate en 2003-2007, la mayoría de los tenedores de acciones experimentan este deseo de comenzar a disfrutar su riqueza, y para cumplir con tal fin es que venden parte de sus posiciones accionarias.
Esta conducta obviamente tira los precios de los papeles hacia abajo al no haber suficientes compradores ni ingreso nacional genuino como para sustentar la riqueza de estos nuevos millonarios.
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