La siguiente es una historia ficticia en la cuál que más de uno se pude ver identificado. Su objetivo es ilustrar situaciones que demuestran que los postulados de la economía clásica (entre ellos, el de los agentes económicos vistos agentes racionales) ya no tienen razón de ser: ante determinados eventos como la aparición de una burbuja financiera actuamos, en el ámbito económico, de manera cada vez más emocional y menos racional.
Para leer, analizar y aprender de los errores de otros.
-Mi amor, quería preguntarte si este sábado puede venir Valentín a cenar, que me dijo que quiere preguntarte algo.
Y de pronto el sábado había llegado y nos encontrábamos los tres sentados en la mesa una agradable noche de verano a comienzos del año 2007.
Mi esposa y su hermano habían tenido siempre una relación especial. Valentín había ocupado el rol de oveja negra en su familia: con una belleza que hacía que las mujeres lo miren al menos dos veces cuando lo cruzaban por la calle, nunca había podido tener un trabajo o una relación estable, era más bien un especie de Don Juan e Inés se vinculaba con él de una manera que no lo hacia ninguna otra persona.
Y en cuanto a mi…Valentín admiraba que yo sea Economista, y si sentía celos o algo parecido por el hecho de que su hermana del alma me haya elegido como su compañero de vida no los demostraba en absoluto, y gracias a ello habíamos construido una agradable amistad con los limitantes lógicos de saber que antes que todo éramos cuñados.
Cuando Valentín comenzó a hablar sobre el tema ya íbamos por los postres, y, tal cual me lo imaginaba, la cuestión tenía que ver con la herencia que habían recibido hace dos meses por el fallecimiento de su abuela, que al morir les había dejado tres propiedades de las cuales habían terminado de vender la última hace unas pocas semanas, embolsando la nada despreciable suma de 200 mil dólares cada uno.
La parte de Inés estaba guardada en una caja de seguridad del banco, bajo mi tutela y esperando que se presente alguna posibilidad de inversión. Que hacer con la parte de Valentín era seguramente el motivo por el cuál estaba él aquí.
-Fausto, creo que mi hermana te dijo que necesitaba pedirte un favor….viste que terminamos de cobrar la herencia de la abuela, y quería preguntarte…
-Si, Valen, lo se muy bien, yo le aconsejé a Inés que vendan porque los precios de las propiedades están ya demasiado alto. Mira, la parte de ella la tenemos en una caja de seguridad, te recomiendo que hagamos lo mismo con la tuya por un tiempo hasta que aparezca alguna oportunidad.
Valentín me miró un tanto incómodo, y luego de tomar un sorbo más de un exquisito vino Rutini Malbec me dijo con un tono pausado y tranquilo.
-Te agradezco tu consejo, Fausto, pero yo sé en donde invertir mi dinero. Lo que necesito que me facilites son los datos de una sociedad de bolsa de confianza para poder hacer la inversión.
Todavía confundido por mi metida de pata, con Inés mirándome como un niño que ha hecho una travesura, agarré una servilleta, anoté el teléfono directo de mi amigo Martín, compañero de la Universidad que trabajaba en una sociedad de bolsa de nombre Portfolio Personal y no pregunté más nada.
Medio millón en dos meses.
60 días después de aquella cena, Inés me cuenta que su hermano había estado comprando acciones de empresas vinculadas al mercado de Hipotecas en los EEUU y que de alguna manera sus 200 mil dólares se habían más que duplicada, alcanzando los 500 mil dólares. Sabía (por las notas que escribía para el diario para el cuál trabajaba) que, lejos de caer, el precio de las propiedades en Norteamérica (y en algunos países de Europa como España también) habían seguido subiendo fuerte, y que la especulación en bolsa con títulos derivados de los préstamos para comprar viviendas estaban dando ganancias siderales. Lo que no sabía era que Valentín había tenido las agallas suficientes como para colocar su capital en una inversión de tan alto riesgo, pero tampoco me asombraba demasiado: siempre había tenido un comportamiento irresponsable con el dinero, y su escasa cultura financiera le impedía ver el riesgo que estaba corriendo. Sin embargo, había ganado 300 mil dólares en apenas dos meses, cuando yo no siquiera había podido sacar un peso con la parte de la herencia de Inés. Cuando Inés me preguntó si había alguna novedad para con el destino de sus 200 mil, yo ya sabía la intención del su pregunta por más que no continuó indagando cuando le dije que todo seguía igual.
El Nuevo Rico le habla al miedoso.
En el mes de Mayo, volví a encontrarme con Valentín en un cumpleaños familiar, y el término “nuevo rico” le calzaba de maravillas: vestido con ropa Armani Exchange negra, tenía puesto un collar pesado de Oro grueso y un Rolex que lo hacía ver, a mi juicio, más como un narco colombiano que como una persona exitosa. En la puerta del lugar estaba estacionado un Porsche que instantáneamente supe era suyo.
Me saludó con un fuerte abrazo y hablamos de fútbol y otras cuestiones pero ninguno sacó el tema de las inversiones hasta un rato después.
-Fausto, esto es una locura, no te imaginas lo que está pasando en la bolsa. Acabo de crear un fondo junto con Martín (que te manda saludos), que invierte en activos derivados de hipotecas americanas y fue tal la demanda que tuvimos que estamos viendo de crear otro dentro de un mes. La cartera asciende a 10 millones de los cuales el 20% son ganancias que tuve en este tiempo y que estoy aportando. Si todo sale bien pienso duplicar esa cifra antes de fin de año.
-Valen, te felicito, me alegra que te esté yendo tan bien. Lo que si te digo es que tengas mucho cuidado, ya hace tiempo que se está hablando de una burbuja en el mercado de hipotecas, y créeme que cuando las burbujas explotan se llevan todo puesto en cuestión de días.
Velntin me miró fijo, esta vez con una expresión que rebalsaba confianza y seguridad en si mismo.
-Vienen hablando de que va a explotar la burbuja hace 2 años, y mientras tanto yo me hago millonario. Quieren asustar a los miedosos para que no tengan acceso al dinero grande, y está bien que lo hagan. (pausa de 10 segundos). Igual, respeto mucho tu opinión, Fausto, vos estudiaste mucho del tema, yo soy poco menos que un analfabeto. Voy a tener en cuenta lo que me decís.
Hay que ser más “Valentín”.
La primera discusión con Inés es al día siguiente del encuentro con Valentín en la fiesta. Me dice de irnos de vacaciones a Europa en Julio, y cuando le pregunto de donde piensa que puedo sacar la plata para ello me dice que “Valentín nos regala el viaje!”. Me niego a aceptar ese tipo de regalos.
La segunda discusión es la semana siguiente, cuando me vuelve a preguntar por sus ahorros y yo le digo que siguen en la caja de seguridad del banco. Me recrimina mi falta de valentía, medio en chiste y medio en broma haciendo un juego de palabras con el nombre de su hermano (-si hubieses sido mas “Valentín” yo ya tendría el doble de lo que tengo), y la discusión va ganando intensidad hasta que me termina diciendo que quiere que le transfiera ese dinero a la cuenta de su hermano en la sociedad de bolsa para que él lo maneje, cosa que hago a la mañana siguiente.
Valentín comienza a invertir el dinero de Inés el 10 de Julio de 2007, y días más tarde, el mercado se derrumba cuando se comienza a hablar por primera vez, de manera seria, sobre la burbuja “subprime”.
Se produce un rebote hacia Octubre, pero según lo que me enteré más adelante, la posición de Inés nunca llegó a los “201”, es decir, siempre estuvo por debajo de 200.000 dólares desde el momento de compra hasta el momento de venta, que ocurre en Octubre del año siguiente. Se recuperan 20.000 dólares del total, mientras que Valentín no tiene la misma suerte y pierde todo su capital.
¿Disfruté el haber tenido razón, finalmente? Recuerdo un dicho zen que dice “Saber y no hacer, es aún no saber”. Mi mujer se sumó a la extensa lista de personas que invierten el dinero de una herencia de manera horrible, buscando desprenderse de él como si tuviese algún elemento culpógeno. Su hermano tuvo que salir a buscar trabajo luego de haber tenido más de 2 millones de dólares y no saber retirarse a tiempo.
Y yo, no gané ni en la subida ni en la bajada: el miedo me paralizó durante demasiado tiempo y mis profecías no sirvieron para nada.
Hacia principios del 2009, con el mundo que parecía venirse abajo y un sistema financiero americano al borde del colapso, volvimos a juntarnos los 3 para cenar en casa. Valentín había conseguido un trabajo en un broker inmobiliario que compraba propiedades devaluadas en Miami directamente en los remates que organizaban los bancos para desprenderse de las cientos de miles de propiedades que les quitaban a los dueños que no podían hacer frente a las hipotecas.
Se iba a vivir a Miami y brindamos por ello.
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