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La inflación y los más chicos.

Comparto con ustedes esta entrevista que me hicieron en el diario La Gaceta de Tucumán, el domingo  11 de Noviembre de 2012.

Un poco por diversión, otro poco por costumbre, el ahorro infantil sobrevive al paso del tiempo. Primero apareció la libreta de ahorro y después el “chanchito”, un instrumento que por estos días parece servir más que nada para aprender lo que es la inflación. Le pasó a Juana, protagonista del libro “La Princesa y su alcancía” (editado por el Banco Central). La pequeña había logrado juntar $ 20 para comprarse un disfraz y cuando fue a buscarlo descubrió que ya valía $ 21.

“Es la inflación, todo subió”, dijo la vendedora a la mamá de Juana. “¿Qué es la inflación?”, interrumpió la niña intrigada. Su mamá le contó que era algo que pasaba cuando los precios de las cosas aumentaban.

No es puro cuento. Los chicos que durante este año pudieron ahorrar, moneda a moneda, lo hicieron en general para comprarse un bien específico. Y, como en el mundo de los adultos, se vieron golpeados por la inflación (en promedio es de más de un 20% anual). A ellos, que no entienden mucho de economía nacional y devaluación, el hecho de no poder alcanzar sus objetivos les genera frustración y angustia, sostienen los expertos. Pero aconsejan no desalentar el hábito del ahorro, porque es algo que les servirá para toda la vida.

Los rostros de la desilusión aparecen en muchos locales: en los que venden juguetes, celulares y artículos de informática, en los indumentaria y deporte, en los de música y en los de videojuegos, entre otros. Los conoce bien Augusto Filgueiras, propietario de un negocio céntrico. “Muchos vienen con todo lo que juntaron en el chanchito, con sus moneditas y uno que otro billete grande, todo contado para llevarse un juego de la Play 3 o de la Wi. El tema es que si pasaron dos o tres meses desde que vinieron a averiguar el precio hasta que pudieron juntar para comprarlo, no les alcanza”, explica. Martina alcanzó a acopiar $ 700 desde comienzos de este año para comprarse la tablet que tanto quería. Un poco guardó de lo que le dan para gastar en el colegio, otro tanto llegó por los vueltos y no faltaron los abuelos y tíos generosos. Pero la semana pasada, cuando fue a concretar su anhelo, todo se desmoronó en un segundo: el vendedor le avisó que esa tablet (la más barata que había en el negocio) ya costaba $ 900. “Tuve que ayudarla porque se había puesto muy mal. A mí también me dio bronca y lástima por ella porque había puesto mucho empeño en sus ahorros”, cuenta Eugenio Acosta, el papá de la niña de 11 años. “Cuando salimos del local, me dijo: ‘yo así, papá, no ahorro más’. Y tiene razón, ya ni ellos se salvan de la inflación”, opina este visitador médico de 39 años.

“Lo más común es que los padres les terminen ayudando. O les dicen: ‘lo pago con tarjeta y vos me das todos los meses para la cuota’. Eso me parece bien porque de alguna manera los chicos tienen la obligación de pagar todos los meses por el artículo que adquirieron. Y de paso, se ahorran la angustia de no saber si podrán juntar o no la plata para una computadora, por ejemplo”, sugiere Mariano Negriti, empleado de una casa de electrodomésticos. Rocío Hidalgo, encargada de una casa de deportes, no cree que lo de las tarjetas de crédito sea una buena opción. “Ahí les están inculcando la costumbre de endeudarse, un hábito que ya está demasiado extendido entre los adultos, y así nos va. Es preferible que ahorren hasta cierto punto y después uno los ayude”, señala la empleada, mientras exhibe unos botines de fútbol. Es uno de los objetos más preciados por los varones. “Muchos chicos juntan para comprarse el último modelo que usan los deportistas. El incremento de precio en estos artículos es constante. Los de marca ya cuestan entre $ 500 y $ 1.000. Juntar este dinero puede demandarle a un chico entre seis y nueve meses de ahorro, o más. Para dar un ejemplo, un calzado de estos que en marzo costaba $ 380, ahora vale $ 499”, comenta.

“Les gusta la plata”

En sus “chanchitos” hay desde monedas hasta billetes de $ 100. Y varios. “En general, a los chicos les gusta tener plata. Prefieren guardar su propio dinero para comprarse algo; tienen un objetivo”, señala Mirta Banegas, contadora. Según cuenta, hay niños que desde pequeños tienen “pasta comercial”: hacen lo que pueden y lo venden, o realizan quehaceres de la casa a cambio de monedas. Otros desarrollan un verdadero espíritu financista: les prestan dinero a sus padres y luego les cobran intereses. “Todo se aprende en la casa. El ahorro es algo que se inculca en la infancia. Si no se lo incorpora en esta etapa, después cuesta un montón”, aclara. Y señala lo bueno del acopio: aprenden a administrar su dinero, a tener objetivos y a ser constantes. “Aprenden también a sobrevivir en épocas de inflación”, destaca. Según la experta, para evitar que los aumentos de precios no sean un golpe a la ilusión de los chicos tal vez haya que sugerirles que sus objetivos prevean las fluctuaciones del mercado.

Desde niños hay que enseñarles cultura financiera, según el economista Nicolás Litvinoff

La casa es el mejor lugar para aprender a desarrollar los hábitos financieros. Así comienza la charla con Nicolás Litvinoff, asesor financiero y autor del libro “Es tu dinero”. Según el economista, es fundamental motivar a los chicos para que aprendan a planificar sus gastos.

“El ahorro es algo muy importante, pero no lo es todo; no garantiza que te va a ir bien en tus finanzas. A los chicos hay que enseñarles a ahorrar, a generar ingresos y también a invertir”, remarca el experto, que es director del sitio web estudinero.net.

Según los especialistas, desde los siete años un niño comienza a darle valor al dinero. “Cuanto más temprano se empiece a instruirlo, mejor será. Hay juegos específicos que permiten aprender el manejo de dinero y bienes, como ‘El Estanciero’ o ‘Monopolio’. Actualmente, existen otros entretenimientos, como el ‘Cash flow’, que son muy útiles para inculcar ideas financieras como ingresos pasivos”, señala.

Según Litvinoff, es normal que los chicos puedan sentir frustración cuando ven que la inflación se lleva una buena parte de sus ahorros. “Por eso es mejor enseñarles que el dinero no tiene por qué estar quieto, que con eso que guardamos podemos generar más dinero”, explica.

Para que los más chiquitos puedan invertir, hay varias alternativas: “la más común es abrir un plazo fijo, que si bien no le ganará a la inflación a los chicos les entusiasma saber que han puesto un dinero y después de unos meses tienen un poco más. Otra opción es invertir en cheques de pago diferido, en bonos argentinos o extranjeros y fideicomisos públicos o privados. Por supuesto, que deben estar siempre acompañados por sus padres. No hay que subestimar la potencialidad de los chicos. Muchos de los hombres más ricos del mundo comenzaron a invertir su dinero como un juego, desde niños, cuando tenían 11 o 12 años”, concluye el economista.


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