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Prestar dinero a familiares y amigos, ¿sí o no?

“Por prestar dinero gané un amigo, por cobrarle lo perdí”.

La frase que comienza esta columna es tan popular y conocida que, de alguna manera, pocos podrían discutirla. No obstante ello, mi opinión es que es totalmente falsa.

Veamos a continuación los fundamentos desde las finanzas personales por los cuales cuestiono esta creencia junto con otra también muy instalada y aceptada que dice que nunca hay que prestarles dinero a familiares y amigos.

EL PEDIDO

Como si fuese una película, en la escena del pedido intervienen al menos dos protagonistas principales: el potencial deudor y el potencial prestamista.

Esta secuencia será reconocida por muchos: a lo largo de su vida, es muy difícil que el lector no la haya protagonizado, ya sea de uno u otro lado.

Dado que el tema puede ser muy general y tener muchas aristas, vamos a contextualizar la situación: estamos hablando de dos amigos que se conocen hace 10 años, y el monto solicitado son 5000 pesos.

La forma de estructurar el pedido por parte del deudor será importante para la decisión que debe tomar el prestamista, pero vamos a asumir que promete devolver el dinero en tiempo y forma, que es lo que sucede en la mayoría de los casos (si en un ataque de sincericidio el deudor afirmase que no tiene idea si podrá pagar o no, la cuestión cambiaría radicalmente: ya no se trataría de un préstamo y sería explícito para el prestamista que el riesgo de perder parte o todo del capital prestado es realmente alto).

Ante este requerimiento: ¿cómo evalúa el prestamista el otorgamiento o no del préstamo? “La mitad de la biblioteca” afirmaría que el prestamista (en caso de tener el dinero) debería acceder, porque “para eso están los amigos”, mientras que la otra mitad citaría la frase del comienzo para justificar su oposición u otra frase que va en la misma dirección: al prestarle dinero a un amigo se corre el riesgo de perder la amistad y la plata.

Yo no estoy de acuerdo con ninguna de las dos posturas, ya que pienso que el prestamista deberá tomar en consideración varios aspectos a la hora de tomar su decisión que no pasan por cuánto lo quiera a su amigo u otros aspectos afectivos que pueden esconder ciertas distorsiones peligrosas.

LA DECISIÓN

Decidir si prestar o no dinero en función de la relación que se tiene con el deudor es una equivocación sideral.

Lo primero que tiene que tener en cuenta el prestamista es que, por más que lo quiera negar, a raíz del pedido de préstamo efectuado por el deudor, la amistad está en peligro sea cual sea su decisión, y esto ocurre por algo que escapa a su deseo y es más responsabilidad del deudor que de él.

Una vez aceptado esto viene la parte en la cual hay que utilizar el aspecto vincular para llegar a la resolución: por ser amigos, el prestamista sabe cómo es la relación del deudor con el dinero y esto representa la parte más importante del asunto. Sabe si es una persona responsable o no, y si tiene antecedentes de honrar o no sus compromisos financieros. Es posible que sepa incluso, aunque no sea al detalle, si ya tiene deudas contraídas con el banco o con las tarjetas de crédito, o puede en todo caso preguntarlo.

Si, conocido esto, el prestamista llega a la conclusión de que el deudor tiene una relación conflictiva con el dinero, entonces la respuesta a la solicitud del préstamo debe ser negativa sin lugar a dudas. Prestarle dinero para “ayudarlo” sería un grave error, porque no solo no lo ayudaría sino que la amistad comenzaría con ello su cuenta regresiva.

Si el deudor no devuelve el préstamo, el prestamista optaría por asumir que se lo “regaló” para ayudarlo en vista de la amistad que tienen, pero este autoengaño tendría poca vida: ante cualquier gasto que realice el deudor (vacaciones, cenar afuera, comprarse ropa, etcétera) sin haberle devuelto antes el dinero, el prestamista se sentirá estafado y es muy probable que se ofenda irremediablemente.

Por el contrario, si previo a tomar la decisión el prestamista llega a la conclusión de que el deudor es una persona responsable y “prolija” en términos financieros, y que se encuentra pasando por una situación transitoria de falta de capital, entonces el préstamo podría ser viable independientemente de su relación vincular. Si este fuese el caso, se recomienda tomar ciertos recaudos en cuanto a su instrumentación.

LA INSTRUMENTACIÓN

El principal consejo pasa por poner por escrito todas las características del préstamo. Esto debe ser impuesto por el prestamista como condición, al mismo tiempo que debe explicar que no lo hace por desconfianza: existen múltiples motivos que justifican la conveniencia de esto, desde la necesidad de que haya un registro para evitar olvidos o malosentendidos hasta el hipotético caso de que a alguno de los dos le pase algo.

Dentro de la instrumentación tenemos otro tema polémico: ¿el prestamista debe cobrar o no intereses por el préstamo? Mi opinión es que sí, y más en un contexto inflacionario como el que estamos viviendo.

Los mismos deberían ser similares a los que paga un plazo fijo (aproximadamente 17%) o una inversión similar, buscando que el prestamista no tenga un “lucro” con ello sino que trate de mantener el poder adquisitivo de su capital.

Si el prestamista decide no cobrar intereses al deudor, debe saber que le está “regalando” dinero de alguna manera, ya que existe un costo de oportunidad, que representa los intereses o ganancia que podría percibir si invirtiese en cualquier instrumento o negocio.

CONCLUSIÓN

El objetivo de esta columna es ayudar a la gente en cuestiones de finanzas personales sobre las cuales existe poco y nada de bibliografía, referida a la relación de las personas con el dinero cuando se mezcla el costado emocional.

En el caso citado, pueden existir muchas posturas en cuanto a lo que hay que hacer, así como también experiencias positivas y negativas (aunque más de estas últimas) como resultantes.

Como aspecto más importante de lo analizado, se hace especial hincapié en aislar el componente emocional al analizar la conveniencia o no de realizar el préstamo, y evaluar la capacidad de repago del amigo y potencial deudor de manera imparcial.

Si el análisis es hecho de manera responsable, sea cual sea la decisión tomada, se habrá logrado el objetivo de máxima tan difícil de conseguir en estos casos: conservar la amistad y el dinero.

Esta nota fué escrita por Nicolás Litvinoff y publicada por el diario La Nación el día 10 de septiembre de 2013.


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