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Vagancia y dinero.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

Vagancia: pereza, holgazanería, falta de ganas de hacer algo.

La palabra vagancia supo tener desde siempre una connotación negativa y hasta incluso peyorativa para la humanidad: en las economías capitalistas, el “vago” no produce y es considerado un estorbo.

La vagancia o pereza tiene, sin embargo, cuestiones e interpretaciones que algunos pensadores modernos comienzan a discutir al ritmo de los cambios tecnológicos, sobre todo en el ámbito del trabajo y el dinero, como veremos más adelante.

Entender estos cambios y el nuevo significante puede mejorar la vida de personas que aún hoy se manejan con modelos que caducaron con la revolución industrial primero y con la actual era digital de manera más reciente.

VAGANCIA Y TRABAJO: EL OCIO PRODUCTIVO

Una de las razones por las cuales la vagancia tiene mala fama en la sociedad está relacionada con la idea de que ese comportamiento implica más trabajo para los demás. En la antigüedad, el vago o perezoso evitaba realizar el trabajo físico, haciéndose el “distraído”, mientras otros trabajan a sol y sombra.

El tema es que hoy en día, con una parte cada vez más importante de la población que pasa sus días en la oficina detrás de un escritorio, la nueva vagancia no tiene nada que ver con el trabajo físico, sino que es más una cuestión de miedo.

En su libro ¿Qué piensas hacer con ese pato?, Seth Godin, uno de los gurúes estadounidense de marketing más reconocidos del mundo, afirma: “Para los que trabajan con ideas, un mal uso de Twitter, Facebook y otras variedades de redes digitales es la manifestación definitiva de la procrastinación”. Este autor, que posee uno de los blog más consultados del momento, considera que evitar realizar las llamadas comerciales que hay que hacer, inventar algo nuevo o ejecutar una idea productiva no tiene que ver con evitar el trabajo físico, sino que está más bien relacionado con una “vagancia emocional” que tiene sus orígenes el miedo al fracaso.

Ernie J. Zelinski, otro escritor canadiense que profundiza sobre el tema en su libro El éxito de los perezoso va incluso más allá al plantear una “pereza productiva” en donde los momentos de ocio propician las ideas lucrativas que realmente producen un cambio en la realidad de las personas.

VAGANCIA Y DINERO: ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO POR TUS FINANZAS PERSONALES?

En lo referente al dinero, autores de libros que han vendido millones de ejemplares alrededor del mundo como Robert Allen, Robert Kiyosaki y Napoleón Hill abren una polémica interesante. Ellos se focalizan en la idea de “poner al dinero a trabajar para uno”, echando por tierra el concepto del trabajo arduo como generador del mismo.

En su libro Padre rico, padre pobre, Kiyosaki plantea la diferencia entre el “ingreso activo o lineal” y el “ingreso pasivo o residual”. El primero es aquel ingreso que se obtiene exclusivamente como retribución al trabajo y requiere de esfuerzo inmediato, pero sobre todo de tiempo para ser generado.

Por el contrario, el otro ingreso es aquel que se genera sin la necesidad de estar presentes gracias a algún activo físico, la inversión o la creación de un sistema de negocios que no requiere nuestra presencia.

La generación de ingresos pasivos, al no requerir de ningún esfuerzo posterior, podría ser vista como un síntoma de vagancia para quien no logra implementarla. Basándonos en la connotación negativa que esa palabra tiene en nuestra sociedad, es entendible que la mayoría de la gente desestime esta alternativa y siga eligiendo el sacrificio y el trabajo duro como única forma de generar el dinero necesario para la subsistencia.

CONCLUSIÓN

Sabemos ahora que la vagancia no está relacionada hoy en día con trabajar mucho o trabajar poco: estar ocupado ya no es lo mismo que ser productivo.

En lo referente al trabajo, estar sin hacer nada no es más un síntoma de vagancia porque nadie se encuentra “mirando al vacío” mucho tiempo hoy en día: la irrupción de Internet eliminó de manera directa el “tiempo muerto” y hoy es prácticamente imposible distinguir si esa persona que mira de manera atenta la pantalla de su dispositivo está haciendo algo productivo o no.

Mantener conversaciones difíciles pero necesarias con el jefe o los clientes, implementar nuevas ideas y trabajar en lo que realmente nos gusta sin importar el miedo al fracaso tiene que ver con combatir la vagancia en este campo.

En lo relativo al dinero, en cambio, la vagancia se deja de lado al convencerse que es posible convertir el dinero de nuestros ahorros en empleados que trabajarán para nosotros. Esto se logra aumentando la cultura financiera, aprendiendo sobre las distintas posibilidades de inversión disponibles hoy en día y emprendiendo negocios nuevos, si es posible aprovechando las infinitas posibilidades que Internet nos ofrece día a día.

Retomando el tema de la nueva “vagancia emocional”, surgida con el cambio de era, podríamos afirmar que en la actualidad y en lo relacionado con el dinero desestimar la búsqueda de ingresos pasivos es una forma de pereza moderna que impide concentrarse en los aspectos que podrían mejorar nuestra calidad de vida: la tan ansiada independencia financiera llega en el momento en el cual esos ingresos pasivos o residuales exceden los gastos fijos.


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