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3 riesgos para tus finanzas.

Especial para el diario La Nación.

Riesgo al ataque de los fondos buitre, riesgo país, riesgo de default, riesgo de invertir en pesos, riesgo de inflación…los argentinos estamos acostumbrados a convivir en un contexto marcado por el riesgo, y las decisiones de financiamiento o inversión que tomemos dependerán en gran medida de él y su entendimiento.

Podemos definir al riesgo en general como el grado de vulnerabilidad que se tiene ante un potencial perjuicio o daño al iniciar una determinada acción, aunque muchas veces el riesgo puede surgir también de la inacción. Pero es importante resaltar que el riesgo se refiere a la posibilidad de daño, y no al daño en sí. Más aún: la palabra riesgo proviene del latín riscare, que significa “atreverse”.
De lo dicho se desprende la importancia de analizar en profundidad cuáles son los distintos tipos de riesgos y las alternativas para manejar exitosamente los mismos, quitándole a esta palabra su clásica connotación negativa para alinearla con nuestros objetivos de financiación o inversión.
Veremos a continuación los tres riesgos más importantes a los que se encuentra expuesto un inversor argentino y algunos consejos prácticos para entender y minimizar los mismos.

 1) RIESGO DE INFLACIÓN

Este tipo riesgo se traduce en una pérdida de poder adquisitivo para las personas que tienen ingresos fijos en pesos. El aumento de los precios en la economía por encima del aumento del salario producto de la negociación de las paritarias hace mermar el poder adquisitivo de las personas, empobreciéndolas en cuanto a la cantidad y calidad de bienes y servicios a los que pueden acceder.

La inflación representa por ello uno de las mayores preocupaciones hoy en día para los argentinos, pero el miedo que produce hace a su vez que el análisis de riesgo y el accionar posterior sean en su mayoría equivocados.
Existen diferentes alternativas para “ganarle” a la inflación y reducir su riesgo en nuestra economía doméstica, como ser adelanto de consumo corriente, compra de bonos que ajusten por CER y la inversión en Bolsa.
La compra en cuotas fijas en pesos no representa una forma recomendada de reducir este riesgo ya que la “cobertura inflacionaria” suele ser colocada por el vendedor en el precio total del bien o servicio, produciendo que la supuesta licuación de valor por el alza de precios posterior sea solo una ilusión.
Tampoco representa una buena interpretación del riesgo inflacionario el creer que podemos eludir el mismo aumentando el valor de los servicios o bienes que vendemos más de lo que lo hace “el vecino”, porque ello supone el principio de un espiral inflacionario en donde se perjudican todos.
Resumiendo: el mayor riesgo inflacionario tiene que ver con dejarse llevar por la inacción o el gasto compulsivo que genera; y la mejor forma de manejar el mismo está relacionada con mantener la mente fría y buscar posibilidades de inversión en donde nuestro dinero tenga una rentabilidad mayor o igual a la tasa de inflación esperada.

2) RIESGO DEVALUATORIO

El riesgo devaluatorio está relacionado con la inflación pero va incluso más allá: es el riesgo a que la moneda de curso legal en la Argentina, el peso, pierda valor con respecto al dólar y al resto de las monedas más utilizadas en el comercio internacional.
La ocurrencia de ello encarece la importación de insumos, los viajes al exterior y la sensación de riqueza de los agentes económicos.
Pero donde muchos ven un riesgo, otros ven una oportunidad. Tal es el caso de los bancos, para quienes la devaluación de enero significó una ganancia de 9737 millones de pesos, correspondientes a un tercio de todas sus ganancias de 2013.

¿Cómo hicieron los bancos para embolsar tan suculenta ganancia? Muy simple: dolarizando más de dos tercios del total de sus activos.
¿Puede el ciudadano común replicar este tipo de comportamiento de manera tal de reducir el riesgo devaluatorio en su patrimonio? La respuesta es afirmativa. Además de los dólares que pueden ser comprados libremente en los bancos comerciales (que tienen un límite más bien bajo) cualquier persona puede abrir una cuenta en una sociedad de Bolsa para comparar la cantidad de dólares que desee a un valor que se ubica en aproximadamente 11,80 pesos, conocido justamente como dólar bolsa.

 3) RIESGO CREDITICIO (SUBA DE TASAS)

El riesgo crediticio o de suba de tasas atañe a quienes han solicitado o piensan solicitar préstamos en un momento en el que las tasas de interés se han disparado en el sistema financiero gracias a una estrategia monetaria llevada a cabo por el Gobierno con el fin de contener el aumento del dólar paralelo.

Para aquellas personas que se encuentran actualmente pagando las cuotas de préstamos hipotecarios o prendarios este riesgo representa una preocupación constante, al aumentar la ponderación del pago de la cuota en el total del presupuesto familiar mensual.
Para reducir este riesgo, existen dos cosas que se pueden intentar hacer. La primera pasa por intentar precancelar aquellos pasivos cuyo sistema de amortización favorezca este tipo de operatoria, de manera tal de bajar los costos financieros asociados al pago de una cuota en franco aumento.
La segunda es evitar seguir endeudándose vía medios de financiación alternativos como las tarjetas de crédito a los créditos informales a sola firma, ya que estos mecanismos cuentan con las tasas más altas del sistema y lo que parece un alivio en el corto plazo podrían representar una seria complicación en el mediano.
Por último, se puede también “cruzar los dedos” y esperar que la iniciativa de control de tasas llevado a cabo por el Gobierno tenga éxito en contener el alza de costos financieros embebidos en los préstamos producto de un contexto económico que no acompaña demasiado.

 CONCLUSIÓN

Hemos descripto tres tipos de riesgos que no se deberían pasar por alto si se tiene como objetivo mantener las finanzas personales equilibradas.

Con ello, hemos dado el primer paso recomendado para encarar de manera exitosa el problema, que pasa por la identificación de los riesgos y el determinar cuáles son las exposiciones más importantes que debemos afrontar (que claramente no serán las mismas para todas las personas).
El segundo paso, una vez realizada la identificación, tiene que ver con la evaluación, que no es ni más ni menos que la cuantificación de los costos asociados a los riesgos que ya han sido identificados.
¿Esperamos una inflación del 35% para el 2014? ¿Pensamos que el dólar blue puede subir hasta los 13 pesos? ¿O que el CFT (costo financiero total) de los préstamos puede escalar al 60% en el caso de préstamos prendarios? Todos esos escenarios posibles junto con el daño que producirían en caso de no hacer nada deben ser tenidos en cuenta en nuestro análisis.
El tercer y último paso está relacionado con la selección de métodos de administración de riesgos, que dependerá de la postura que se quiera tomar: evitar totalmente el riesgo, prevenir y controlar las pérdidas (es decir, disminuir la gravedad de las mismas), retención del riesgo (saber que el riesgo existe pero elegir asumirlo de todas maneras) o transferir el riesgo (vender el activo riesgoso a otra persona o comprar una póliza de seguro o similar).
Cualquiera de estos caminos puede ser recomendable teniendo en cuenta la situación particular de cada uno. La inacción, la queja como un lugar repetitivo y la negación de la realidad existente, por el contrario, no hará más que seguir aumentando los riesgos que ahora sabemos que existen y que amenazan nuestro patrimonio e ingresos corrientes


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