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¿Y si empezamos a hablar de dinero?

Especial para el diario La Nación.

Conocemos muchas cosas de nuestros amigos: quiénes son las mujeres que les rompieron el corazón, la pasión por sus equipo de fútbol, sus lugares preferidos para vacacionar, etcétera.

Seguramente tenemos también mucha información acerca de nuestros hermanos o primos: sus comidas preferidas, que música les gusta, qué suelen regalar para Navidad, entre otras millones de cosas.
Y de nuestra pareja, seguramente lo sabemos todo.
Nos gusta sentir que sabemos mucho de las personas que queremos, que realmente las conocemos y que no tenemos problemas en hablar de cualquier cosa que haga falta.
Pero hay un tema que siempre se prefiere evitar o del que se elige hablar de manera indirecta, que suele elevar los niveles de incomodidad a tal punto que a muchos se les hace insostenible. Este tema tabú es sin dudas el dinero: ¿Cuánto ganan por mes nuestros amigos? ¿Qué cantidad tiene ahorrado realmente nuestra pareja?
Pero lo más llamativo de todo esto es que, lo aceptemos o no, no hay cosa más presente en nuestra vida que el dinero, por más que muchos puedan acusar de materialista o superficial al que piense de esa manera. Los argumentos son fuertes: lo usamos día a día para viajar al trabajo, comer, comprar las cosas que queremos, pagar los impuestos, hacer regalos, ayudar a otros o ir a ver en vivo un Mundial, entre otras cosas. Y aún así, solemos sentir incomodidad, vergüenza y hasta falta de educación para abordar el tema.
¿Qué rol juega el dinero en las vinculaciones? ¿Cómo debemos manejarnos cuando se presentan temas monetarios en la pareja, en la familia o con nuestras amistades? ¿Puede la falta o la abundancia de dinero acercarnos o separarnos de un ser querido?
Buscaremos juntos algunas respuestas a estas preguntas analizando las vinculaciones más importantes que se suele tener en la vida: familia, amigos y pareja.
DINERO, FAMILIA Y AMIGOS.
“Vive de tus padres hasta que puedas vivir de tus hijos”.
Anónimo.

La familia es la base de todo: las enseñanzas en nuestra niñez y adolescencia formarán parte de nuestra estructura psíquica y nos acompañarán toda la vida.
¿Pero qué pasa con el dinero en el seno familiar? La mayoría de las familias prefieren evitar el tema, e incluso muchas les dan una connotación negativa (“no se habla de dinero en la mesa”). Los padres no saben cómo educar financieramente a sus hijos dado que a ellos mismos nunca les enseñaron nada al respecto, y suelen cometer errores importantes tanto en la escasez como en la abundancia.
En la escasez, la connotación negativa hacia “el vil metal” mencionada anteriormente es moneda corriente, mientras que en la abundancia la sobreprotección que genera hijos dependientes al poder económico de sus padres puede ser también un denominador común.
La conveniencia o no de pedir prestado dinero a familiares y los problemas que suelen surgir en torno a la herencia también se enmarcan en este ítem .
Con respecto a la primera cuestión, se recomienda pensar en familiares únicamente como prestadores de última instancia, es decir, evitar por todos los medios posibles tener que recurrir a ellos ante una necesidad monetaria. La razón de ello es que se mezclan sentimientos, deberes e interés, cosas que a priori pueden provocar una fisura en un vinculo que se mantendrá más sano y duradero alejado de esas cuestiones complejas que suelen colocar en una situación delicada a ambas partes (deudor y prestamista).
Con respecto al tema de la herencia, son pocos los que se atreven a hablar de la muerte propia o de la otra persona de manera honesta, franca y directa. ¿A quién le correspondería romper el hielo? Los padres/abuelos no lo hacen porque sienten que con ello “llamarían a la muerte”, porque no quieren que sus hijos se preocupen al pensar que tienen alguna enfermedad y por ello el planteo, o simplemente porque se sienten jóvenes aún y ven la muerte como algo lejano.
Por su parte, los hijos se llaman a silencio porque no quieren
que sus padres piensen que les están “contando las costillas”, porque sienten que sus progenitores deberían ser quienes encaren el tema o porque directamente no se animan.
La primera solución a este problema es hablar del tema de manera abierta, reconociendo que nadie es inmortal y planificando el aspecto legal y sucesorio a fin de evitar gastos innecesarios.
La segunda solución (que es mejor que la primera) es no solo hablar sino dejar asentado de manera escrita cuáles son los bienes, ahorros y demás pertenencias con las que se cuenta y si existe algún deseo de reparto especial entre los herederos que no sea en partes equitativas. Esto se puede hacer mediante un acta ante escribano o de manera más informal, pero con todas las partes involucradas presentes y con dos testigos de confianza de la familia.
Con respecto a la incidencia de lo material en las amistades, lo dicho frente a los pedidos de préstamos monetarios aplica también a este ítem.
DINERO Y PAREJA
Bien me quieres, bien te quiero, no me toques el dinero.
Joan Manuel Serrat, canción “Disculpe el señor”.

En la pareja, el tema del dinero es una de las mayores fuentes de conflicto. Generalmente, estos temas se relacionan con un desequilibro de control y poder en la relación, y puede afectar la comunicación, la intimidad y hasta vida sexual de la pareja.
Los desencuentros con respecto a qué gastos afrontar tanto a nivel individual como vincular suele ser el principal tema de discusión. Es importante tener en cuenta que cuando dos personas comienzan su relación, generalmente evitan hablar de temas monetarios, y la noción romántica del amor hace que se tengan pensamientos mágicos en este campo en donde, por más diferencias que se puedan percibir, el tiempo y la pasión harán que las cosas se acomoden.
Lo que termina sucediendo es que la situación, lejos de arreglarse mágicamente, con el paso del tiempo, tiende a empeorar e incluso puede desembocar en una separación.
Las parejas deberán afrontar juntas una serie de gastos y decisiones importantes desde el momento mismo que formalizan la relación: fiesta de casamiento, el lugar donde vivir y su acondicionamiento, gastos cotidianos y extraordinarios, vacaciones, colegio de los hijos…
El mejor camino para evitar que los distintos puntos de vista con respecto al dinero se transformen en una “bola de nieve” pasa por hablar semanalmente con la pareja sobre la economía doméstica y los gastos, buscando negociaciones en donde ambos queden satisfechos y eviten problemas presentes y futuros. Por ello, la planificación conjunta de lo que se desea obtener en el terreno material para los próximos 10 años puede ser una excelente idea para no encontrarse luego con diferencias de criterios que pueden complicar seriamente la dinámica de la relación.
Si los problemas ya surgieron, entonces es importante buscar solucionarlos a la brevedad posible: ser imparcial o indiferente puede agravar el tema y determinar la suerte de la pareja en el mediano plazo.
CONCLUSIÓN
Quitarle la connotación de tabú al tema aprendiendo de otros países, como los Estados Unidos, en donde nadie tiene reparos en decir cuánto gana en términos anuales, puede aumentar la calidad de nuestras vinculaciones y disminuir los conflictos y peleas originadas por las suposiciones erróneas, los resentimientos y las equivocaciones que el silencio trae aparejado.
Comenzar a abordar estos temas ahora mismo en el núcleo familiar, con los amigos o la pareja, se presenta como un primer paso para aquellos que quieran acceder a una etapa de relaciones más sanas, confiables y duraderas.


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