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Claves para combatir la incertidumbre económica.

“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”.
Mario Vargas Llosa

 La incertidumbre hace referencia a una situación futura que no sabemos cómo puede desarrollarse y cuánto puede afectarnos.

Sentimos incertidumbre al experimentar situaciones para las cuales no tenemos una respuesta y ello nos imposibilita elegir la mejor conducta a seguir. Las dudas crecen alimentadas por la falta de predicción de los resultados y la pérdida de control sobre lo que está sucediendo.

Es importante destacar que no todos reaccionan de la misma manera frente a los cambios y la incertidumbre: mientras algunos aprenden a convivir y hasta sacar provecho de ello, otros caen fácilmente en la ansiedad y el estrés desmedido.

En el plano personal y de la salud, puede ser mayor el monto de angustia cuando, por ejemplo, el médico comunica al paciente la existencia de una afección sin un diagnóstico preciso que cuando se comunica una enfermedad severa.

En el plano económico sucede algo parecido: es mayor el grado de infelicidad y preocupación ante la posibilidad de ocurrencia inmediata de una crisis financiera que el que se experimenta cuando la misma está teniendo lugar.

El ser humano parece lidiar mucho mejor con una desagradable certeza que con la incertidumbre. Y los argentinos, desafortunadamente, estamos acostumbrados en las últimas décadas a movernos en un mar de incertidumbre económica.

Pero esta incertidumbre constante en nuestras vidas no quiere decir necesariamente que sepamos convivir con ella de manera inteligente, lo que lleva a una gran parte de la población a sufrir efectos derivados negativos como la ansiedad, depresión, autoboicot financiero y toma de decisiones equivocadas.

¿Se viene otra devaluación del tipo de cambio? ¿Aumentará el desempleo? ¿El conflicto con los fondos buitre nos arrastrará a una crisis financiera terminal? Claramente, no tenemos las respuestas a estas preguntas, pero sí podemos trabajar sobre la manera en la que podemos evitar que el temor a que ello ocurra genere un efecto contagio que termine repercutiendo en nuestro presente personal y económico llevándonos a tomar decisiones equivocadas respecto a situaciones que luego pueden no materializarse.

ENFOQUES DIVERSOS

Los poskeynesianos representan una corriente de pensamiento económico basada en la reinterpretación de las ideas de John Maynard Keynes, uno de los más reconocidos economistas de todos los tiempos.

Estos economistas afirman que entre las miles de sensaciones que puede vivir el ser humano, la incertidumbre es de las que menos puede tolerarse.

Muchas de sus conclusiones difieren de las que se encuentran en la escuela neokeynesiana, al otorgarle un alto grado de importancia a la incertidumbre y la no ergodicidad del proceso económico. Este concepto tomado de la física de que el mundo es no ergódico hace alusión a que no se pueden realizar predicciones del futuro en base a estudios econométricos y estadísticos del pasado, lo que cuestiona seriamente ciertos pilares de la economía clásica.

Para los neokeynesianos, entonces, el concepto de incertidumbre se transforma en incertidumbre radical, en donde el futuro es imprevisible y no se puede conocer utilizando herramientas de la estadística, ya que se desconocen tanto las probabilidades que deben asignarse como el conjunto de estados posibles. Por lo tanto, lo único que importa es la confianza del que decide.

Pero…¿significa esto que todo es azaroso y que el grado de incertidumbre económica no puede siquiera medirse de manera cuantitativa para tratar de determinar su influencia en las decisiones que deben tomar los habitantes de un país?

En España parecen refutar esta idea al haber creado el índice de IESE de Incertidumbre Económica. Este índice fue elaborado por el International Center For Decision Making (ICDM) y busca medir el grado de incertidumbre existente sobre la coyuntura económica.

Para su composición, se toma en cuenta el IBEX 35 (Índice de la Bolsa Española), el tipo de cambio dólar/euro, el precio del barril de petróleo Brent y el valor del bono del tesoro español a 10 años.

Este indicador está ajustado de manera tal que el resultado del cálculo fluctúe entre 0 y 200 (valores menores a 100 significan una caída en la incertidumbre mientras que valores por encima de ese nivel son interpretados como un aumento de la misma).

Durante la crisis europea de los últimos años, el valor se disparó a niveles cercanos a los 200 puntos (en 2008), pero luego ha disminuido paulatinamente hasta llegar a los 25 puntos en el corriente año.

De lo expuesto se desprende la influencia de ciertas variables económicas en la sensación de incertidumbre y la factibilidad en cuanto a la elaboración de índices que contengan a las mismas y aporten una medida cuantificable que permita tomar decisiones sobre una información libre de sesgos subjetivos.

CONCLUSIÓN Y POTENCIALES SOLUCIONES

El primer paso es preguntarse si en este tiempo presente la situación financiera realmente nos está afectando o si lo que nos produce estrés tiene que ver con el temor a lo que pueda pasar y cómo ello pueda perjudicarnos.

Si luego de este análisis llegamos a la conclusión de que nos está afectando en el presente, entonces es importante enfrentar el problema con responsabilidad, llevando a cabo acciones tales como recorte de gastos innecesarios, elaboración de un presupuesto financiero y posterior cumplimiento y búsqueda de otras fuentes de ingresos alternativas.

Hablar una y otra vez del problema y “darse manija” junto con otras personas que también se encuentran atemorizadas por la situación no parece una buena idea en momentos en los cuales es necesario tener la mente fría como para poder alejarse del problema y analizar su peligrosidad real y no aparente desde distintas ópticas.

Napoleón Hill, best seller autor americano de libros de autoayuda financiera, sostenía que una potencial solución a estos temas pasa por convertirse en un “detective” de los pensamientos negativos, para luego desarticularlos, preguntándonos cuestiones tales como: ¿Existe realmente la posibilidad de que pierda todo mi dinero y caiga en la pobreza? ¿Poseo un fondo de reserva para vivir 6 meses en caso de emergencia? Y pasados esos 6 meses, ¿tendría gente dispuesta a ayudarme? ¿Cuánto tiempo tardaría en volver a valerme por mis propios medios?

En muchas ocasiones, no obstante, la solución es tan simple como esperar, y mientras tanto seguir haciendo nuestra vida con normalidad. Esto no quiere decir olvidarse o negar la situación, sino dejar que la vida fluya y las cosas se vayan desplegando por si solas, sin forzarlas.

Muchas veces, lo que define nuestra suerte no es el grado de anticipación que podamos tener hacia las potenciales amenazas sino la actitud de tranquilidad y aceptación que adoptemos hacia las mismas.


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