“Te drián que es una locura cuando les cuentes; te dirán como lo harían ellos cuando te vean decidido y finalmente te dirán que siempre confiaron en vos cuando lo logres”.
Anónimo.
Anónimo.
Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
En la columna de hoy veremos cómo hacer para que nuestra mente funcione como la de un emprendedor y las razones que hacen que haya un puñado de personas que materializan fácilmente sus ideas, versus una gran mayoría que no puede (ni se plantea) abandonar la mentalidad del eterno empleado. Analizaremos las frases más comunes capaces de boicotear un proyecto potencialmente exitoso, y sus consecuencias.
Nos enfrentamos a una realidad que muchos no quieren (o no pueden) ver. A aquellos que venden talento les irá cada vez mejor y a los que venden horas les irá cada vez peor. La razón es muy simple: con el aumento de la desocupación en las mayores potencias del mundo (Europa, EEUU) y las crisis financieras, cada vez hay más gente dispuesta a trabajar por menos. La competencia se volverá más salvaje para aquellos que estén dispuestos a trabajar en proyectos ajenos y busquen comodidad, mientras que aquellos que aprendan a incorporar hábitos emprendedores, especializarse y vender su talento, podrán aprovechar inteligentemente las ventajas de la Web para multiplicar sus ingresos.
¿Qué trabajo harías independientemente de la remuneración que te aporte? Esa es la primera pregunta que hay que hacerse.
Pensemos un segundo esto: en el fondo, todos somos emprendedores en potencia, pero sólo algunos logran romper los obstáculos psicológicos para llevar a la práctica sus ideas.
De hecho, toda empresa exitosa fue alguna vez una idea que nació en la cabeza de alguien. Ese “alguien”, seguramente tenía dudas y miedos en un principio, y también es muy factible que la haya compartido con conocidos, colegas, amigos o familiares.
Generalmente, una nueva idea viene acompañada de problemas (u originada por), y la gran mayoría suele darle más ponderación a los defectos de implementación, costos, competencia, demanda, etc. que a los beneficios que podrían llegar a obtenerse.
Por este motivo y por el miedo al fracaso, muchos proyectos que podrían ser geniales, quedan en la nada o vemos, llenos de bronca, cómo otra persona los lleva a la práctica de manera exitosa, mientras nosotros todavía seguimos dudando.
En esa etapa “verde” de la idea o proyecto, se suele estar muy atento al feedback que podamos recibir del núcleo de confianza o pertenencia, que muchas veces por motivos que son difíciles de atrapar (temor, envidia, fracasos propios, sobreprotección) terminan emitiendo frases asesinas de proyectos, que pueden ser la causa del abandono por pérdida de confianza.
A continuación, citaré algunas de estas frases como para identificarlas y poder con esto restarle importancia en nuestra toma de decisiones. Y al final de la nota, compartiré la conclusión y mi consejo.
1) “Me suena muy arriesgado”.
2) “Parece interesante, el único tema es que vas a tener que educar a la gente porque ese producto no es fácil de vender”.
3) “En este país no se puede hacer nada, el Estado se lleva todo con los impuestos”.
4) “Vas a tener que contratar gente y quedar con ello expuesto a juicios laborales”.
5) “Si nadie lo está haciendo, debe ser que otros ya lo intentaron y fracasaron”.
6) “¿Y si sale mal? ¿Dónde y cómo vas a volver a conseguir un trabajo?”
7) “El 90% de las PyMES (start-up) dejan de existir en su primer año de vida, pensalo bien”.
8) “La idea es buena pero no sé si es el momento, se viene una crisis económica muy fuerte el año que viene”.
9) “Es bueno tu entusiasmo, pero antes tenés que hacer un estudio detallado de costos, mercado, competencia y testing del producto”.
10) “No está mal, pero vas a necesitar capital y ahora está difícil para conseguir inversores”.
Algunas de estas frases las he escuchado de gente que quiero y respeto mucho cuando comencé con mis proyectos laborales una vez recibido, y siempre seré un agradecido a la potencia de mi entusiasmo que le ganó a las dudas y temores que, seguramente sin desearlo, me generaron esas palabras.
La recomendación final es: cuando estén convencidos de algo, cuando tengan un momento de inspiración sobre un proyecto que podrían hacer, cuando su instinto les diga que ese es el camino, no le den tanta importancia a lo que les dicen los demás, y en todo caso elijan cuidadosamente a quién le pedirán su opinión, siendo lo ideal que ésta venga de alguien que esté en el lugar adonde ustedes quieren llegar y no donde están ahora.
Verán que la gente que finalmente se mandó a pesar de todo y tuvo éxito en sus proyectos, es mucho más accesible de lo que la mayoría piensa.
El momento justo de crear tu empresa o micoremprendimiento y transformar tu vida es: ahora.
Éxitos!
Nos enfrentamos a una realidad que muchos no quieren (o no pueden) ver. A aquellos que venden talento les irá cada vez mejor y a los que venden horas les irá cada vez peor. La razón es muy simple: con el aumento de la desocupación en las mayores potencias del mundo (Europa, EEUU) y las crisis financieras, cada vez hay más gente dispuesta a trabajar por menos. La competencia se volverá más salvaje para aquellos que estén dispuestos a trabajar en proyectos ajenos y busquen comodidad, mientras que aquellos que aprendan a incorporar hábitos emprendedores, especializarse y vender su talento, podrán aprovechar inteligentemente las ventajas de la Web para multiplicar sus ingresos.
¿Qué trabajo harías independientemente de la remuneración que te aporte? Esa es la primera pregunta que hay que hacerse.
Pensemos un segundo esto: en el fondo, todos somos emprendedores en potencia, pero sólo algunos logran romper los obstáculos psicológicos para llevar a la práctica sus ideas.
De hecho, toda empresa exitosa fue alguna vez una idea que nació en la cabeza de alguien. Ese “alguien”, seguramente tenía dudas y miedos en un principio, y también es muy factible que la haya compartido con conocidos, colegas, amigos o familiares.
Generalmente, una nueva idea viene acompañada de problemas (u originada por), y la gran mayoría suele darle más ponderación a los defectos de implementación, costos, competencia, demanda, etc. que a los beneficios que podrían llegar a obtenerse.
Por este motivo y por el miedo al fracaso, muchos proyectos que podrían ser geniales, quedan en la nada o vemos, llenos de bronca, cómo otra persona los lleva a la práctica de manera exitosa, mientras nosotros todavía seguimos dudando.
En esa etapa “verde” de la idea o proyecto, se suele estar muy atento al feedback que podamos recibir del núcleo de confianza o pertenencia, que muchas veces por motivos que son difíciles de atrapar (temor, envidia, fracasos propios, sobreprotección) terminan emitiendo frases asesinas de proyectos, que pueden ser la causa del abandono por pérdida de confianza.
A continuación, citaré algunas de estas frases como para identificarlas y poder con esto restarle importancia en nuestra toma de decisiones. Y al final de la nota, compartiré la conclusión y mi consejo.
1) “Me suena muy arriesgado”.
2) “Parece interesante, el único tema es que vas a tener que educar a la gente porque ese producto no es fácil de vender”.
3) “En este país no se puede hacer nada, el Estado se lleva todo con los impuestos”.
4) “Vas a tener que contratar gente y quedar con ello expuesto a juicios laborales”.
5) “Si nadie lo está haciendo, debe ser que otros ya lo intentaron y fracasaron”.
6) “¿Y si sale mal? ¿Dónde y cómo vas a volver a conseguir un trabajo?”
7) “El 90% de las PyMES (start-up) dejan de existir en su primer año de vida, pensalo bien”.
8) “La idea es buena pero no sé si es el momento, se viene una crisis económica muy fuerte el año que viene”.
9) “Es bueno tu entusiasmo, pero antes tenés que hacer un estudio detallado de costos, mercado, competencia y testing del producto”.
10) “No está mal, pero vas a necesitar capital y ahora está difícil para conseguir inversores”.
Algunas de estas frases las he escuchado de gente que quiero y respeto mucho cuando comencé con mis proyectos laborales una vez recibido, y siempre seré un agradecido a la potencia de mi entusiasmo que le ganó a las dudas y temores que, seguramente sin desearlo, me generaron esas palabras.
La recomendación final es: cuando estén convencidos de algo, cuando tengan un momento de inspiración sobre un proyecto que podrían hacer, cuando su instinto les diga que ese es el camino, no le den tanta importancia a lo que les dicen los demás, y en todo caso elijan cuidadosamente a quién le pedirán su opinión, siendo lo ideal que ésta venga de alguien que esté en el lugar adonde ustedes quieren llegar y no donde están ahora.
Verán que la gente que finalmente se mandó a pesar de todo y tuvo éxito en sus proyectos, es mucho más accesible de lo que la mayoría piensa.
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