Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
El aumento de la utilización de tarjetas de crédito, en perjuicio del uso de efectivo y de los préstamos personales, es un fenómeno que se registra a nivel global. Ya no existen los obstáculos de hace algunos años, cuando tener uno o más plásticos se consideraba exclusivo.
El incremento en la cantidad de usuarios no ocasionó una baja en los costos de financiamiento ofrecidos. Se suman la falta de preparación financiera y las fuertes estrategias del marketing consumista. Todo esto hace que cada vez sean más las personas que caen en un tendal de problemas financieros como consecuencia del mal uso de los plásticos, lo que aumenta el grado de estrés financiero y merma la capacidad de ahorro, con un fuerte impacto negativo en la calidad de vida.
A continuación veremos cinco situaciones en las que dar de baja la tarjeta o tenerla guardada un tiempo para reorganizar la economía doméstica se presentan como las mejores opciones para lograr una realidad financiera más prolija y llevadera.
1) SENTÍS QUE TENER LA TARJETA A MANO TE INCITA A GASTAR DE MÁS
¿Cuántas veces sentimos el impulso de querer comprar algo, pero al no tener el dinero encima lo pasamos por alto y luego nos damos cuenta de que en realidad no necesitábamos ese producto o servicio?
Para muchos, tener la tarjeta de crédito a mano hace que se elimine el tiempo prudencial que debe transcurrir entre el nacimiento de un deseo y su materialización, negando así cierto grado de reflexión, indispensable antes de efectuar cualquier gasto que se aleje de lo cotidiano.
Si en los últimos meses hiciste varias compras por impulso y después te arrepentiste (porque el producto no estuvo a la altura de tus expectativas o porque considerás que el gasto fue demasiado alto en comparación con tus ingresos) dar de baja la tarjeta es, sin lugar a dudas, una buena manera de reducir tus gastos mensuales y de cambiar tus hábitos por otros más sanos e inteligentes.
2) HACE MESES QUE VENÍS ABONANDO EL PAGO MÍNIMO DEL RESUMEN
Una pequeña deuda con tarjeta de crédito puede demorar 10 años o más en pagarse por completo si se elige la opción de pago mínimo mensual en lugar de saldar el monto total cuando llega el resumen.
Optar por el pago mínimo equivale a pedir un préstamo directo, con tasas que crecen exponencialmente gracias a la “magia” del interés compuesto (intereses de intereses de intereses).
Abonar el pago mínimo del resumen es una solución de corto plazo para un problema a largo plazo, que se relaciona con el hábito de gastar un dinero que no tenemos sin pensar en cómo lo vamos a conseguir después.
Luego de tres meses seguidos de abonar el pago mínimo (o el pago mínimo y unos pocos pesos que brindan la falsa sensación de estar pagando una parte de la deuda, cuando muchas veces no se llega siguiera a cubrir una porción de los intereses) sería ideal conseguir el dinero por otros medios a tasas inferiores al 80%, cancelar la totalidad de la tarjeta y darla de baja, por lo menos hasta que podamos organizar mejor nuestros gastos.
3) TENÉS VARIAS TARJETAS Y TODAS ESTÁN AL LÍMITE
Hoy en día, además de las tarjetas de crédito tradicionales, existen otros plásticos exclusivos para el supermercado, los electrodomésticos, los shoppings, las librerías, etcétera.
Eso hace que un grupo familiar con dos hijos adolescentes pueda tener en total más de 10 tarjetas y acceda a un límite crediticio que en su conjunto es mucho más de lo que puede afrontar mes a mes.
Cuando el uso indebido de los plásticos hace que alcancemos el límite de gastos y empecemos a especular con los distintos vencimientos para pagar lo mínimo indispensable, de modo que no nos suspendan las tarjetas, ha llegado la hora de sentarnos, organizar las cuentas y dar de baja al menos la mitad de las tarjetas que tenemos.
4) SENTÍS QUE TU NIVEL DE VIDA MEJORÓ DESDE QUE TENÉS TARJETA DE CRÉDITO
El mal uso de las tarjetas de crédito genera una falsa sensación de mejora en la calidad de vida inmediata, producto de las compras y gastos que podemos realizar sin tener que esperar a disponer de dinero en efectivo.
En cierto punto, es como si restaurantes, casas de ropa, tiendas de electrodomésticos y demás nos recibieran con los brazos abiertos para que llevemos lo que queramos a cambio de una simple firma. En la mayoría de los casos esto aumenta el nivel de consumo y crea una ilusoria sensación de movilidad ascendente en el plano económico.
Si sentís que tu poder adquisitivo mejoró a partir del acceso a las tarjetas de crédito, entonces es momento de hacer una pausa y estudiar a fondo los gastos realizados y la manera de afrontarlos. Y si al hacerlo te encontrás con la desagradable sorpresa de que los compromisos financieros asumidos son mucho mayores de lo que pensabas, tal vez debas contemplar la posibilidad de dar de baja los plásticos.
5) TE DEJÁS TENTAR DEMASIADO POR PROMOCIONES Y OFERTAS
Si te tentás con las promociones que ofrecen las tarjetas en alianza con algunas tiendas, lo más factible es que termines pagando costos evitables y ocultos que podrían dinamitar tu economía doméstica.
Si, por ejemplo, te ofrecen 24 cuotas sin interés, es muy importante que tengas en cuenta que: es probable que el producto tenga un “extra” en su precio final comparado con el pago en efectivo, 2) 24 cuotas mensuales son 2 años y eso implica pagar por dos renovaciones anuales de la tarjeta de crédito, 3) la cuota total no es muy significativa, por lo que te sentís con ganas de comprar más cosas, lo que hace que tus gastos aumenten gradualmente y se transformen en algo cada vez más difícil de afrontar y 4) existe un costo administrativo por seguro de vida saldo deudor que si no hicieras esto no tendrías que pagar.
Para tener una tarjeta de crédito debemos estar atentos a todos estos vericuetos.
CONCLUSIÓN
Nadie niega que una correcta utilización de las tarjetas de crédito pueda traer beneficios interesantes. En los tiempos que corren, el plástico es casi indispensable para reservar un cuarto de hotel, alquilar un auto o cualquier otra operación que requiera algún tipo de garantía.
El problema aparece cuando nos damos cuenta de que no tenemos la disciplina necesaria para manejar este tipo de herramientas financieras sin caer en problemas de dinero.
Tal vez no haga falta llegar al extremo de dar de baja las tarjetas si tomamos conciencia de cómo funciona su sistema y estamos atentos a nuestros propios hábitos. El objetivo de esta columna es que las personas puedan mejorar sus comportamientos de compra para aliviar sus bolsillos, cada vez más castigados por la inflación.
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