Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
“El método es la bisagra de los negocios y no hay método sin puntualidad” (Richard Cecil)
A esta columna la escribí gracias a la impuntualidad. A la impuntualidad de los otros.
La historia es así: siempre fui una persona puntual, lo cual puede generar inconvenientes en un país en donde los 15 minutos de tolerancia parece ser una regla general. Reuniones de trabajo, salidas o cualquier otro encuentro entre al menos dos personas plantea generalmente el inconveniente de la espera, que busqué aprovechar para convertirla en algo productivo.
Me propuse utilizar ese “tiempo muerto” para escribir en mi celular ideas sobre la puntualidad y el éxito financiero mientras esperaba al/la impuntual de turno, convencido de que existe un link importante entre ambos temas.
¿Tiene alguna consecuencia para nuestras finanzas personales el hecho de ser impuntuales? ¿Qué importancia hay que darle al tiempo en lo referido al dinero? ¿Qué podemos aprender de esto en el mercado financiero?
Este es el resultado de una nota escrita en bloques de 15 o hasta 30 minutos, en donde analizaremos la correlación existente entre la puntualidad y el éxito en las finanzas personales.
Puntualidad y honestidad
“La informalidad en atender una cita es un claro acto de deshonestidad. Igual puedes robar el dinero de una persona si robas su tiempo” (Horace Mann)
Seguramente que existen personas impuntuales y exitosas económicamente. Pero si te fijás con detenimiento, creo que estarás de acuerdo en dos observaciones: 1) Son más las personas impuntuales y con problemas financieros que viceversa y 2) Aquellos impuntuales exitosos logran triunfar en base a un talento innato para lo que hacen y no tanto por sus hábitos o esfuerzo.
A mis 30 años me di cuenta que el tiempo es lo más valioso que tengo. Desde entonces decidí que debía cuidarlo y relacionarme con gente que respete esta decisión, para lo cual debía yo también cuidar el tiempo de los demás.
Los 15 o 20 minutos de espera en un encuentro/reunión es tiempo que claramente podría asignarse a una tarea más productiva o placentera. Las personas que te hacen esperar, los que te interrumpen por trivialidades en plena faena laboral, o los que directamente buscan hacerte trabajar para ellos gratis (parece difícil de creer pero abundan hoy en día, y las horas extras no remuneradas son un claro ejemplo de ello) no están cuidando tu tiempo y, en mi caso personal, busco alejarme lo máximo posible de ellos.
Trabajando en el mercado financiero desde hace tanto tiempo me di cuenta de que la palabra es el activo más valioso que tenemos. Una persona que tiene palabra es una persona honesta, y ésa es la clase de gente con la cual me gusta trabajar.
Me ha pasado de encontrarme con especialistas en ventas que llegaron 20 minutos tarde a la reunión. Mi pensamiento fue: “Si no podés cumplir con tu palabra de llegar en punto al encuentro, ¿cómo puedo creer que podés vender más productos de la empresa?”
Puede sonar fuerte, pero ser impuntual equivale en cierto sentido a ser deshonesto. Se es deshonesto con la otra persona, pero más importante aún, se es deshonesto con uno mismo.
Si le digo alguien que nos encontramos a tal hora, en tal lugar y llego tarde estoy faltando mi palabra. Seguramente que la demora no tendrá mayores consecuencias, pero internamente yo sé que no he cumplido con mi declaración de llegar en punto. Ahora bien, si digo que voy a comenzar a ahorrar un 20% de mis ingresos: ¿Por qué debería ahora creerme a mí mismo cuando sé que mi palabra no tiene un estricto sentido de cumplimiento?
¿Puede una persona impuntual establecer objetivos financieros de gasto, ahorro e inversión y cumplirlos? Antes de contestar pensemos esto: ¿Qué le sigue a una llegada tarde? En el 100% de los casos, una excusa.
La persona que acostumbra llegar tarde se vuelve un experto en excusas o, lo que es lo mismo, en historias intelectualmente válidas que justifiquen su incumplimiento.
Es probable que una persona impuntual pueda establecer objetivos financieros y cumplirlos, pero de seguro sus desvíos tenderán a ser mayores que los de aquellas personas que conocen el valor de la palabra y su aplicación en todos los campos de la vida. Eso sí, de seguro que tendrá muy buenas excusas para cada objetivo financiero no alcanzado.
El tiempo es oro
“Si estás 15 minutos antes has llegado a tiempo. Si llegas a tiempo, llegas tarde y si llegas tarde, no quisiste estar allí”. (Anónimo)
Desde lo teórico, nadie en su sano juicio puede discutir que el tiempo es oro. El dinero que se pierde puede recuperarse pero el tiempo, como bien sabemos, una vez que se pierde no se recupera más.
De la misma manera, gran parte del componente del valor del oro reside en su finitud, al igual que el tiempo, que también es limitado. Pero en la práctica: ¿El tiempo es oro?
Supongamos ahora que estás esperando a una persona y llevás algunos lingotes de oro en tus bolsillos. ¿Qué harías si viene, te mete la mano en el bolsillo, saca parte de tu oro y sale corriendo? Seguramente no sería muy simpático.
Los impuntuales son de alguna manera ladrones de tu tiempo, que es tu oro, lo más valioso que tenés.
De la misma manera, cuando vos sos impuntual estas robándole el oro a otra persona.
Una persona puntual ya de por sí es una persona que cuida su oro, que cuida su tiempo. Dado que cuida su tiempo, el establecer un vinculo comercial con él/ella puede darte una pauta de que es posible que cuide el tuyo también o que, por lo menos, entenderá y apoyará tus acciones en ese sentido.
El éxito financiero se basa en gran parte en aprender el cuidado de nuestro oro. Porque ese oro/tiempo debe ser luego invertido. Al fin y al cabo, con nuestro tiempo generamos ingresos activos y utilizando nuestro tiempo para estudiar cómo invertir nuestro dinero, generamos ingresos pasivos.
Si cuidamos nuestro tiempo y nos rodeamos de personas que también lo hagan, tendremos más “oro” disponible para invertir.
La puntualidad del dinero
“La puntualidad es el alma de los negocios”. (Thomas Chandler Haliburton)
Hasta ahora hemos visto el tema de la puntualidad mediante ejemplos referidos a la tardanza o no en una reunión o cita. Pero la puntualidad es mucho más que eso.
En el mercado, una empresa que no cumple con sus obligaciones financieras puntualmente en la fecha estipulada es considerada en default o quiebra, ya que los intereses o cupones de los bonos deben pagarse sí o sí en la fecha prometida, al igual que los dividendos en las acciones.
En el plano individual, si no pagamos puntualmente un servicio tendremos una penalidad financiera y, si insistimos en ser impuntuales, es muy probable que suframos el corte del suministro.
En los ejemplos dados se ve claramente que la puntualidad es un engranaje fundamental en el mundo financiero y, por extrapolación, lo es también en lo que atañe a nuestras finanzas personales.
Debemos ser puntuales en la especificación de nuestras metas de ahorro y gasto mensuales y anuales, como así también en el monitoreo en fecha y forma de las mismas.
Pagando puntualmente la totalidad de nuestras deudas podremos evitar cargos cada vez más elevados en concepto de punitorios e intereses.
Como se ve, la puntualidad en todo lo que atañe al dinero y las finanzas personales tiene un peso que, muchas veces, es erróneamente subvaluado.
Conclusión
“La puntualidad es la educación de los reyes”. (Luis XVIII)
Pero entonces…¿ser puntual tiene alguna relación con el éxito financiero? Estoy convencido de ello, tomando a la “puntualidad” como un aspecto de coherencia dentro de una actitud hacia la vida, que tiene que ver con cuidar el tiempo propio y ajeno y buscar siempre rodearse de personas que hagan lo mismo, haciendo lo que es necesario en el momento oportuno.
Las personas puntuales envían un mensaje al mundo con su accionar: nuestro tiempo es valioso, y el tuyo también, por eso estoy cumpliendo con mi palabra y llegando según lo pautado, para que puedas organizar bien tu día.
Esa concepción del valor inconmensurable del tiempo propio y ajeno no garantiza de por sí sola el éxito financiero, pero de seguro nos dejará más cerca de los objetivos y metas que se basan en gran parte en la disciplina, hábitos y la coherencia entre lo que somos y lo que queremos ser.
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