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Aprendiendo a calcular nuestro grado de liquidez financiera personal.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

Por un lado, están las finanzas corporativas, que, como su nombre lo indica, atañen a los aspectos financieros de las empresas y son manejadas por contadores y analistas financieros bajo el mando de un gerente (CFO, en inglés).

Por otro lado, tenemos las finanzas personales, que refieren a la administración de la economía doméstica tanto de personas como de familias y que, aunque no lo notemos, ejercemos todos los días al tomar decisiones sobre nuestro dinero.

Las finanzas corporativas tienden a ser mucho más complejas que las finanzas personales debido al flujo de operaciones que se realizan a diario. También, a las obligaciones y los controles que debe cumplir toda empresa, independientemente de su tamaño.

Sin embargo, aunque los analistas financieros tienden a considerar al mundo corporativo y al personal como compartimentos estancos, aislado el uno del otro, lo cierto es que en la práctica existen conceptos fundamentales de las finanzas corporativas que pueden ser “bajados” a las finanzas personales.

Un ejemplo es el de la liquidez financiera.

Hoy profundizaremos sobre esta cuestión para incorporar nociones complejas de manera práctica al manejo de nuestra economía doméstica. Así comprenderemos mejor sus reglas en beneficio de nuestra calidad de vida.

La liquidez financiera

El término es muy utilizado en las finanzas corporativas y entre quienes se dedican a invertir su dinero o administran fondos que operan en los mercados de capitales. Hace alusión a la cualidad que poseen ciertos activos para ser convertidos en efectivo de forma inmediata, sin que esa conversión derive en una pérdida significativa del valor de esos activos

Cuando poseemos un activo para el cual existe un mercado donde podemos venderlo con cierta facilidad y a un precio cercano al último pactado entre dos personas o agentes, decimos que estamos ante un activo líquido.

Por el contrario, cuando el activo que poseemos no tiene un mercado con estas características sino que una eventual venta puede demorarse un tiempo o, en caso de urgencia, pactarse a un precio bastante inferior a la última operación realizada con un bien similar, entonces decimos que estamos ante un activo ilíquido.

Veamos algunos ejemplos que nos ayudan a graficar lo señalado:

Activos líquidos: dinero en efectivo, dólares, euros, reales, depósito en cuenta corriente, depósito en caja de ahorro, acciones de empresas líderes que cotizan en la Bolsa, bonos y obligaciones negociables, cuotapartes de Fondos Comunes de Inversión que cotizan en la Bolsa, Cheques de Pago Diferido.

Activos semilíquidos: aquellos bienes nuevos o usados en buen estado que, gracias al auge de sitios de comercio electrónico como MercadoLibre, Avenida.com o Avalancha, pueden venderse con relativa rapidez, como celulares o automóviles.

Activos ilíquidos: casa o departamento, depósito a plazo fijo lejano al vencimiento, campos, maquinaria de escasa demanda, dinero prestado, fondo de comercio.

Existe una fórmula para calcular nuestra liquidez que es muy sencilla de utilizar, pero antes de abordarla debemos introducir otro concepto: el de pasivo a corto plazo.

El pasivo a corto plazo refiere a las erogaciones (gastos) de dinero que debemos afrontar en lo inmediato. Hablamos de una hipoteca o un alquiler, la cuota del colegio de los chicos, la cuota por la compra de un automóvil y distintos gastos corrientes, como el pago de seguros, la luz, el gas, el teléfono, la comida, etc.

Dicho esto, ahora sí podemos calcular nuestra liquidez financiera sabiendo que:

Liquidez = Activos Líquidos / Pasivos a Corto Plazo.

En lo posible, el resultado de este cálculo debería ser mayor a 2 para concluir que tenemos capacidad de solventar nuestros pasivos a corto plazo. ¿Por qué tanta exigencia? Porque debemos estar preparados para superar contingencias o eventos especiales como los que veremos más adelante.

Imaginemos la siguiente situación de liquidez de una persona:

Activos Líquidos:

Dólares = 20.000 pesos.

Dinero en cuenta corriente = 5.200 pesos.

Vehículo de fácil reventa = 130.000 pesos.

Plazo fijo a un mes = 10.000 pesos.

Total Activos Líquidos= 165.200 pesos.

Pasivos a Corto Plazo:

Cuota mensual de una hipoteca = 8.000 pesos.

Gastos corrientes del mes = 14.000 pesos.

Cuota mensual de una carrera terciaria = 5.500 pesos.

Cuota mensual del viaje de vacaciones = 4.200 pesos.

Total Pasivos a Corto Plazo= 31.700

Liquidez Personal= 165.200 / 31.700 = 5,20

El grado de liquidez en este caso hipotético es de 5,20. Podemos afirmar que es alto y que esta persona cuenta una excelente liquidez para ser utilizada en situaciones imprevistas.

Si el resultado fuera inferior a 2, diríamos que se está ante una situación de iliquidez financiera personal que es necesario corregir lo antes posible para no sufrir consecuencias negativas en la economía doméstica.

Para qué sirve la liquidez financiera personal

La liquidez financiera personal es una herramienta que puede servirnos enormemente ante escenarios imprevistos como un despido o una crisis económica general, hechos a los que, lamentablemente, nos fuimos acostumbrando en LA Argentina.

En finanzas existe el dicho “cash is the king”, que en español significa “el dinero es el rey”. Alude a los beneficios con que cuentan quienes poseen liquidez en los momentos difíciles de un sector o de un país. Las personas “líquidas” podrán tomar las mejores decisiones y sacar ventaja en un contexto donde el resto actuará dominado por la urgencia y abrumado por la desesperación.

Mi interpretación de las crisis financieras (cada vez más seguidas como consecuencia de la dinámica del capitalismo global) es que cada una de ellas implica un traspaso de recursos de las clases bajas y medias a las clases altas.

La explicación para esta transferencia de recursos reside justamente en la brecha de liquidez entre unas y otras: aquellas personas que se encuentran en una situación financiera ilíquida, ante el estallido de una crisis económica, necesitan hacerse de liquidez ante la caída de los ingresos. Por lo tanto, terminan malvendiendo sus activos ilíquidos a compradores que tienen el poder, en ese momento, de fijar los precios.

¿Y quiénes son esos potenciales compradores? Aquellos que tienen un alto grado de liquidez y utilizan una parte de su capital para comprar bienes a precio de remate.

Resumiendo: el grado de liquidez financiera personal que tengas determinará el efecto que tendrá en tu economía doméstica la próxima situación de crisis que debas enfrentar, ya sea por cuestiones exógenas (crisis económica del país, pérdida general del poder adquisitivo por devaluación y/o inflación) o endógena (despido laboral, aumento de las deudas personales).

Mientras mayor sea tu ratio de liquidez personal, no solamente menor será el impacto negativo que estas contingencias tengan sobre tu economía doméstica sino que incluso podrían tener un impacto positivo. A río revuelto, ganancia de pescadores: si estudiamos la biografía de las personas que han tenido éxito en sus finanzas, comprenderemos que la gran mayoría comenzó a enriquecerse en épocas de crisis.

Cuanto más bajo sea tu ratio de liquidez personal, más alto será tu sufrimiento y el riesgo que debas asumir ante cada acontecimiento negativo. Los ricos lo saben y lo aprovechan.

Conclusión

Hemos incorporado hoy un concepto muy importante para las finanzas personales: el de liquidez.

Verificar todos los meses nuestro grado de liquidez financiera personal nos brindará no solamente la oportunidad de saber si estaremos bien parados en caso de que estalle una crisis general o surja un problema individual sino que además nos permitirá organizar nuestras finanzas para determinar si podemos destinar dinero a inversiones que generen renta o si nos conviene tomar deuda aprovechando eventuales tasas bajas.

En función de lo visto, podemos considerar entonces al cálculo de nuestra liquidez personal como una forma de autocontrol de la salud financiera.