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Dólares debajo del cybercolchón: 3 pasos para lograr la máxima seguridad

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

Ahorrar, como decimos siempre, es un objetivo, pero no la meta de llegada, sino más bien el punto de partida de toda persona que busque la independencia financiera. Sucede que, a partir de la generación de excedentes de dinero, pueden surgir contingencias que debemos tener en cuenta.

Por más que el Gobierno intente denodadamente desincentivar la compra de dólares, todos sabemos muy bien que en la Argentina llevará mucho tiempo cambiar el chip del ahorro en “moneda dura”. En la columna de hoy presentaremos una metodología de operación en tres pasos que comienza en el sistema bancario tradicional argentino y termina con los dólares almacenados en la blockchain, que representa hoy el máximo nivel de privacidad posible para proteger los ahorros.

En las vísperas del comienzo de 2020, utilizaremos las últimas herramientas disponibles para estudiar paso a paso cómo es el circuito financiero y tecnológico que nos lleva hacia un universo más seguro.

Paso 1: Preparando el terreno

Antes de iniciar la operatoria se debe allanar el camino. Para ello es necesario:

1) Abrir una cuenta en un Exchange local de criptoactivos como Bitex o Satoshitango. La apertura se hace de manera online en 5 minutos y con mínimos requisitos, en sintonía con las políticas de las fintech.

2) Abrir una cuenta en un Exchange internacional que cuente con un amplio menú de criptoactivos y stablecoins (en esta nota verás a qué nos estamos refiriendo), como Binance. La apertura se realiza por Internet de manera sencilla y casi sin desglose de información personal.

3) Comprar un Ledger Nano o un Trezor. Se trata de dispositivos ultraseguros similares a un pendrive, pero con pantalla y botones. Lo utilizaremos para acceder a la blockchain, donde guardaremos las tenencias. Se puede comprar en la Argentina en cualquier sitio de comercio online o directamente al fabricante, también de manera online. El envío se realiza por correo postal y demora un par de semanas en llegar.

Paso 2: Compras y transferencias iniciales

Una vez abierta la cuenta en el Exchange local, se transfieren hacia allí los pesos disponibles. Cuando se acreditan, se compran bitcoins al precio del momento. Mientras escribo esta nota, observo que cada bitcoin opera por encima de 500.000 pesos. A no desilusionarse: los bitcoins son divisibles infinitesimalmente, por lo que un inversor puede comprar 0,00001 bitcoin (BTC) si lo desea.

Las compras se acreditan al instante, y es entonces cuando se debe transferir el dinero al Exchange internacional. Esta transferencia cuenta con las siguientes ventajas: no tiene costo, no existe regulación alguna que la prohíba (el Banco Central no interviene, si no que la realizan los mismos mineros del ecosistema de criptoactivos) y no demora más de una hora si se realiza en horario de oficina.

Paso 3: Compras y transferencias finales

Una vez que los bitcoins se acreditan en el Exchange internacional, se los vende y se compra un stablecoin, como por ejemplo Tether o USD Coin (en este link podrás ver los stablecoins que pueden ser custodiados en el Ledger Nano).

La operación es directa, es decir, que no es necesario vender los BTC primero para después comprar Tether o USD Coin. Se busca el par donde cotiza uno contra otro (BTC / Tether, por ejemplo) y se intercambia.

Una vez que se tienen los stablecoins, se los transfiere desde el Exchange internacional al Ledger Nano. Esta transferencia también se lleva a cabo en un universo seguro, rápido y económico de criptoactivos.

Así se termina teniendo stablecoin (cuyo valor apenas fluctúa respecto del dólar) almacenados en nuestro Nano Ledger o Trezor.

Consideraciones finales

¿En dónde reside la seguridad de almacenar los stablecoins/dólares en el Ledger Nano?

Por un lado, estos dispositivos nunca fueron hackeados y están confeccionados para que ello no ocurra. Sus muros de seguridad se pueden describir de la siguiente manera: los stablecoins están dentro de un bloque de la blockchain al cual solo pueden acceder quienes tienen una llave digital privada. Esa llave digital privada está en el Ledger Nano, pero se almacena “en frío”, por lo que solo se utiliza cuando conectamos este dispositivo a la computadora. Si un hacker se mete en tu computadora, por ejemplo, no podrá extraer de ahí las tenencias porque necesitaría tener en sus manos tu Ledger Nano para poder autorizar la transferencia.

Por otra parte, Ledger Nano nos proporciona al momento de su seteo una clave privada compuesta por 24 palabras. Esa clave debe ser anotada y guardada en un lugar seguro (conviene hacer dos copias sin digitalizar), de manera tal de que si pasa algo con el Ledger Nano (nos lo roban, se rompe, etc.), podremos comprar otro y con esas palabras acceder a nuestra tenencia.

A su vez, el Ledger Nano cuenta con un PIN numérico de seguridad que hace que, si nos lo roban, no pueda ser utilizado por otra persona.

Todas estas medidas son las que garantizan la propiedad de la tenencia. Nadie que no tenga el dispositivo ni sepa las 24 palabras podrá bajo ningún punto de vista acceder al dinero.

Como si fuera poco, la tenencia es anónima. No queda registrado en ningún lado quién es el titular del Ledger Nano y de lo que allí se encuentra alojado.

Para muchos especialistas, es el único activo que existe que no puede ser confiscado ni expropiado. El acceso está verdaderamente encriptado.

Por último, no existen costos de mantenimiento de cuenta, gastos administrativos o fees anuales. No hay costo alguno derivado del mantenimiento de los ahorros en estos dispositivos.

Conclusión

Cumplir el circuito partiendo de pesos y llegando a dólares abajo del cybercolchón no es tan sencillo: hay que ocuparse, informarse y tomar ciertos riesgos.

Sin embargo, la recompensa en términos de tranquilidad amerita el esfuerzo, que además nos deja un conocimiento en línea con los nuevos tiempos tecnológicos que corren.

Está en cada uno evaluar la conveniencia o no de embarcarse en esta aventura. La opción existe y aquí quedó planteada. Los inversores más flexibles a la innovación, también conocidos en el mundo del consumo como early adopters, ya están recorriendo este camino. ¿Te vas a quedar afuera?


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