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La inversión en tiempos de coronavirus: 3 preguntas antes de comprar acciones

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

Los inversores bursátiles de todo el mundo están aterrados. No es para menos: desde comienzos de año al cierre del viernes, el índice Dow Jones Industrial cayó -16% y la operatoria en Wall Street tuvo que ser suspendida en más de una oportunidad debido a las brutales pérdidas experimentadas en distintas aperturas de la rueda.

El miedo a que el coronavirus arrastre a todos los países a una crisis financiera de gran magnitud se transformó en el principal driver en la toma de decisiones y generó olas gigantescas de ventas de activos financieros por parte de inversores que buscan refugiarse en el oro, en bonos del Tesoro de EE.UU. o directamente quedarse en dólares u otra moneda dura.

En tiempos de río revuelto vale recordar y analizar la principal enseñanza de Warren Buffett, el inversor bursátil más exitoso de todos los tiempos: “Sé temeroso cuando los demás sean codiciosos y sé codicioso cuando los demás sean temerosos”.

Siguiendo esta premisa y pensando en aquellos que pudieron salir a tiempo de los activos de riesgo o directamente vienen mirando el partido desde afuera y tienen ganas de entrar, plantearemos 3 preguntas esenciales. Si la respuesta es afirmativa en todos los casos, entonces las chances de que la inversión termine siendo de exitosa o muy exitosa en el tiempo aumentarán considerablemente. En caso de que una sola de las respuestas sea negativa, mejor aplicar un wait and see (esperar y ver qué pasa).

Primera pregunta: ¿Podés dejar el dinero invertido por 2 a 3 años?

Warren Buffett dijo: “Si fuese por mí, cuando invierto en acciones la Bolsa podría cerrar durante 2 o 3 años. No miro ni me interesa la variación de precios que tengan las acciones compradas en ese lapso.”

En general, en la Bolsa debe invertirse dinero que no se necesite en el corto plazo. De lo contrario, podríamos vernos obligados a malvender los activos que tenemos en cartera para volver al cash.

En momentos de crisis globales y caídas estrepitosas como la actual, esta premisa debe respetarse a rajatabla, no importa cuánto hayan caído las cotizaciones ni cuan atractivas luzcan las acciones o los bonos que queremos comprar. Tampoco, que el analista financiero de turno nos diga que la recuperación está a la vuelta de la esquina.

Hay un viejo refrán que dice que la Bolsa sube por escalera y baja por ascensor. Las subas suelen ser lentas y más extensas que las bajas, con pullbacks (tomas de ganancias) que en un gráfico de cotizaciones adoptan la forma de un serrucho donde los precios escalan, por ejemplo, 5% y luego caen 2%, después escalan otro 3% y caen 1%, y así. En cambio, las bajas generalizadas tienen forma de tobogán, como la actual, donde índices como el Nasdaq -de las acciones tecnológicas- acumula una baja del 20% desde su máximo de 9.838 puntos anotado el 19 de febrero pasado.

Esta volatilidad de la denominada renta variable nos obliga a utilizar un capital que no necesitaremos durante al menos dos años, de manera de darle tiempo al ciclo bajista de agotarse y ceder el paso a un ciclo alcista de la economía que pague con creces nuestra inversión de riesgo. Al fin y al cabo, de ciclos está hecha la economía.

Siempre que llovió paró. Eso no significa que el diluvio termine pronto cual aguacero. En consecuencia, debemos estar preparados para capear el temporal sin necesidad de vender el paraguas antes de tiempo.

Segunda: ¿La empresa que elegís para invertir tiene un nivel de deuda manejable?

No es lo mismo tener en cartera acciones de una empresa cuyo valor de mercado no para de caer y que se encuentra en una posición financiera delicada que otra a la que le ocurre lo mismo, pero es solvente y su ratio de apalancamiento no supera el 40%.

El ratio de apalancamiento es una fórmula que compara el endeudamiento de una empresa con sus activos. Es muy sencillo calcularlo. Veámoslo con las acciones de Disney (DIS).

Ingresando a Yahoo Finance , en la solapa “Estadísticas”, podremos ver los ratios financieros más importantes de la empresa. Lo que debemos hacer es tomar primero “Deuda total”, que en este caso es de 51,93 billones de dólares (para nosotros, miles de millones). Luego, tomamos “Valor de la empresa”, que es de 260,38 billones de dólares. Finalmente, dividimos Deuda Total / Valor de la Empresa y obtenemos el resultado, que en este caso es 0,1995, lo cual quiere decir que el ratio de apalancamiento de Disney es del 19,95%. Por lo tanto, supera la prueba del 40% que nos pusimos como tope para aceptar una inversión.

La interpretación de los números es la siguiente: por más que las acciones de DIS y su negocio se recientan en el corto plazo por la crisis, tiene espalda suficiente como para saldar sus compromisos financieros hasta que vengan tiempos mejores. El default no es un riesgo inminente.

Si hacemos el mismo cálculo y nos da un resultado de, por ejemplo, 50% o más, significa que la compra de acciones puede transformarse en una aventura que no terminará nada bien. Incluso, aunque a la larga evite el default, el miedo creciente a que quiebre la compañía nos puede llevar a malvender la posición antes de los dos o tres años que habíamos proyectado.

Tercera: ¿Estás preparado para soportar caídas del 50%?

El inversor bursátil debe ser capaz de tolerar para el worst case scenario (el peor de los escenarios) cuando compra acciones en contextos como el actual. Caídas del 50% a poco tiempo de haber abierto la posición de largo plazo son posibles. Por eso, es importante sincerarse con uno mismo y establecer si se tiene o no estómago para aguantar las pérdidas momentáneas, que se realizan a menos que desarme la posición en esas acciones.

La comprensión de la diferencia entre unrealized G/L y realized G/L (pérdidas/ganancias no realizadas y realizadas) es vital a la hora de operar. En Bolsa, las únicas ganancias o pérdidas son las realizadas. Un activo que no se vende es un activo que aún no arrojó ningún resultado concreto. Bien lo saben quienes acumulaban formidables ganancias a principio de año y, por no realizarlas, hoy ven cómo sus papeles cotizan bastante por debajo del precio de compra.

Dicho esto, resultan graciosos los títulos que afirman que Jeff Bezos y Mark Zuckerberg (principales accionistas de Amazon y Facebook) perdieron billones de dólares con el derrumbe del mercado. Bezos y Zuckerberg son inversores de largo plazo en sus propias empresas y no tienen pensado desprenderse de esas posiciones mayoritarias, por lo que no están perdiendo ni ganando nada con el movimiento de las acciones. En todo caso, el precio de los papeles contará el día que decidan vender una parte de sus empresas o directamente retirarse, pero no es el caso hoy.

El inversor bursátil debe estar preparado para pérdidas no realizadas y momentáneas del 50% tanto en contextos normales como en situaciones de alta incertidumbre local o mundial.

Conclusión

Para ver la luz verde en el camino de la inversión en acciones en escenarios de crisis y pánico como el actual, las 3 respuestas a estas preguntas deben ser afirmativas.

Si cumplimos estas pautas, más que especular lo que estaremos haciendo es invertir en serio a largo plazo.

Lo contrario sería comprar porque queremos participar del juego de la ambición y nos convencemos de que el mercado llegó a un piso, cuando no tenemos ni idea si eso realmente es así. Otros pueden comprar porque escucharon a un analista decir que el mercado está reaccionando exageradamente a las noticias o simplemente porque quieren promediar las pérdidas momentáneas que acumulan tras haber adquirido acciones al doble del valor actual. Se trata, en todos los casos, de errores que casi siempre terminan muy mal.

Ser estricto en este autotest del inversor de largo plazo te permitirá saber qué camino conviene tomar en este mar de grandes ganadores y perdedores. No minimices el resultado. Es tu dinero el que está en juego.


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