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La nueva narrativa del bitcoin

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación

Creado como respuesta a la crisis hipotecaria y financiera en EEUU, que repercutió a nivel mundial, el bitcoin ya lleva 12 años entre nosotros. A lo largo de este tiempo, la mirada sobre sus cualidades fue evolucionando y hoy nadie puede negar que se trata de un activo de peso en los mercados.

Quienes intentaron ningunearlo apelaban a frases como: “es muy volátil y riesgoso para el inversor medio”, “se utiliza para el lavado de dinero y el narcotráfico”, “es una moneda sin respaldo” o “los gobiernos nunca dejarán que tenga éxito”.

Algunas de estas afirmaciones calaron hondo en millones de inversores que prefirieron repetirlas como loros o simplemente mantenerse al margen del mundo cripto. En el presente, a la luz de los hechos, la gran mayoría lamenta su pasividad: cada bitcoin pasó de valer unos pocos centavos de dólar a negociarse en torno de los 50.000 dólares en la actualidad.

En la columna de hoy desmenuzaremos una por una estas afirmaciones para pensar en una narrativa más cercana a la nueva y pujante industria de las finanzas descentralizadas.

“Es muy volátil y riesgoso para el inversor medio”

Subas del 30% en semanas y caídas del 50% en apenas unos días… La volatilidad del bitcoin es innegable y no hay perspectivas de que esa característica vaya a cambiar pronto.

No obstante, hacer hincapié en su volatilidad esconde una mirada cortoplacista que aquí preferimos evitar: si nos convertimos en inversores de largo plazo del bitcoin podremos apreciar su impresionante trayectoria a lo largo de los años, desde su lanzamiento en 2009.

Por otra parte, volatilidad y riesgo no son lo mismo. Un activo puede experimentar grandes subas y bajas en períodos cortos de tiempo, pero si la tendencia de largo plazo es alcista, el inversor que sostiene su apuesta mirando el bosque en el horizonte no tiene por qué verse ni sentirse perjudicado.

Al mismo tiempo, diversos estudios demostraron que la inclusión de bitcoins en portafolios bien diversificados (por ejemplo, con acciones y oro) no solo redujo el riesgo global de las carteras, sino que hasta ahora mejoró sus rendimientos de largo plazo.

Esto es así porque el bitcoin posee una cualidad difícil de hallar en el mercado: no está correlacionado con ninguna de las principales variables financieras, como las performances de las Bolsas o el crecimiento económico de un país determinado.

En este punto, debemos advertir que la volatilidad de la principal moneda cripto la vuelve inviable para inversores de corto plazo que necesiten hacerse de los fondos luego de un lapso de tiempo determinado, puesto que podría sorprenderlos una caída importante de precios que los obligue a asumir pérdidas al momento de pasarse a dólares.

“Se utiliza principalmente para lavado de dinero y narcotráfico”

Dado el perfil anónimo que otorga Bitcoin a los poseedores de las wallets (billeteras virtuales) donde se almacenan las criptomonedas, este prejuicio cosechó gran cantidad de adeptos desde los comienzos y llevó a mucha gente a descartarlo como inversión.

Lo cierto es que existen dos argumentos que derriban estos prejuicios:

  1. El activo más usado para lavar dinero y para realizar otras actividades ilícitas son los dólares en efectivo. Sin embargo, a nadie se le ocurriría pensar en prohibir la divisa estadounidense o rechazarla para siempre en sus operaciones financieras o de compraventa de bienes, por lo que queda claro que se debe separar la naturaleza funcional de un activo del uso ilegal que algunas personas o bandas criminales le puedan dar. Que existan delincuentes que utilicen criptoactivos para concretar actividades ilícitas no es razón suficiente para descartarlos como alternativa de inversión. Bitcoin, las altcoins y la blockchain como nueva tecnología disruptiva generan muchos más beneficios que daños.

 

  1. Que las wallets sean anónimas no quiere decir que no se pueda saber quiénes son sus dueños, puesto que la blockchain es un sistema totalmente transparente. Existe un registro histórico de todas las transferencias realizadas dentro de ella, por lo que su trazabilidad se convierte en una potente herramienta de rastreo por parte de las autoridades encargadas de desbaratar los actos ilícitos.

“Es una moneda sin respaldo”

Los detractores de Bitcoin cada vez son menos y se están quedando solos. Su marginación se entiende desde el momento en que sostienen, en base a ideas caducas, que como el bitcoin es una moneda sin respaldo no posee valor intrínseco.

En primer lugar, es útil aclarar que el patrón oro no rige más desde los acuerdos de Bretton Woods, en 1944, cuando todas las monedas del mundo pasaron a ser fiduciarias, lo que significa que no tienen respaldo en el metal precioso y que los gobiernos pueden (y, de hecho, lo están haciendo en forma cada vez más acelera) emitir dinero de manera indiscriminada en función de sus intereses políticos.

Por otra parte, hay argumentos de peso que explican el valor del bitcoin: inmutabilidad, resistencia a la censura, descentralización y emisión controlada son solo algunos de los ítems que podemos citar y que desarrollé en una columna publicada a fines del año pasado.

El valor del bitcoin no está tanto en el bitcoin en sí, sino más bien en la infraestructura creada a su alrededor con tecnología de punta.

“Los gobiernos nunca dejarán que tenga éxito”

Hay economistas tradicionales de todas las escuelas teóricas que piensan que el bitcoin se propone competir con las monedas soberanas de los países, por lo que llegará el día en que todos los gobiernos nacionales, sin importar el credo ni la ideología, se pondrán de acuerdo para prohibirlo a nivel planetario.

En una columna de agosto de 2019 titulada “No todo lo que brilla es bitcoin” presenté los argumentos por los cuales creía que la principal moneda cripto se perfilaba más bien como competidor del oro. Hoy puedo decir que esta mirada está ganando adeptos incluso entre las autoridades regulatorias de EEUU, donde Jerome Powell, presidente de la FED (Banco Central), afirmó que su país no tiene ninguna intención de prohibir los criptoactivos.

Al mismo tiempo, la SEC (Security and Exchange Commission) de Estados Unidos autorizó hace casi medio año la salida a Bolsa de Coinbase, uno de los exchanges de bitcoins más importantes del mundo, lo que fue considerado un guiño importante a la criptoindustria.

En la columna ”¿Se viene una regulación agresiva para el bitcoin?” publicada en julio pasado presenté argumentos para sostener que la regulación en general será mucho más benigna de lo que se piensa.  

Conclusión

Por un tema de espacio, dejé afuera de esta nota argumentos relevantes como la adopción del bitcoin en El Salvador como moneda de curso legal y, sobre todo, el imparable ingreso de fondos institucionales en el mercado DeFi (Finanzas Descentralizadas) y de los NFT (activos no fungibles).

De todos modos, con lo visto hoy basta para alcanzar el objetivo principal: sembrar la duda en la mente de aquellas y aquellos inversores que sostienen una narrativa desactualizada basada en prejuicios y conceptos que pudieron funcionar tiempo atrás, pero que no sirven para explicar el mundo actual.

El bitcoin se convirtió en el activo estrella de la última década y hay numerosas razones que lo explican. Podés leer esta columna y continuar indagando en otros espacios de formación para reflexionar con tu propia mirada sobre el tema o quedarte de brazos cruzados observando cómo corre el río y vos seguís pensando que el agua es siempre la misma.


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