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Las bondades de la inversión pasiva

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación

La encuesta sorprendió a propios y extraños: la plataforma de inversiones Morningstar reveló que el 85% de los portafolio managers de fondos de inversión en acciones ha fallado a la hora de obtener rendimientos superiores a los del índice Standard and Poor’s 500 (S&P 500) en 2021.

La primera conclusión es simple: ganarle al mercado (obtener rendimientos anuales mayores a los del índice de referencia) resulta más difícil que nunca. Si solo lo lograron 15 de cada 100 inversores profesionales, ¿qué le queda al resto?

Basados en estos datos, en la columna de hoy analizaremos las bondades de la inversión pasiva (comprar instrumentos que repliquen a los índices del mercado) en detrimento de la inversión activa (intentar comprar barato y vender caro uno o más papeles).

¡Comencemos!

Inversión pasiva vs. inversión activa

Para entender mejor estos conceptos, primero debemos hablar del benchmark en los mercados (en español, punto de referencia), que no es otra cosa que un índice que nuclea a las acciones de las empresas más representativas de la Bolsa y posee un valor estadístico que permite medir la evolución general de esos papeles, que pueden tener distinto peso en ese índice a partir del volumen de dinero operado en ellos.  

El índice es seguido de cerca por los inversores y se toma de referencia para conocer el rendimiento promedio del mercado en un período determinado.

En el caso de la Bolsa de EEUU, el benchmark más utilizado es el mencionado S&P 500, mientras que Argentina es el S&P Merval (un acrónimo de mercado de valores).

Cuando hablamos de inversión pasiva nos referimos a la estrategia de inversión que busca replicar para una cartera la composición del índice de la Bolsa. El objetivo es obtener el mismo rendimiento, ni más ni menos. Quien invierte de esta forma, sabe que hay empresas que superarán con creces al promedio y otras que tendrán una performance mucho más pobre. Simplemente, prefiere reducir la volatilidad y obtener las mismas ganancias o pérdidas que el promedio (idealmente, ganancias).

Esta estrategia se diferencia de la inversión activa basada en el picking up o la selección de activos, donde tanto accionistas institucionales como particulares buscan papeles que rindan por encima del benchmark. Muchos se basan en métodos de análisis como el fundamental (cualidades de la empresa en un contexto económico, social y político determinado) y/o el técnico (análisis de gráficos de cotización). Otros apelan a su intuición…

Lo cierto es que el inversor pasivo buscará indexarse o atarse al índice de referencia para replicar su rentabilidad. El inversor activo, por el contrario, buscará comprar barato y vender caro.

De esta diferencia se deriva otra conclusión: mientras el inversor pasivo suele gastar muy poco dinero en comisiones, puesto que comprará lo necesario para replicar al índice de referencia (un ETF del benchmark en EEUU, cuotapartes de un fondo o una canasta de acciones en Argentina) y solo actualizará su portafolio cuando el índice lo haga, en la otra vereda el inversor activo se someterá a costos más elevados en concepto de comisiones por el mayor número de operaciones de compraventa que realizará en busca de oportunidades en el mercado.

La tercera conclusión es que el inversor activo se convierte así en el preferido de brokers y sociedades de Bolsa, que ganan dinero justamente con estas operaciones.

Este último parece un dato de color, pero no lo es, puesto que lleva a los brokers a estimular el trading de sus clientes, con el riesgo claro de hacerlos caer en el overtrading (operar de más). ¿Cómo los estimulan? Con informes y recomendaciones sobre títulos de deuda y acciones que, en esos documentos, suelen lucir más atractivos de lo que realmente son.

Se trata del principal conflicto de intereses entre asesores y clientes en el mundo bursátil.

Ventajas de la inversión pasiva

Ahora es el turno de argumentar para ir fijando nuestra posición:

1) No hace falta realizar profundos análisis de los balances o gráficos de las empresas: dado que buscará replicar un índice de referencia, el inversor pasivo no deberá dedicar su tiempo al estudio de empresas individuales ni estar tan atento a movimientos de corto plazo del mercado. Esto representa un ahorro de tiempo y una menor dosis de estrés, algo de lo cual pueden dar fe quienes se dedican a la estrategia activa y no pasiva.

2) Se elimina el denominado “riesgo propio”, al que definimos como la posibilidad de que las acciones de las empresas elegidas en una estrategia de inversión activa bajen mucho de precio o directamente se vayan a cero como consecuencia de la quiebra de la compañía. Como el inversor pasivo, al elegir un  índice, comprará inevitablemente una canasta diversificada de acciones, el “riesgo propio” desaparece y es reemplazado por el “riesgo de mercado”, que implica que a todas las empresas del índice les vaya mal o incluso quiebren. Esto último muy difícilmente ocurra.

3) Es la forma más económica de inversión: antes esta ventaja no existía, puesto que, para poder replicar el rendimiento del S&P 500 en EEUU, un inversor debía comprar acciones del medio millar de compañías que lo componen. Actualmente, gracias a los mencionados ETF (Fondos de Inversión Operables), un inversor tener en su cartera un activo financiero que replica la evolución del índice con una sola compra: en este caso, la del ETF SPY.

Riesgos a tener en cuenta en la inversión pasiva: diversificación y tracking error

El inversor pasivo podría jugar un poco con la diversificación de su portafolio, dividiéndolo entre distintos ETF de índices bursátiles. En EEUU algunos de los más elegidos son DIA (replica al Dow Jones Industrial 30), QQQ (replica al índice de empresas tecnológicas Nasdaq 100) y el SOXX (replica al índice de empresas pertenecientes a la industria de semiconductores).

El inversor que elija esta estrategia puede correr el riesgo de terminar el año con un rendimiento inferior al del benchmark (el mencionado Standard and Poor’s 500), pero, si analizamos los gráficos de largo plazo, podemos observar cómo el índice tecnológico Nasdaq supo liderar en los últimos años las subas del mercado.

Otro punto a tener en cuenta es el tracking error o error de réplica, en español. Ocurre cuando, por diversos motivos, el ETF elegido falla al intentar replicar al índice en cuestión. No es algo que suela suceder con los ETF de mayor trayectoria, pero sí lo podemos ver en muchos ETF que replican materias primas, donde el inversor cree que compra un activo similar al subyacente (el commoditie que se busca replicar) y el rendimiento del activo adquirido termina siendo más pobre: gana menos los días de suba y baja más cuando hay caídas.

Conclusión

¿Cuáles serán las acciones que destacarán en 2022? Nadie lo puede saber. De hecho, casi 9 de 10 personas con formación fallarán en sus pronósticos. Algunos igual sabrán ganar dinero y otros, perder.

Mi opinión en este mundo de ETF y otros instrumentos que facilitan y promueven la inversión pasiva es que lo más conveniente parece obedecer al viejo lema “si no puedes vencerlos, únete a ellos”. En el mundo bursátil, implica invertir en índices de referencia con un horizonte de largo plazo.

Tu vida inversora probablemente sea más aburrida, pero también más lucrativa y tranquila. Además, siempre podés utilizar una parte pequeña de las ganancias para jugar al trading sin arriesgar de más.

¡Feliz año y buenas inversiones!


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