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“Era una lástima tenerlas juntando polvo”: por qué cada vez más personas eligen desprenderse de sus joyas

 

Entrevista a Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación, por Delfina Celichini

“Me regalaron una joya de la familia, pero nunca tuve ocasión de usarla. Pensé en venderla, porque para tenerla ahí, juntando polvo, me parecía una lástima”, dijo Juana, de 30 años, a LA NACION. No es la única. Su caso se replica en cada vez más personas que deciden desprenderse de aquellos objetos que heredan o les regalan y que podrían representar un ingreso adicional, ya sea para pagar cuentas o para comprar otro bien. La favorable cotización del dólar respecto del peso, sumada a la crisis económica, la inseguridad y un cambio de época propician, según los especialistas, la venta de estas piezas en las casas de empeño.

“Es una pulsera antigua que pensé en ponérmela en mi casamiento, pero no tenía nada que ver con la onda de lo que usé. Siempre la tuve guardada y jamás me la podría poner para salir a la calle porque me arrancan la mano”, precisó Juana. Y agregó: “Si bien sé que fue un regalo con mucho amor, prefiero que me den algo económico por ella y poder usar esa plata para algo que quiero desde hace mucho tiempo. Todavía no di el paso de ir a tasarla, pero es algo que vengo considerando y lo pienso hacer en el corto plazo”.

Jacqueline, empleada desde hace 20 años en El Tasador Joyería, explicó que el aumento en la cantidad de personas que llegan para vender sus pertenencias en el último tiempo se da por “múltiples factores”. Y puntualizó: “Falleció mucha gente mayor durante la pandemia. Hay muchos herederos dando vueltas que tienen que vaciar las casas de sus familiares y que traen los objetos que no quieren poner en su hogar, porque ya pasaron de moda”.

Además, mencionó como otras razones la inseguridad y la crisis. “El principal factor es la situación económica. Con el dinero que se obtiene vendiendo estas piezas las personas evitan meterse en un banco para pedir un crédito, que genera deuda y que le piden un montón de requisitos”, detalló Jacqueline, que se dedica a valuar las pertenencias que llegan a la casa de empeño. Y agregó: “Las joyas no se pueden usar por la inseguridad o porque ya pasaron de moda. Además, cambiaron las prioridades. Hay jóvenes que vienen con cosas para, con el dinero que obtienen, pagar la facultad. Hace poco vino un chico que dijo que tenía que comprar un sillón de odontología”.

Patricia Garófalo, de 56 años, decidió, hace un mes y medio, vender algunas joyas para pagar deudas. “Vendí unas esclavas de oro que me había regalado mi marido para los aniversarios. Lo hice para cubrir parte de la tarjeta de crédito”, indicó. Si bien precisó que le costó mucho desprenderse de ellas, enfatizó que no encontró otra solución inmediata para conseguir el efectivo. “Yo tengo dos hijos que ya están grandes y cada uno tiene su vida, tampoco quería molestarlos con esto”, señaló.

Cambios

“Antes, la gente que venía a vender lo hacía para cambiar un auto o arreglar la casa. Hoy por hoy lo hace para pagar la tarjeta, el alquiler, o porque no llegan a fin de mes”, detalló Francisco Naranjo, tasador de Leiva Joyas.

Además, destacó el costo de resguardar estos objetos. “La gente me dice que no pueden pagar más una caja de seguridad y que no quieren tener cosas de valor en la casa porque no están seguros. Se quedan más tranquilos si las venden”, especificó Naranjo, que trabaja en la casa de empeño desde hace más de 16 años. Y agregó: “Si ellos no las venden, alguien más en la familia lo va a hacer porque ya no se usa. No solo por la inseguridad, sino porque pasó de moda”.

En el caso de Ailén Di Dio, de 31 años, y Andrés Gibson, de 30, decidieron fundir parte de una joya familiar de oro para hacer los anillos que usaron en su casamiento en febrero pasado. “Como era tan caro hacer las alianzas, decidimos abaratar los costos. Además, tiene un valor simbólico”, dijo Gibson a LA NACION. Utilizaron un brazalete que el abuelo materno de Di Dio le había regalado a su esposa y que, mes a mes, le agregaba un dije para celebrar su noviazgo. “Los anillos salieron con la parte de los dijes y quedó la pulsera”, especificó.

“Un dije se cotiza alrededor de $40.000”, dejó trascender un empleado de una joyería. Y agregó: “Si necesitan liquidez, la personas evitan ir a los bancos para no generar una deuda”.

Las causas

“En general hay tres momentos coyunturales en los que es mayor la oferta de personas que acuden a casas de empeño para vender objetos. La primera es cuando el precio del oro tiene subas fuertes y violentas, algo que pasó a principios de este año con el aumento de la inflación de Estados Unidos”, explicó a LA NACION el economista Nicolás Litvinoff, director de Estudinero.org.

El segundo, según el especialista, se da cuando hay un crisis económica. Así, en este contexto, indicó, aparece la frase “vender las joyas de la abuela”. Y completó: “En estos casos, la gente necesita hacerse de capital para pagar deudas, para llegar a fin de mes o para gastos inesperados, entonces recurre a esas piezas que tenía guardadas y las vende”.

Por último, Litvinoff, que es autor de los libros ¡Es tu Dinero! y ¡Es tu tiempo!, se refirió a la pequeña variación del precio del oro y la plata en relación con otras monedas: “Históricamente, el oro era un resguardo de valor porque te protegía de la inflación y eso, sobre todo desde el año pasado que se empezó a acelerar la inflación en Estados Unidos, no está pasando”. Y concluyó: “La inflación del dólar está en el orden del 8,6% anual, y el oro este año está prácticamente neutro en términos de rentabilidad. Entonces, no te está cubriendo de la inflación. La gente se da cuenta de que tiene esas joyas y que valen lo mismo o casi lo mismo en dólares que hace 10 o 15 años y que, como hubo inflación en Estados Unidos, hoy con esos dólares se pueden comprar menos cosas, entonces prefieren venderlas y buscar otras alternativas”.


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