Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación
No, no me equivoqué en el título. A contramano de lo que se puede leer en todos lados sobre la inflación global, en esta nota presentaré argumentos para sostener que un inversor informado sabe que hoy está ocurriendo lo contrario: su dinero vale cada vez más, siempre y cuando tenga dólares.
Aun cuando hay inflación, en épocas de crisis como la actual se sostiene la máxima “cash is King” o “el dinero en efectivo es el rey”. Esa es la premisa de la columna de hoy, donde primero repasaremos el contexto económico internacional, para luego dirigirnos a la raíz del asunto y los argumentos.
Inflación global y mercados financieros
En octubre, la inflación en la eurozona marcó un récord de 10,7% interanual, con Países Bajos, Italia y Alemania liderando la tabla (14,5%, 11,9% y 10,4%, respectivamente). En EEUU la suba de precios se encuentra actualmente en el 8,2% interanual, mientras que en Argentina ronda el 83%.
Ahora bien, la inflación se mide siempre en base a la moneda local, pero nada nos dice sobre la devaluación de esa moneda respecto del dólar, la principal a nivel mundial. Por lo tanto, si sumamos ese dato a la mesa, podemos empezar a valorar el ahorro en dólares.
El euro, por ejemplo, acumula una depreciación frente a la moneda estadounidense del 13,8%, mientras que el franco suizo muestra una pérdida del 8,8%. Estas cifras permiten concluir que un europeo promedio que vive en las grandes potencias del Viejo Continente sufriría una fuerte pérdida en su poder adquisitivo respecto de un año atrás si tuviera que importar productos, mudarse o vacacionar en los EEUU.
La primera conclusión es que el ahorro en dólares fue la opción menos mala para quienes decidieron quedarse con el cash en la mano, especialmente si se compara con los ahorristas optaron por guardar euros. Por supuesto, nadie puede negar que el dólar se depreció respecto de otros bienes de la economía, pero no contra todo…
Si incorporamos al análisis los activos financieros, el balance para los ahorristas cambia. Al momento de escribir esta nota, el principal índice de referencia de la Bolsa de Nueva York, el Standard and Poor’s 500, lleva perdido un 21,5% en dólares en lo que va del año, mientras que el Nasdaq 100 acumula un derrumbe del 34,49%.
En tanto, los precios de los bonos –históricamente resistentes a las caídas bursátiles– sufren pérdidas del 20% promedio, un derrape pocas veces visto para la renta fija.
Por qué digo que los dólares del ahorrista valen más
Hay quienes dicen que las comparaciones resultan odiosas. Es una afirmación que me cuesta compartir.
Los economistas aprendemos durante la carrera justamente a comparar. Buscamos variables, utilizamos métricas, analizamos datos en base a regresiones lineales… Todo para llegar a conclusiones que, finalmente, son resultado de comparaciones.
¿Y qué tiene que ver todo esto con lo que estamos analizando? Pensemos lo siguiente: un ahorrista sentado sobre sus dólares es un 8,2% más pobre que hace un año en términos de poder de compra de bienes y servicios en EEUU, pero también es un 20% más rico si su decisión fuera comenzar a adquirir bonos u acciones de ese país, porque hoy, con el mismo dinero, puede comprar más de estos activos.
Hace poco más de un año, una persona que invertía en acciones parte de sus ahorros necesitaba 3.800 dólares para comprar 10 acciones de Meta (Facebook) en EEUU. Hoy con ese mismo dinero puede adquirir 40 acciones de la compañía de Mark Zuckerberg. Algo similar ocurre para el argentino que tiene dólares y quiere empezar a ahorrar en Cedears (acciones del exterior) en la Bolsa local.
Ergo, el ahorrista dolarizado es más pobre en bienes y servicios, pero más rico en activos financieros.
Como vimos en otra oportunidad, existen distintos tipos de ahorro, aunque en general las personas no ahorran para pagar la compra del supermercado el mes que viene, sino para invertir (poner a trabajar su dinero) y disfrutar lo acumulado en un futuro más cercano o más lejano.
En EEUU, históricamente, las inversiones en acciones y en bonos le ganan a la inflación, aunque en el corto plazo, como sucede ahora, esto pueda no ocurrir.
Conclusión
En consecuencia, mi conclusión es que lejos de estar perdiendo, aquellos inversores que se encuentran líquidos hoy (con el cash a mano) son los que más ganarán en un futuro cercano, mientras que a los que el efectivo les quema y sienten que tienen que salir a invertir ahora o, peor aún, gastar el dinero para que la inflación no se los licúe, son quienes más sufren por ver cómo su patrimonio se deteriora mes a mes.
¿Hasta cuándo convendrá estar posicionados en efectivo? En la columna de hace un par de semanas titulada “¿Es un buen momento para invertir en la bolsa de los EEUU?” encontrarán algunas pistas.
Por ahora, lo que aparece en el horizonte de la locomotora económica mundial son solo nubarrones de recesión que auguran una potencial tormenta.
Como alternativa al cash y, como vimos la semana pasada, se pueden buscar bonos de vencimientos muy cortos (no más de 6 meses), que son los que menos presión bajista deberán soportar por la cercanía de su vencimiento.
También los fondos money market (algunos brokers norteamericanos ya están pagando cerca del 3% anual por el dinero cash de sus clientes) pueden ser considerados alternativas viables.
En concreto, lo que parece una inflación desbocada que obligaría a los inversores globales a salir corriendo para colocar su dinero donde sea, no es más que una deflación de mercado que hace que el capital en cash de las personas e instituciones valga cada vez más medido en activos financieros de largo plazo. Mantener la cabeza fría en estos momentos y no dar pasos en falso parece ser la mejor recomendación para capear el temporal.
¡Nos encontramos la semana que viene con más análisis financiero!
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