Hoy en día, gracias a la infraestructura digital, cualquiera puede acceder a bancos, brokers o exchanges sin pagar ni un peso por abrir o mantener una cuenta
Especial de Nicolás Litvinoff para Diario La Nación
En el juego financiero actual, tener las cuentas en orden ya no es una ventaja: es apenas el punto de partida. La verdadera diferencia entre un inversor que maximiza su capital y otro que deja dinero tirado sin querer suele estar en una decisión básica: dónde abrir sus cuentas.
Hoy en día, gracias a la infraestructura digital, cualquiera puede acceder a bancos, brokers o exchanges sin pagar ni un peso por abrir o mantener una cuenta. Aun así, muchos siguen atrapados en esquemas anticuados, perdiendo plata en comisiones ridículas por costumbre, falta de información o simplemente por no sentarse a revisar lo que tienen. En un contexto donde cada décima de rentabilidad suma, eso es un lujo que ningún inversor debería permitirse.
En esta nota, vamos a dividir a los perfiles más comunes (el inversor local clásico, el criptofan y el que apunta al exterior) para mostrar qué cuentas gratuitas deberían tener ya mismo. Porque cuanto menos pagás, más ganás. Porque el que sabe, elige mejor. Y porque ser financieramente inteligente también es saber con qué herramientas jugar.
Vamos al punto.
Caso 1: El inversor doméstico
El clásico. Ese que arranca con la cuenta sueldo en el banco de siempre y cree que ya está cubierto. Spoiler: no, no alcanza. Esa cuenta, si solo se usa para cobrar el sueldo, probablemente no tenga costo. Pero cuando quiere moverse un poco más —hacer un MEP, comprar bonos, acciones o CEDEARs— se topa con comisiones altísimas, esperas eternas y un sistema que no acompaña. ¿El motivo? Le falta ampliar su caja de herramientas.
Para sacarle más jugo a cada peso y no regalarle plata a nadie, este inversor debería tener al menos dos cuentas:
Cuenta bancaria en un banco digital: sin costo, sin trampas, sin mantenimiento. Transferencias inmediatas, incluso fuera del horario bancario. Perfecta para mover fondos rápido hacia o desde un broker.
Cuenta comitente en un agente de bolsa local (ALyC) online: es el acceso directo al mercado de capitales. Desde ahí puede operar dólar MEP, bonos, acciones, CEDEARs o FCI con costos mucho más bajos que en un banco. Además, con una buena ALyC, suma tecnología, velocidad y análisis integrado.
El combo banco digital + ALyC online es lo mínimo indispensable si querés eficiencia sin pagar de más.
Menos trabas, más movimiento. Menos gasto, más ganancia. Acá empieza a cambiar el juego.
Caso 2: El inversor doméstico cripto
Acá hablamos de alguien que ya se animó a salir de la pecera. Un perfil que elige asumir más riesgo a cambio de mayores retornos y una operativa mucho más libre. Meterse en cripto es aceptar la montaña rusa de precios, sí, pero también abrir la puerta a una infraestructura financiera global, descentralizada y activa las 24 horas.
En la práctica, este tipo de inversor necesita todo lo del caso anterior —cuenta en banco digital + comitente en ALyC— más algunos aliados clave:
Cuenta en un exchange cripto (local o internacional): ya sea Binance, Lemon, Belo o el que mejor se adapte a su estrategia. Lo importante es que permita fondear fácil en pesos, tenga buena liquidez y que el retiro sea sin vueltas.
Hardware wallet (Ledger, Trezor, etc.): si hay algo que no se puede delegar en este mundo, es la custodia. Una cold wallet es el estándar de seguridad para proteger los activos digitales de hackeos, estafas o caídas de plataformas. En esta nota te explico como funcionan.
Bonus: algunos brokers argentinos ya integran cripto en sus plataformas, permitiendo operar desde la misma cuenta comitente. Eso reduce pasos y hace todo más simple para quienes valoran la eficiencia.
Acá la clave es ganar autonomía sin resignar seguridad. Porque sí, el universo cripto exige más responsabilidad… pero también da un nivel de control y libertad que el sistema tradicional ni se imagina.
El que entiende eso, deja de ser solo inversor. Se convierte en usuario activo del nuevo sistema financiero global.
Caso 3: El inversor internacional
Acá llegamos a los que deciden jugar en serio. Ese perfil que mira más allá del mercado local y se anima a invertir en el mundo. Con la revolución fintech, hoy acceder a Wall Street o a cualquier bolsa global ya no es un privilegio, ni una misión imposible. Es cuestión de estar bien informado y elegir las plataformas adecuadas.
Para dar este salto, se necesita todo lo anterior —banco digital, ALyC para MEP y mercado local, exchange y wallet cripto— más un paso clave:
Cuenta en un broker online de EE.UU.: opciones como Hapi, Interactive Brokers o Charles Schwab están diseñadas para usuarios latinoamericanos, con costos muy bajos (o incluso nulos) y una operativa sencilla. Desde ahí se puede invertir en ETFs, acciones globales, criptos e incluso manejar stablecoins.
El diferencial va más allá del acceso a activos top: hablamos de una infraestructura sólida, con regulación clara, custodios serios y herramientas de nivel profesional. Un ecosistema que brinda mayor profundidad y más alternativas para diversificar.
Tener esta cuenta es abrir el juego. Es protegerse ante riesgos locales y, al mismo tiempo, construir una cartera verdaderamente global. Es el paso lógico para quien ya domina el sistema local y quiere llevar su estrategia al siguiente nivel.
Globalizarse ya no es un lujo. Es jugar con visión.
Conclusión
La pregunta no es “¿qué cuenta me conviene abrir?”, sino “¿qué tipo de inversor quiero ser?”. Porque cada cuenta gratuita que sumamos no es solo una herramienta: es una forma concreta de ampliar nuestro margen de acción en el sistema financiero. Es ganar autonomía, pensar con más estrategia y movernos con menos trabas.
Seguir pateando decisiones por falta de tiempo, de ganas o de información es carísimo. En un contexto donde no hacer nada también tiene un precio —inflación, oportunidades que se escapan, dependencia total—, arrancar hoy, aunque sea con lo mínimo, ya te pone un paso adelante de quien todavía está dudando.
El mercado no espera. Las herramientas están. La data también. Lo único que falta muchas veces es ese click mental para entender que invertir no es una acción aislada, sino un camino que se construye capa a capa, con cada decisión que tomamos.
Abrir una cuenta no te transforma en inversor. Pero sí puede ser el primer paso real para dejar de mirar desde afuera y empezar a tomar el control de tu economía con intención.
El mejor momento para empezar fue ayer. El segundo mejor, es ahora.
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