Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.
¿Por qué una persona habría de realizar acciones que vayan en contra de sus intereses financieros? Mi experiencia me dice que la respuesta puede estar compuesta por un conjunto de aspectos: desconocimiento, auto boicot, concepciones erróneas acerca del dinero y mal asesoramiento, entre las más destacadas.
Para mejorar en un área no siempre hay que hacer lo que se debe, sino que, muchas veces, basta con dejar de hacer lo que no se debe.
Veremos a continuación las 5 cosas más dañinas que podés hacerle a tus finanzas personales con el objetivo de dar el primer paso hacia una mejora tangible en nuestra calidad de vida para 2017.
1) Eludir conversaciones incómodas en temas de dinero
En lo personal, siempre me manejé bajo el lema: “Prefiero ponerme rojo ahora y no verde después”, que hace alusión a la actitud de encarar las conversaciones incómodas y pasar el “mal trago” ahora y no procrastinar para luego sentirnos inmaduros por no haber hablado a tiempo.
Eludir conversaciones incómodas desde lo financiero (aumento de sueldo, pago de horas extras, porcentajes de ganancias en función de lo trabajado, remuneración pretendida en entrevistas de trabajo, etc.) muchas veces tiene que ver con una falsa concepción de nuestras capacidades y recursos y, al hacerlo, lo único que logramos es una paz momentánea que luego deriva en resentimiento y acusaciones silenciosas hacia la persona o empresa que se está “aprovechando” de nosotros.
Por el contrario, tener conversaciones incómodas con respecto al dinero tiene dos beneficios importantes: por un lado, esa sensación de incomodidad momentánea es rápidamente reemplazada por una emocionalidad positiva de saber que hicimos lo correcto para nuestros intereses y, por otro lado, al llevarlo a la práctica en dos o más oportunidades comenzamos de a poco a adquirir cierta “gimnasia” y la incomodidad es cada vez menor a medida que mejoran los resultados conseguidos.
2) Ponerse del lado de los deudores
En la economía capitalista se trata de quién le debe a quién. Salvo que “vivas al día” (lo cual te ata eternamente a tu trabajo), se puede afirmar que, o bien sos un acreedor, o bien sos un deudor.
Estás poniéndote del lado de los deudores si: usás las tarjetas de crédito como una extensión de tu sueldo y acostumbrás pagar en cuotas (comportamiento que ahora se ha “sincerado”), estás pagando una hipoteca o préstamo personal, pedís constantemente adelanto de sueldos, etc.
Dejar de producirle daño a tus finanzas personales con este comportamiento tiene que ver con colocarte del lado de los acreedores, que sucede cuando: realizás un plazo fijo o comprás LEBACs, invertís en bonos u otro instrumento de renta fija, pagás servicios o impuestos por adelantado con un descuento, etc.
3) Tener concepciones negativas con respecto al dinero
Este es uno de los peores daños que podemos hacerle a nuestras finanzas, con el aliciente de que muchas veces actúa a nivel inconsciente sin que nosotros nos percatemos realmente de ello.
Estas concepciones negativas con respecto al dinero se gestan en nuestra niñez, al escuchar a nuestros padres hablar sobre temas materiales: “Si tiene mucho dinero a alguien habrá estafado…”, “no hables de dinero en la mesa”, “el dinero solo trae problemas”, “las personas con dinero son insensibles”, “pobre pero honrado”, etc.
Este tipo de afirmaciones recibidas a una determinada edad, cuando nuestra psiquis se está conformando establecen un “ancla mental” que nos puede llevar después a tener boicots continuos cada vez que estamos cerca de generar excedentes de dinero, porque ello nos transformaría en “malas personas” y no seríamos capaces de soportar la culpa.
Revisar este tipo de cosmovisión monetaria es la mejor manera de dejar de hacerle daño a nuestra economía doméstica al desactivar comportamientos negativos en lo referido al dinero.
4) Ahorrar sin una causa
Como vimos en el punto 2, el “vivir al día” genera esa incómoda sensación de saber que estamos “pateando” los problemas hacía adelante y que esa actitud en algún momento nos traerá problemas.
He descubierto con el paso de los años que no hay nada más importante para comenzar a ahorrar que tener una buena “causa” para ello.
Si esa causa en la cual voy a basar mis nuevos hábitos de ahorro tienen que ver con cambiar el modelo de celular, televisor o cualquier otro motivo de consumo, el envión perderá peso al poco tiempo de comenzado o bien se llegará a la meta pero una vez que la concretemos nos encontraremos nuevamente en el punto de partida.
Por el contrario, cuando la causa del ahorro tiene que ver con generar un fondo de emergencia en una primera instancia (6 meses de ingresos colocados en una inversión de fácil acceso o en moneda “dura” sería lo recomendable) e invertir el excedente posterior para generar con ello nuevos ingresos en una segunda etapa, el estímulo se fortalece luego de los primeros resultados y las finanzas personales mejoran paulatinamente con el paso del tiempo.
Se puede decir que una buena causa de ahorro es lo que hará que tus finanzas personales adquieran un sentido de existencia.
5) Invertir sin fundamentos
¿Qué pasa con aquellos que logran controlar sus gastos, maximizar sus ingresos y generar con ello un excedente listo para ser invertido? ¿Han dejado de hacerle daño a sus finanzas personales? No necesariamente.
Aún tienen una posibilidad más de “tirar todo por la borda” y, muchas veces, puede estar relacionado con lo visto en el punto 3, referido a las concepciones erróneas con respecto al dinero. En este caso el daño a nuestras finanzas personales viene por el lado de delegar en otras personas o instituciones la responsabilidad en cuanto a la inversión de los ahorros, sosteniendo este comportamiento con falsas excusas como: “Ellos son los que saben” o “no tengo tiempo para ocuparme de esas cosas”.
Para invertir con fundamentos no hace falta haberse recibido de economista o Administrador de Empresas, sino más bien entender qué es lo que estamos haciendo con la mayor precisión posible y nunca invertir en instrumentos que no sabemos cómo funcionan.
Claro que existen vehículos de inversión complejos cuyo entendimiento requerirían de la adquisición previa de ciertas habilidades cuantitativas, pero la realidad es que son los menos: tanto un Bono tradicional como un Fondo Común de Inversión en Fideicomisos de Consumo, por poner dos ejemplos, pueden entenderse en cuanto a su funcionamiento dedicándole algunas pocas horas a la lectura del vasto material al respecto que se encuentra de manera gratuita en la web.
Esas horas de aprendizaje pueden ser la mejor inversión de tiempo de tu vida, ya que entran dentro del rango de mis preferidas en cuanto a su naturaleza intrínseca: se invierte mucho en un primer momento pero luego el goce de los beneficios es constante y periódico.
En vez de seguir el viejo esquema de tiempo-dinero, tiempo-dinero, tiempo-dinero, ahora estaremos aplicando una concepción más sana para nuestras finanzas al aprender estos menesteres de una sola vez, que podría definirse como tiempo-tiempo-tiempo, dinero, dinero, dinero, dinero, dinero, dinero…
Conclusión
Que una persona adulta cambie su forma de ser y comportamiento en cualquier ámbito de la vida no es una tarea sencilla, por más que, como vimos en este caso, presentemos argumentos claros y concisos de que dicha transformación traerá beneficios a la corta o a la larga.
El objetivo más realista de este tipo de columnas tiene que ver con replantearnos nuestra relación con el dinero, pensarlo como un vínculo más que vamos a tener a lo largo de nuestra vida y tener noción de que, como todo vínculo sano, mejorará cuando nuestras actitudes y comportamiento sean más saludables que dañinas.
Si te reconociste en al menos una de estas actitudes nocivas para tus finanzas personales, estás a tiempo de comenzar de a poco un cambio superador que nazca de tu interior y mejore ese vínculo material que, te guste o no, tendrás que llevar adelante por el resto de tus días.
¿Quiere que el dinero se transforme en una fuente de satisfacción en vez de una fuente de preocupación en su vida?
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