Para cuando hayas terminado de ver el video, te propongo un negocio. Podemos asociarnos juntos en algo muy simple y muy redituable, aunque de dudosa “calidad ética”.
Elijamos un mercado cualquiera.
Usemos un poco la imaginación para ver la manera de hacerle creer a los medios que todo está barato y que las ganancias futuras pueden ser siderales.
Hagamos unas primeras operaciones entre nosotros que alimenten la noción de rentabilidades astronómicas.
Estemos atentos al incremento de la atención del público, y cuando lo creamos conveniente armemos algún instrumento derivado complejo sobre los activos que comercializamos, que solamente podamos valuar nosotros. Inventémosle un “valor contable” para el que lo compre.
Una vez que tenemos ese “enlatado”, vendámoselo a los inversores desinformados, ansiosos por entrar a operar en el mercado que nosotros (artificialmente) inflamos.
Permanezcamos en el mercado sacándole el máximo jugo posible y cuando veamos que la cosa no da para más, juntemos todo el dinero producto de la venta de los “enlatados” he invirtámoslo en la seguridad de los Treasury Bonds de los EE.UU., y descorchemos un Champagne del bueno mientras vemos desde afuera como la burbuja irremediablemente y en cuestión de días explota violentamente.
Imagino que te habrá interesado la propuesta, y yo podría sacar créditos y decir que es una idea genial que se me acaba de ocurrir pero… esta gran estafa en donde los inversores informados se aprovechan de la codicia de los inversores desinformados no es nada nuevo, de hecho se hizo por primera vez en el año 1800 en Holanda, en donde se creó un mercado como el descrito con un activo tan “sui generis” como son los Tulipanes, creando la primera burbuja financiera documentada de la historia.
Probablemente, seamos ahora mismo espectadores privilegiados de la última saga de “La Gran Estafa”. No, no estoy hablando del triller protagonizado por Brad Pitt, George Clooney y demás estrellas, me estoy refiriendo simple y llanamente al issue de las hipotecas subprime en los EE.UU.
Casi un año antes de que estalle la crisis subprime en EE.UU, en una nota publicada en el site de Inversor Global titulada “La gran Estafa”, comentaba que tenía colegas en los EE.UU. quienes hace ya un tiempo me pasaron un dato preocupante: “Estamos viendo cada vez más inmigrantes indocumentados que compran casas de 500.000 dólares”.
¿Y quién es el que financia este negocio Filipino? La respuesta es simple: los inversores codiciosos y desinformados.
Pero vayamos a la justificación. El cuento es más o menos así:
John M. tiene una casa con un valor de mercado de 300.000 dólares. Pedro S. es un inmigrante que está hace poco tiempo en EE.UU., buscando ganarse la vida de alguna manera.
John contacta a Pedro y le ofrece 20.000 dólares para que este aparezca como comprador de la casa, valuada por el Banco que otorgará el préstamo en 500.000 dólares (66% por encima de su valor de mercado).
John vende la casa a Pedro, que le paga con los 500.000 dólares que el banco le presta al 7% anual.
John se jubila y se va al Caribe, Pedro toma posesión de la casa y la disfruta hasta que la rematen y a él lo deporten con los “20 de los grandes” que le pagó John.
Creo que no hace falta ahondar sobre los incentivos de Jonh y Pedro para realizar la operación, pero la pregunta que seguramente ustedes se estarán haciendo es: ¿Por qué el Banco va prestar 500.000 dólares para comprar una casa que vale 300.000 sabiendo que nadie pagará por la cuota y la propiedad tendrá que ser rematada a un precio todavía inferior al de mercado?
La respuesta es muy simple: porque sabe que puede pasar la bomba (bellamente enlatada) a otros, para estar lo más lejos posible cuando ésta explote.
¿Y que pasa con los bancos y brokers?
En el 2002 las tasas de interés del Banco Central de los EE.UU. estaban en un nivel cercano al 1%. Ese dinero barato duró hasta hace apenas dos años, claro está con subas progresivas hasta niveles superiores al 5%.
Bajo este contexto, los Bancos y Brokers americanos se fondeaban fácilmente, y buscaban desesperados colocar ese capital a tasas más altas.
Por lo tanto, si yo como banco puedo tomar dinero al 1% de la Reserva Federal y colocarlo al 7% en préstamos hipotecarios, y me vienen a pedir 300…porqué no ofrecer 500?
Si además se me ocurre armar un enlatado conocido como CDOs, en donde vendo la cartera de deudores (quienes sé que no califican para el préstamo, lo cuál se conoce como préstamos Subprime), para que otro asuma el riesgo de no cobro…¿que puede fallar?
La codicia es quizá una de las emociones más peligrosas que pueden experimentarse en el ámbito de las finanzas.
Cuando los bancos comenzaron a vender los CDOs en el mercado, y estos no solo no explotaban si no que subían de precio, decidieron quedarse con algunos en cartera, esperando que las condiciones macroeconómicas les sigan siendo favorables.
Estos CDOs estaban valuados a “valor contable”. Pero todo cambió muy rápidamente con el deterioro del mercado de Real State en el país del Norte y un contexto inflacionario que hizo que las tasas suban deprisa, y muchos protagonistas vieron horrorizados como este explosivo enlatado explotaba en sus manos al pedir la S.E.C. (Security and Exchange Comission) a los bancos que valuaran los instrumentos a valor de mercado, originando los wrrite down (algo así como “reevaluación a la baja”).
Los coletazos de esta crisis se están viviendo ahora en Europa y no se sabe donde puede terminar.
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