Is the economy, stupid!, es una frase que tenia escrita el ex presidente Bill Clinton en un cartel de su despacho, para recordar siempre en donde tenia que focalizar sus esfuerzos. Parecería ser que Obama, actual “mandamás” americano, estaría concentrando su energía en bajar el alto desempleo producto de la crisis del 2008, a pesar de las presiones de su gabinete de asesores monetaristas que le piden mayor atención hacia el potencial surgimiento de presiones inflacionarias.
La economía de EE.UU. agregó más empleos de lo previsto en abril, aliviando la preocupación de que los altos precios del combustible están retrasando la recuperación económica.
El empleo aumentó en 244.000 trabajadores el mes pasado, el mayor incremento desde mayo de 2010, después de una revisión del aumento de 221.000 el mes anterior, según informó hoy el Departamento de Trabajo en Washington. Los economistas proyectaban un aumento en abril de 185.000, según la estimación mediana de un sondeo de Bloomberg News. No obstante ello y por un tema de simple medición estadística, la tasa de desempleo se elevó a 9 por ciento, el primer incremento desde noviembre.
Más puestos de trabajo y aumento de los salarios le pueden dar a los hogares (cuyo gasto representa el 70 por ciento de la economía) los medios para superar los precios más altos de la gasolina en casi tres años.
Más importante aún, el Presidente de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke, y algunos de sus colegas han señalado que planean seguir adelante hasta junio con el estímulo récord monetaria para impulsar la expansión.
Obama “el Keynesiano”.
El presidente de los EE.UU, Barack Obama, parece estar acertado al poner énfasis en la recuperación del mercado laboral. Recordemos que asumió su cargo en el peor momento de la crisis económica de las subprime, responsable de la pérdida de 8.4 millones de puestos de trabajo solo en los EE.UU.
Para estimular la economía e incentivar a los empresarios para que inviertan y creen con eso nuevas vacantes laborales, Obama parece haberse vuelto bastante “Keynesiano”, al aumentar considerablemente el gasto público del país del Norte y empeorar con ello las cuentas fiscales.
Seguramente deberá soportar con este accionar las opiniones contrarias de sus asesores de la FED y parte del gabinete económico, históricamente monetaristas y por lo tanto en desacuerdo con las medidas fiscales.
Recordemos que, para los Keynesianos, el desempleo es la mayor amenaza para una economía, por ello cuando esto ocurre el estado debe intervenir a través de obras públicas para emplear a la gente que no tiene trabajo.
Para los monetaristas, en cambio, la principal amenaza es la inflación, y todos sus esfuerzos están centrados en mantener la inflación contenida a través de las políticas económicas contractivas y expansivas de los bancos centrales.
Otra diferencia importante radica en el concepto que tienen una y otra escuela sobre la tasa de interés: mientras que para los monetaristas el interés es simplemente el precio del dinero, los keynesianos suelen verlo como el costo de oportunidad de la inversión.
Por último, hay un punto en el cuál ambas corrientes parecen concordar luego de la enseñanza que dejó la crisis del 30: la política monetaria es como una cuerda de un barrilete, se puede tirar de ella para atraer al barrilete, es decir, enfriar la economía, pero no se puede tirar de la cuerda para que el barrilete vuele, o sea, sacar de a la economía de la recesión.
Obama parece estar decidido a bajar la tasa de desempleo cueste lo que cueste. Esperemos que esto no ocasiones el caldo de cultivo necesario (bajas tasas por tiempos extensos, aumento del gasto, déficit gemelos) para la aparición de la próxima burbuja financiera.
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