Las bolsas se desplomaron ayer, Jueves 4 de Agosto, y continúan el derrape mientras escribo este post. El S&P 500 cayó casi -5% (en un día!), y ya está casi -6% en lo que va del año, borrando todas las ganancias previas. A las bolsas Europeas le está yendo aún peor, e incluso el Bovespa de Brasil es uno de las bolsas más castigas de todas.
Las razones de esta caída las he explicado en mi post anterior, y ahora se le suman rumores de que la baja de calificación de la deuda americana con la cuál las calificadoras de riesgo vienen amenazando hace unos meses estaría por hacerse efectiva dentro de muy poco. Incluso algunos arriesgan que sería luego del cierre de los mercados de hoy viernes.
En medio de este tsunami financiero, pienso que hay que tener la cabeza lo más clara posible. Es verdad que la situación en Europa es complicada, pero también hay que pensar que Alemania viene creciendo a tasas record y a Francia no le está yendo nada mal. Por otro lado, más del 80% de las empresas americanas que reportaron ganancias en estas últimas semanas lo han hecho por encima de lo esperado, y el número de creación de nuevos empleos que se dio a conocer en el mercado hace pocas horas superó la expectativa de los analistas, indicando que si bien el ritmo de crecimiento de la economía no es de lo mejor, por lo menos las empresas no están despidiendo empleados.
Lo más fácil ahora, a raíz de lo que está aconteciendo, es ponerse en la fila de los pesimistas y decir que se va todo al demonio, porque el pánico es la emoción que predomina las acciones en este momento.
Conviene vender? Un inversor de largo plazo es justamente aquél que compra para sostener su inversión en el tiempo. Lo importante es que los activos que componen su cartera de inversiones sean de calidad y el riesgo de default de los mismos sea bajo o nulo. Eso se logra invirtiendo en ETFs diversificados. Dejarse llevar por el pánico ahora es una decisión que deberá ser juzgada en al menos 6 meses, no con la apertura del próximo lunes.
Desde el punto de vista emocional además, lo difícil no es vender ahora. Es más, hasta se puede experimentar una cierta sensación de alivio por más que seguramente se esté asumiendo algunas pérdidas: “se acabó el sufrimiento”. Pero lo complicado, aunque cueste entenderlo, es luego volver a recomprar la posición vendida.
De tal manera, si el mercado sigue cayendo, siempre parecerá que puede caer más y comprar será difícil. Y luego los rebotes se darán, como pasa siempre, de manera muy rápida y violenta, volviendo difícil la recompra de la posición liquidad tiempo atrás.
Un rebalancing de cartera es aconsejable, pero siguiendo la línea esbozada anteriormente: sacando de la misma aquellos activos que pueden llegar a tener riesgo de default y comprando ETFs diversificados cuyo riesgo sea solo de variación de precio.
Desafíos nuevos aparecen en el mercado todos los días, a veces con mayor intensidad.
La tranquilidad y un análisis concienzudo y racional son como la gasolina de los inversores que terminarán ganando dinero en el largo plazo.
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