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Consejos prácticos para dejar de ser un esclavo del dinero.

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

La esclavitud, en el sentido jurídico, tiene lugar cuando una persona es propiedad de otra. Se dice que el esclavo no es dueño de su tiempo: le pertenece por entero al amo.

En la Argentina, la esclavitud fue abolida en 1853. Desde entonces han surgido otras formas de dominación social que se asemejan a la esclavitud en el sentido de quitarles tiempo a las personas, aunque ya no se habla de esclavos sino de hombres y mujeres libres, pese a que no resultan ser tan libres como se cree.

Actualmente, la sociedad de consumo nos hace ceder nuestra propiedad del tiempo con tanta pericia que prácticamente no lo notamos. Se dice que actuamos como “esclavos modernos” de manera voluntaria, sin que sea necesario el uso de la violencia sobre nosotros, como sí ocurría siglos atrás.

Los esclavos modernos no son otra cosa que esclavos del dinero. Se caracterizan por trabajar arduamente con el objetivo de ganar dinero, pero una vez que lo reciben lo gastan todo rápidamente e incurren en nuevas deudas, por lo que deben volver a trabajar más duro para obtener el dinero que les permita cubrir sus gastos corrientes y pagar una parte de lo adeudado.

Esta relación con el dinero y el trabajo crea un círculo vicioso donde el denominador común es la pérdida paulatina de tiempo libre. Su propiedad pasa a manos de sus “acreedores”: el banco o la empresa emisora de la tarjeta de crédito (que cobran altos intereses por la deuda) y la empresa para la cual trabaja la persona endeudada (que otorga adelantos y, en algunos casos, abultados préstamos).

Algunos de los comportamientos característicos de los esclavos de dinero son:

  • Vivir preocupados por el dinero.
  • No saber a ciencia cierta cuánto deben.
  • Trabajar horas extras para pagar facturas.
  • Tener un segundo trabajo par-time para cancelar deudas.
  • Contraer deudas con familiares y amigos sin saber cómo devolverán el dinero.
  • Ignorar cuánto gastan en total por mes.
  • No saber ni interesarse por el interés real que termina pagando por los préstamos.
  • Trabajar de algo que no les gusta demasiado y tener excusas para justificar su situación y calificarla como algo “temporario”.

A continuación, brindaré algunos consejos prácticos para dejar de ser esclavo del dinero. Girarán en torno al ingreso y al gasto y su relación con la economía doméstica.

1) Cómo generar ingresos para tu emancipación financiera

En la escuela y la universidad nos preparan para ser empleados, es decir, para hacer carrera en una empresa y armar un buen CV.

Nada nos dicen sobre cómo armar un plan de negocios, emprender por nuestra cuenta un proyecto o realizar cualquier otro tipo de actividad donde no se nos retribuya por hora trabajada sino por el valor de nuestras ideas en los campos que nos apasionan.

El resultado de esta falencia educativa es que la mayoría de las personas termina generando ingresos lineales (por hora trabajada) en dos áreas distintas pero similares: mediante un empleo en relación de dependencia u ofreciendo sus servicios a modo de cuentapropista.

En el primer caso, la empresa ofrece un “precio con descuento por compra al por mayor” de nuestras horas de trabajo, conocido también como sueldo o salario. Los cuentapropistas, en cambio, pueden fijar ellos mismos el valor de su hora laboral, pero siempre obedeciendo las condiciones (y límites) que imponen el mercado y la competencia. Además, muchas veces aceptan muy poco dinero para superar la incertidumbre que genera la posibilidad de que no encuentren la demanda laboral mínima que les permita alcanzar un nivel de ingreso básico para vivir.

Otro dato curioso es que la mayoría de los empleados en relación de dependencia ni siquiera sabe cuánto gana por cada hora trabajada: no conoce su ingreso relativo.

El problema con este modelo laboral es que nos encontramos con dos límites importantes a la hora de pretender aumentar nuestros ingresos: por un lado, existe un impedimento físico, dado que no se puede trabajar más de x cantidad de horas diarias sin descuidar la salud. Por el otro las muchas veces duras condiciones del mercado y de la competencia hacen que no podamos cobrar lo que sentimos que merecemos por nuestro trabajo sino que haya que someterse al valor establecido por el resto.

Cuando crece el desempleo, la oferta de trabajo aumenta y baja la retribución que muchos aceptan cobrar por hora trabajada. El ingreso cae aún más.

Desde el lado del ingreso, la única forma de cortar las cadenas de la esclavitud del dinero es mediante la generación de ingresos pasivos que actúan como liberadores de tiempo por excelencia.

Los ingresos pasivos, como ya lo hemos visto en notas anteriores, son aquellos que se perciben sin necesidad de destinarles gran cantidad de tiempo.

Existen múltiples caminos para lograr ingresos pasivos. Apelando a Internet podemos transformar algunos de nuestros pasivos en activos: con Airbnb es sencillo alquilar un departamento o un cuarto vacío a turistas. En otros países también se puede utilizar libremente Uber para cobrar por viajes o traslados a terceros.

La economía de lo intangible facilita también la inversión en activos financieros de bajo riesgo vía Internet, así como la comercialización en la web de ideas que aporten valor agregado a los emprendimientos de otros usuarios y que pueden ser ofrecidas en las redes sociales.

De esta manera, la inclusión de ingresos pasivos facilita la ruptura de las cadenas de esclavitud permitiendo liberar tiempo para dedicarlo a otra cosa que no sea el trabajo.

2) Cómo liberarte de tus deudas para volver a tomar el control de tu tiempo

No hace falta ser muy perspicaz para comprender que las deudas son la puerta de entrada hacia la esclavitud del dinero, aunque lo cierto es que muchas veces sucumbimos a la tentación de adelantar el goce mediante la compra de un bien o un servicio que sabemos que hoy en día no podemos adquirir sin endeudarnos.

Bajo la creencia errónea de que comprando en cuotas se le gana a la inflación, muchos eligen “pasar la tarjetita” una y otra vez sin saber que cada vez que estampan la firma en un comercio están aceptando una condena a esclavitud del dinero y reduciendo aún más el valor de sus horas de trabajo futuras. Sucede que añaden un nuevo ingrediente a sus finanzas personales: el interés (oculto o visible) que deberán pagar en concepto de costo por el disfrute anticipado (o fuera de tiempo) de lo que están adquiriendo.

Ahora bien, ¿todas las deudas son “malas” y entonces debemos mantenernos alejados de ellas? No sirve hacer semejante reduccionismo debido a que existen también otros dos tipos de deuda: la subsidiada y la tercerizada.

La deuda subsidiada es la que ofrecen los bancos generalmente estatales, donde el interés que se cobra está en gran parte bonificado.

El plan “Ahora 12” es un ejemplo de ello. No obstante, se debe tener mucho cuidado de no superar el límite de lo que se puede pagar por mes en concepto de cuota.

La deuda tercerizada es la que se toma para generar un negocio. Se contrae para invertir el dinero acreditado en un activo que, se supone, generará flujos de fondos mayores a los intereses a pagar.

Cualquier otro tipo de deuda (ya sea hipotecaria, prendaria o por consumo con tarjeta de crédito) será nociva para nuestras finanzas y nos quitará tiempo de goce presente y, sobre todo, futuro.

Conclusión

“El dinero es un buen siervo pero un mal amo”
Alejandro Dumas

Decir que el dinero no nos importa es la manera más rápida de convertirnos en esclavos del dinero.

Es como sostener que no nos importa lo que haga el amo que nos quiere esclavizar.

Emanciparnos de estas cadenas que muchas veces creamos nosotros mismos por desconocimiento tiene que ver con resistir las tentaciones consumistas, vivir con lo nuestro bajo la premisa de que el nivel de gastos puede aumentar solo cuando los ingresos pasivos cubran la totalidad de los gastos fijos, algo que puede lograrse con dedicación y constancia.

En mi reciente nota “¿Cuánto dinero por mes necesitás para vivir sin trabajar?”, demostramos que era posible generar un flujo de 50 mil pesos mensuales con un ahorro de 380.000 dólares si contamos con un cierto nivel de cultura financiera. Esa formación se lograría con dos años de estudios, lecturas y prácticas más que entretenidas.

Al mismo tiempo, vimos que quien no cuenta con cultura financiera debería poseer aproximadamente 3 millones de dólares para generar el mismo flujo de fondos, invirtiendo en opciones ultraconservadoras como los bonos del Tesoro de los Estados Unidos.

A menor cultura financiera, mayores posibilidades de terminar siendo esclavos del dinero, mientras que a mayor educación en finanzas personales e interés por temas relacionados con el dinero, mayor probabilidad de emancipación temprana.

La buena noticia es que al haber leído esta nota hasta al final (y más aún con la lectura semanal de estas columnas de finanzas personales), estás dando el primer paso para cortar las cadenas de la esclavitud moderna y volver a tomar el control de tu tiempo.

Ahora viene la segunda parte: continuar en esta línea, encarar el tema con curiosidad y decisión y seguir aprendiendo. ¿Cómo hacerlo? Mediante la lectura de libros especializados y diarios o secciones económicas, la realización de cursos y la asistencia a charlas sobre mercados y finanzas personales. Una vez que te sientas listo, podrás bajar a tierra y aplicar en tu vida diaria todos estos conceptos disruptivos.


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