Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación
A pedido del público, hoy vamos a analizar posibles inversiones para un ahorrista que quiera pasar la temporada electoral sin perder dinero y proyecte un plazo de un año para volver a tomar contacto con su capital. Dado el carácter pedagógico de esta columna, repasaremos las 3 opciones más populares: el dólar, los plazos fijos y las acciones.
Lo primero que debe saber todo inversor minorista es que los rendimientos pasados no garantizan rentabilidades futuras. La historia no tiene por qué repetirse, aunque a veces lo hace, sobre todo en la Argentina…
Dada la cercanía de las elecciones y su influencia sobre lo que vendrá esbozaremos la siguiente hipótesis: gane quien gane en octubre, el efecto arrastre de lo que viene sucediendo con las distintas variables económicas generará una inercia que afectará al primer semestre de 2020.
Para el análisis, tomaremos en todos los casos los rendimientos nominales y no tendremos en cuenta en un principio la inflación. Luego, hacia el final de la columna, expondremos algunas conclusiones ponderando el alza de precios para evaluar los rendimientos reales de los activos.
Dólar
Si tomamos como referencia el blue al 9 de diciembre de 2015, poco más del 300% es lo que aumentó el dólar frente al peso desde la asunción del actual gobierno. Se trata de una rentabilidad impresionante si se tiene en cuenta que, además, consistió en una inversión libre de riesgo, puesto que bastó con comprar los billetes verdes y guardarlos bajo el colchón para obtenerla.
Otra particularidad es que el salto del dólar no se produjo de una sola vez (movimiento conocido en economía como overshooting o sobrerreacción), sino que registró varios saltos con posteriores períodos de estancamiento, como el que estamos viviendo desde octubre del año pasado, cuando rondó los 40 pesos por unidad.
Siguiendo la premisa de la inercia económico financiera, podría esperarse un dólar a 70 pesos hacia mediados del año que viene. Este número puede resultar escandaloso hoy, pero es el que arroja la proyección sin tener en cuenta que en época de urnas la dolarización de las carteras suele aumentar considerablemente. Más aún: al momento de escribir esta nota, el dólar futuro a Enero de 2020 estaba cotizando a 63,50 pesos en el mercado Rofex.
En resumen: de acá a un año la compra de dólares podría otorgar una rentabilidad bruta (sin contemplar la inflación) del 50%, siempre asumiendo que se cumple la lógica de la inercia (estanflación, dolarización de carteras, sobreendeudamiento y más).
Plazos Fijos
Para evaluar esta potencial inversión no sirve de mucho la historia pasada. Conviene mirar para adelante y asumir que los riesgos existentes ya están descontados en el alto nivel de tasas ofrecido por las entidades bancarias.
Según el sitio especializado TuPlazoFijo, los rendimientos anualizados son en promedio mayores para inversiones a corto plazo (30 días) que a largo (un año). En el primer caso, la tasa máxima que se puede conseguir al momento de escribir esta columna es del 55% anual (Banco Nación), mientras el resto supera cómodamente el 40%, salvo excepciones. En cambio, a un año son varios los bancos que ofrecen intereses por debajo del 40%. Solo quienes proyecten una economía estabilizándose y repuntando pueden colocar su dinero a plazo fijo a un año vista.
Para colmo, a diferencia de lo que ocurre con el dólar, los plazos fijos pagan el nuevo impuesto a la renta financiera. Quienes invirtieron en estos instrumentos el año pasado lo saben: si obtuvieron un interés anual superior a los 66.917,91 pesos, deberán pagar el 5% del excedente, con lo que su rentabilidad bruta se vería diezmada. Como el nuevo impuesto tiene su complejidad, recomendamos no tomar los valores aquí mencionados como definitivos y consultar con un contador.
Acciones
En lo que respecta a renta variable, debemos considerar lo que viene sucediendo para especular con la posibilidad de un alza o una baja futura.
Cuando asumió el Gobierno, el Merval (índice que nuclea a las acciones de empresas líderes argentinas) se encontraba en 13.181 puntos. Al momento de escribir esta nota, se ubica en 33.970, lo que refleja un alza del 158% en tres años y medio.
En este contexto, realizar proyecciones no resulta sencillo. El lado de la balanza que nos inclina al optimismo sostiene que, una vez resuelto el tema electoral, la incertidumbre se despejará y el mercado recuperará con bríos la tónica alcista que abandonó bruscamente hace un año y medio, independientemente de quién triunfe en las urnas.
Del otro lado, la oleada pesimista nos abruma con la ausencia de perspectivas de crecimiento económico. Y ya se sabe: invertir en acciones de empresas cuyo valor depende en gran medida de sus resultados de ganancias trimestrales no parece una idea muy buena en un escenario de recesión severa e inflación sostenida.
Para colmo, los acontecimientos externos indican que la tensión domina al mundo, en especial cuando observamos la escalada de medidas en la guerra comercial que están librando EE.UU. y China.
Conclusión
Distintos pronósticos auguran que la inflación se mantendrá firme, alcanzando el 270% desde el principio hasta el final del actual mandato presidencial. Esto reduce notablemente el rendimiento real del dólar en el período de cuatro años, aunque claramente fue positivo. En tanto, los plazos fijos nos hicieron perder poder adquisitivo y con las acciones la debacle fue importante en más de un caso.
Dicho esto, resulta muy complicado combatir la idea de que solo quien compra dólares se salva en la Argentina. Los que nos interesamos por las finanzas personales, sabemos que no es así, pero muchas veces la realidad nos obliga a dar largas explicaciones para justificar nuestra postura.
En finanzas la diversificación es necesaria para reducir los riesgos. En el caso del dólar, el peligro es que se planche su cotización de aquí en adelante, mientras la inflación mantiene su paso firme, aunque a menor velocidad que en los meses anteriores.
Hoy por hoy una canasta con distintas inversiones resulta lo más aconsejable, aunque sabiendo que algunos activos deben ocupar más lugar que otros, dependiendo del riesgo que se quiera asumir y la tranquilidad que se desee ganar.
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