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La humildad que atrae dinero

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

La imagen que se tiene de una persona exitosa en asuntos de dinero es la de un ser omnipotente que se las sabe todas sobre finanzas y toma decisiones rápidas y efectivas sin importar lo que los demás piensen o digan.

La realidad, sin embargo, marca lo contrario. El éxito financiero no tiene que ver con la omnipotencia y la soberbia sino más bien con la humildad para reconocer que siempre conviene consultar otras miradas antes de actuar y la perspicacia para determinar quiénes pueden ser nuestros referentes en cada caso y en cada momento.

En la columna de hoy, aprenderemos cómo podemos emular este modus operandi de las personas de negocios más exitosas para transformar nuestra realidad financiera.

Omnipotencia vs. humildad

El término “omnipotencia” proviene del latín omnipotens, compuesto por omni (todo) y potens (potencia, poder). De allí que omnipotencia refiera a la sensación de que uno puede hacerlo todo, que no hay límites que condicionen sus acciones, aunque los espíritus más previsores también la relacionan con una mala medición de los riesgos, puesto que, si uno se siente omnipotente, cree que nada puede dañarlo.

El término “humildad”, por el contrario, hace referencia a aquel que admite sus limitaciones y entiende que, como todos, tiene puntos débiles. Una persona humilde sabe relativizar sus logros y virtudes y reconocer sus defectos y las equivocaciones que comete.

En la toma de decisiones, el omnipotente consultará poco y nada, mientras que el humilde hará una y mil preguntas que lo ayuden a elaborar una estrategia y ejecutarla. Cuando estas preguntas son realizadas a las personas indicadas, el resultado es el de la superación de las contingencias.

La humildad y el ingreso

Para el exitoso omnipotente hay un solo modelo de generación de ingresos: trabajar a destajo exponiendo el cuerpo a sol y sombra hasta llegar a las metas financieras que le permitan retirarse rico. Cualquier otro modelo que no tenga en cuenta el sacrificio es cuestionado. Se identifica con un jefe que vive ocupado y se hacer ver como una persona importante.

El exitoso humilde, por el contrario, es curioso y quiere averiguar sobre las nuevas formas de generación de ingresos. ¿Vehículos Automatizados de Ingresos, Ingresos Pasivos, Múltiples Fuentes de Ingresos, Cash Flow de la Felicidad?

El exitoso humilde quiere aprenderlo todo. Pregunta, se capacita y pone en práctica lo aprendido con cautela, sin desesperarse por aplicar cualquier innovación. Avanza muchas veces a paso lento, pero firme.

Así, por preguntón, por curioso, por sus ganas de aprender nuevas técnicas y por su apertura a las nuevas ideas termina consiguiendo, en numerosas ocasiones, mejores resultados que el exitoso omnipotente. Lo hace en menos tiempo, con menos esfuerzo y disfrutando del camino, porque las nuevas ideas son alimento para su mente y le abren puertas a una sociedad que quiere progresar.

En Finanzas Personales, por ejemplo, la diversificación de las fuentes de ingresos a partir de la Teoría de los 3 Ejes para Generar dinero (cuerpo, ideas y dinero) crea un nuevo juego tridimensional donde la búsqueda de caminos distintos termina premiando al inversor innovador más pronto que tarde.

Humildad y gasto

No le propongas a un exitoso omnipotente que registre al detalle sus gastos porque te dirá que no lo necesita, que tiene todo en la cabeza. Tampoco le menciones los perjuicios que suele generar el pago en cuotas con tarjeta de crédito porque te dirá que de esa manera le gana a la inflación y no reconocerá, si quiera, que muchas de sus compras son innecesarias. Y si se te ocurre aconsejarle que controle sus gastos compulsivos, la respuesta será que su desafío pasa por los ingresos: la meta siempre es aumentarlos para comprar todo lo que desee.

El exitoso humilde lo es porque, como vimos al comienzo, tiene la virtud de conocer sus propias debilidades y limitaciones no solo en el área de los ingresos, sino también en la de los gastos.

La gente piensa que los ricos son derrochones y se equivoca: la mayoría de la gente acaudalada ejerce un control estricto sobre sus gastos y es muy prolija en la administración de su dinero. Asigna sus recursos de manera eficiente y con arte. Sabe cuándo darse gustos y cuándo poner un poco de más.

El exitoso humilde tiene a mano un cuaderno o una planilla de Excel con el detalle de sus gastos, entiende la importancia de separar gastos fijos de variables y gastos positivos de negativos.

El exitoso humilde sabe muy bien qué es un gasto y que es una inversión. No le interesa impresionar a los demás con su poder adquisitivo. Prefiere pasar desapercibido.

Quien aún no es exitoso en finanzas personales, debe saberlo: a la larga, la humildad en los gastos propicia la aparición del ahorro, paso vital e imprescindible para realizar inversiones y diversificar y aumentar los ingresos.

Humildad e inversiones

El inversor omnipotente es el mejor cliente de las sociedades de bolsa. ¿Por qué? Porque quiere ganar mucho dinero de manera veloz, se tiene una confianza ciega a la hora de elegir qué acciones comprar y cree tener razón siempre. Cuando no acierta y pierde dinero, es el mercado el que está equivocado.

Detrás de cada inversor omnipotente hay un asesor financiero llenándose los bolsillos con las comisiones de compraventa y un círculo vicioso que termina con el inversor retirándose de la Bolsa al grito de “esto es una timba”.

El inversor humilde tiene una mirada totalmente distinta sobre las inversiones. Su horizonte suele ser el largo plazo y sus movimientos más bien cautelosos apuntan a la renta fija (bonos y acciones preferentes) antes que a la variable (acciones y otros activos más volátiles).

No se apresura a la hora de tomar decisiones y no compra la idea del barco que está partiendo y hay que subirse ya. Sabe permanecer afuera de la Bolsa mientras analiza el escenario.

Una buena parte de su inversión, posiblemente la principal, no necesita demasiada billetera: destina mucho tiempo a encontrar sus fuentes de consulta en el mercado. Pueden ser asesores sin conflicto de intereses (que no ganen con las operaciones de compraventa, por ejemplo) o analistas que publican en medios o brindan sus consejos a través de plataformas. Prefiere pagar consultas y cursos a obtener información gratuita de perfectos desconocidos.

El inversor humilde se aproxima con sigilo a la Bolsa. Sabe que es un ámbito propicio para generar, de a poco, ingresos pasivos. Entiende que no es un casino y que no hay que apostar por las acciones de una empresa como si se tratase de un simple número que nos encandila. Las urgencias no existen. No hay por qué encontrar ya mismo la nueva Apple, Google, Amazon o Tesla, como piensa el inversor omnipotente. Basta con estudiar la biografía de Warren Buffett y comprender su estrategia de inversión y forma de vida. Analizar balances y contexto para tomar las mejores decisiones con tiempo.

Finalmente, el exitoso humilde cuenta también con un buen contador al cual consultarle lo necesario en materia impositiva. No se tira de cabeza la pileta sin antes chequear la profundidad.

Conclusión

Los exitosos omnipotentes que son ricos aman ostentar y por eso son tapas de revistas que nada bueno enseñan. Tienen mucha visibilidad en los medios, pero en proporción son los menos. Así como en el fútbol un entrenador necesita tiempo para armar el equipo y poner en práctica su juego, un inversor lo necesita para comprender la realidad financiera, encontrar los asesores indicados y diseñar su estrategia. Los demás querrán ver resultados ya. Vos sabés que así no se alcanza el verdadero éxito. Ante todo, humildad.


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