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Coronavirus: el ahorro forzoso y tu patrimonio

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación.

No vamos a ahondar en las consecuencias negativas de la pandemia del coronavirus. A esta altura, las conocemos de sobra. Hoy, por el contrario, analizaremos sus efectos positivos, esos que se pierden de vista por la marea informativa sobre cantidad de infectados, muertes y demás. Lo sabemos: la situación es crítica y las malas noticias venden más.

Lo que estamos viviendo es inédito y nos obliga a repensar algunas costumbres y prácticas que meses atrás no se nos ocurría cuestionar. El mundo de las finanzas no escapa a esta lógica, por lo que así como el aislamiento afecta especialmente a cuentapropistas y comerciantes, también genera un ahorro forzoso en los gastadores compulsivos que calmaban su ansiedad recorriendo vidrieras o pidiendo platos en restaurantes que jamás probarían en la intimidad de sus hogares.

En esta columna, abordaremos primero el universo de los ahorros para luego buscar la mejor manera de invertirlos en nuestro bienestar futuro.

Los ahorros forzosos que trajo la pandemia

Ahorro en viajes

A esta altura del año, debería estar armando la columna sobre cómo ahorrar en vacaciones de invierno, pero, más allá de los miedos y las fronteras cerradas, el Gobierno prohibió las ventas de pasajes aéreos hasta septiembre y nada hace prever que dé marcha atrás con esa medida.

Si bien existen infinidad de opciones en nuestro país, lo cierto es que la potencial extensión de la cuarentena en lo que respecta al turismo prácticamente echa por tierra las esperanzas de vacacionar en julio en algún destino atractivo, lo que derivará en un ahorro forzoso que puede llegar al 5% de los ingresos anuales de una persona financieramente responsable y al 15 o 20% en los más desprolijos con el dinero.

Ahorro en esparcimiento

Ir al cine o al teatro, luego comer en un lindo restaurante y pedir de postre un helado antes de ir buscar el auto al estacionamiento suena idílico en estos tiempos de encierro, pero también muy costoso si el permitido se vuelve costumbre. Lo mismo ocurre con los más jóvenes, la previa, el bar, un boliche…

Por supuesto, siempre existían alternativas para abaratar la salida: usar promociones de los comercios o las tarjetas, comprar en la heladería en lugar de pedir postre para cada uno en el restaurante, salir a comer y después mirar una película en casa en lugar de ir al cine, ir en bondi al boliche en lugar de usar el auto y dejarlo en un estacionamiento, etc.

La clave aquí es que se genera un nuevo ahorro forzoso y que en muchos hogares es significativo. Todo indica que continuará, por lo que habrá muchos pesos dando vueltas sin destino cierto.

Ahorro en gastos hormiga

Desde hace tiempo venimos advirtiendo sobre lo peligroso que resulta este ítem para nuestras finanzas personales. Se trata de gastos imperceptibles que hacemos a diario cuando compramos algo de pasada en un kiosco, tomamos un taxi porque salimos tarde de casa, tomamos un café al paso o compramos algo que vimos de oferta en un bazar. Con la directiva de solo salir a realizar compras puntuales y necesarias en los negocios de cercanía, estos gastos hormiga tienden a desaparecer y no resulta cómodo realizarlos de manera online, por lo que más de un desprevenido podría sorprenderse con un excedente en sus bolsillos equivalente al 20 o 25% de sus ingresos mensuales.

Sí, es así. Hay personas que llegan a gastar un cuarto del dinero que perciben en menudencias.

Otros ahorros

Este ítem es inevitable. Incluye gran cantidad de gastos que los confinados no debemos afrontar, como el uso de datos móviles del celular (siempre que tengas wifi en tu hogar), la nafta del auto, los viáticos que implica el trabajo y muchos más.

Todos se transforman en ahorros forzosos de mayor o menor impacto en nuestra economía doméstica. Nuevamente, hay casos donde implican una erogación equivalente al 25% o más del ingreso mensual.

En los rubros donde se acordaron quitas similares sobre el salario, se trata de un juego de suma cero, pero en otros los ingresos se mantuvieron o disminuyeron menos y estos ahorros se traducen en un excedente que permite construir el puente para cruzar del mundo de las finanzas personales a las finanzas patrimoniales.

La aparición de las finanzas patrimoniales

El ahorro forzoso debe volcarse a una inversión para convertirse en patrimonio. De esta manera, generará un flujo de ingresos que se sumarán a los ingresos mensuales que percibimos por nuestro trabajo.

Para que se entienda mejor: el ahorro son los pesos que antes gastábamos y ahora no. En un país como el nuestro, si no los invertimos, se evaporan producto de la inflación. En momentos de crisis, las inversiones se vuelven más riesgosas, pero también prometedoras.

En renta variable, tenemos acciones de empresas argentinas que cotizan a precio de default y acciones de empresas del exterior y multinacionales (cedears) que podemos comprar con pesos en la Bolsa local, atando así nuestra inversión a la suerte que corran esas compañías en sus mercados de origen y al dólar u otra divisa extranjera. También contamos con el bitcoin, que recientemente alcanzó el valor récord de un millón de pesos por unidad (¡valía 505 pesos cuando escribí por primera vez en esta columna sobre este criptoactivo en Abril de 2013!).

En renta fija, tenemos plazos fijos que ajustan por UVA (índice de inflación) y fondos comunes de inversión (FCI) que invierten en Letras del Tesoro y plazos fijos. También, la posibilidad de invertir en bonos y acciones preferidas en brokers online de EEUU, obteniendo así un ingreso pasivo en dólares. La opción elegida dependerá del grado de cultura financiera y del perfil de riesgo del nuevo ahorrista – inversor.

Conclusión

A través de la incorporación de orden, cultura financiera y hábitos, gran parte de esos ahorros forzosos en un futuro se podrán convertir en ahorros voluntarios para generar, de esa manera, ingresos pasivos a través de inversiones que hoy nos parecen imposibles.

Quien se anime al cambio financiero obtendrá como premio un cambio notable en su nivel de vida y aprenderá a aprovechar situaciones críticas futuras para robustecer su patrimonio.

La pandemia hoy puede parecer eterna, pero no lo es. Si hacemos bien las cosas, el coronavirus se irá y los buenos hábitos financieros quedarán.


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