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2021: el año de tu despegue económico

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

Año nuevo, nueva relación con el dinero. Para comenzar de la mejor manera el 2021, te propongo un nuevo enfoque que puede transformar tu realidad financiera. Para ello, debés asimilar distintos conceptos que te permitirán revisar tu rol como productor de valor y como consumidor para cambiar definitivamente tu manera de vincularte con el dinero.

El dinero como expresión valor

Lamentablemente, el dinero fue, es y será un tema tabú para la gran mayoría de las personas. Esto es porque le atribuyen una carga moral que no posee. Se trata de un sesgo cultural o un mandato que se debe dejar atrás. ¿Cuántas veces escuchaste frases como “si tiene dinero a alguien habrá estafado”, “no se habla de dinero en la mesa” o “el dinero es el vil metal”? Probablemente, muchas. Pues bien, quienes las repiten suelen vivir con lo justo o directamente endeudados.

La mejor alternativa a esta cosmovisión arcaica consiste en ver al dinero como expresión de valor. Básicamente, el dinero ingresa en nuestras vidas cuando creamos alguna forma de valor para la sociedad y se va cuando encontramos algún bien o servicio con un precio adecuado como para ser intercambiado por lo que hemos recibido previamente.

Desde esta mirada, los millonarios que se hicieron desde abajo (no los que heredaron su fortuna) tienen dinero porque crearon un bien o servicio que agregó valor para mucha gente, de manera directa o indirecta.

El productor y el consumidor que habita en vos

El dinero ingresa en tu vida cuando, en tu rol de productor, agregás valor. Puede ocurrir con un trabajo en relación de dependencia (contribuyendo al valor que tu empleador con su emprendimiento le agrega a la sociedad) o cuando hacés algo por tu cuenta. El dinero sale de tu vida cuando consumís algo: el servicio de Netflix, una cena afuera, el alquiler del departamento y así.

¿Qué sucede en el medio, justo entre tu rol de productor y el de consumidor? Ese es el punto más importante porque, si demandás más valor del que producís, te endeudás; si demandás el mismo valor que producís, vivís al día; y si demandás menos valor que el que producís, surge la palabra mágica: el patrimonio. Ahorrar, vivir al día o estar endeudado dependerá pura y exclusivamente de la relación entre tu “yo productor” y tu “yo consumidor”.

Un punto interesante es que si le preguntás a una persona con deudas o que vive al día cuál es la razón de esa situación, te dirá que es un problema de producción (no gana lo suficiente) o de producción y consumo, cuando en verdad en todos los casos el quid de la cuestión es el consumo. Tu nivel de producción nada solucionará si tenés problemas con tu nivel de consumo. El mundo está lleno de personas que ganan bien y viven al límite del Veraz.

Cómo superar los problemas de consumo

Ser feliz es sencillo, lo difícil es ser sencillo
Anónimo

Existen varias explicaciones para que la gente, aun sabiéndolo, no pueda modificar su comportamiento y termine cayendo en “la trampa de la rata” (vivir endeudado o al día trabajando de algo que no le gusta y con miedo constante a perder ese trabajo). Repasemos brevemente algunas conductas típicas que explican este fenómeno:

Comportamiento avestruz: Metés la cabeza bajo tierra y te negás a ver y analizar tu realidad financiera por temor a lo que podés a encontrar.

Desconexión entre tiempo y recompensa: Preferís una menor recompensa a corto plazo que una mayor a largo. Te dejás llevar por el impulso o la propaganda y consumís ahora algo que no necesariamente querés en lugar de ahorrar para realizar un mejor consumo en el futuro.

Aceptación social: Tendés a mostrar un comportamiento de consumo idéntico al de la gente que te rodea (comañeros/a de trabajo, contactos del Instagram, etc.) para lograr que te acepten o reconozcan como un par. Ese consumo poco o nada tiene que ver con vos, tus deseos y tu beneficio financiero.

Frente a estas conductas, existen dos corrientes de pensamiento de las que se puede aprender mucho en el camino de la superación de los problemas:

La corriente frugal: Frugalidad es la cualidad de comportarse con serenidad y prudencia, priorizando lo sencillo antes que lo abundante y pensando en el ahorro antes que en el gasto a fin de valorar el uso de los recursos y evitar el desperdicio, el derroche o la extravagancia. Una forma de vida frugal puede hacer, por ejemplo, que te retires relativamente joven del mercado laboral, no solo por el ahorro que acumulaste, sino porque tus consumos son bajos y no necesitarás tanto dinero para mantenerlos.

La corriente minimalista: El minimalismo como forma de vida se enfoca en simplificar. Se busca tener solo aquello que se necesita, se ama e inspira. Es parecido a la frugalidad, aunque posee un trasfondo más filosófico (el documental Minimalism: A Documentary About the Important Things que puede verse en Netflix describe muy bien esta corriente de pensamiento y sus beneficios).

Por supuesto, nadie dice que debas adoptar la frugalidad o el minimalismo como forma de vida. Lo que estamos afirmando es que superar los problemas de consumo es un primer paso necesario para luego atacar la cuestión de la producción. Con ese objetivo en mente, entender estas filosofías de vida puede resultar de mucha utilidad para tu transformación personal.

Luego, vienen los pasos que venimos compartiendo desde hace años: clasificar y optimizar tus gastos con el férreo objetivo de reducir tus consumos para generar un fondo de emergencia sin necesidad (en esta primer instancia) de aumentar tu producción de valor.

Existe una realidad que muchas personas no quieren ver: es más fácil solucionar los problemas de consumo que los de producción. Sin embargo, por comodidad o miedo a una postura autocrítica, la mayoría suele creer que es al revés.

Esta ceguera conduce a la frustración: quienes concentran sus esfuerzos solo en los ingresos y no revisan sus gastos, suelen encontrarse con que trabajan más, pero su situación financiera no cambia, lo que los lleva a claudicar y rendirse a los pies de un consumo no deseado.

Cómo superar los problemas de producción

El abandono voluntario de la mentalidad minimalista o frugal debe ocurrir solo cuando se consigue aumentar considerablemente el valor que se genera y no, como sucede en la mayoría de los casos, por un mayor acceso al crédito.

Para ello, necesitarás primero comenzar a valorar más tu tiempo a fin de mejorar tu percepción de valor personal en el mercado y hallar un problema o necesidad social existente para crear una solución que puedas vender, si es posible, de manera automatizada y a escala.

En esta columna, te brindo tres conceptos muy importantes que conviene incorporar para lograrlo abandonando la mentalidad de empleado. Se trata de maximizar el valor que producís para la sociedad. Este proceso no tiene por qué ir acompañado de una mayor carga horaria de trabajo en tu vida.

Una muy buena noticia es que estamos viviendo en la mejor época de la historia de la humanidad para llevarlo a cabo: Internet es una plataforma potente y barata para escalar tus ventas y optimizar tu creación de valor.

Conclusión

Si tenés problemas de dinero, olvídate por ahora de los ingresos (producción) y concentrate en solucionar primero tus problemas de gastos (consumo). Las corrientes frugal y minimalista resultan muy útiles a nivel teórico, pero deberás eliminar tus excesos si querés cumplirlas en la práctica.

Tu primer objetivo es generar un fondo de emergencia que te ayudará a reducir tu temor a perder el trabajo en relación de dependencia y a valorarte más en el mercado, sabiendo que podés brindar servicios o bienes que demande la sociedad por gusto o necesidad.

El 2021 recién comienza. Que sea el año de tu crecimiento personal, económico y financiero. ¡Brindo por ello!

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