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Pérdidas y Ganancias No Realizadas: Influencia Emocional en tus Inversiones

Al comprender los mecanismos que provocan ansiedad y al implementar estrategias para controlarla, se podrá navegar el mercado con mayor tranquilidad

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación

El mundo de las inversiones, especialmente en renta variable como acciones o criptomonedas, está plagado de emociones. Entre ellas, la ansiedad juega un papel crucial, especialmente cuando se trata de un concepto poco estudiado sobre el cuál haremos hincapié en la columna de hoy: el de las ganancias y pérdidas no realizadas (P/G no realizadas).
Explorar la naturaleza y el impacto de las fluctuaciones a la hora de invertir nos llevará a comprender la compleja relación que los inversores tienen con sus tenencias en los diferentes horizontes temporales. Al mismo tiempo, nos servirá para desenmascarar los intereses ocultos de los intermediarios financieros que salen beneficiados en la realización apresurada y errada de sus clientes.
¡Manos a la obra!

Las P/G no realizadas y las emociones

Al momento de abrir una posición en renta variable, el inversor se enfrenta casi de inmediato a una ganancia o pérdida no realizada, resultado de las fluctuaciones constantes en los precios de estos activos en los mercados. Esta situación genera un escenario emocionalmente cargado, donde la expectativa inicial de ganancias puede transformarse rápidamente en una pérdida no realizada que parece amplificarse con el paso del tiempo.
Para ilustrar esto, consideremos el ejemplo de un inversor que adquiere acciones de XYZ a $100 cada una. Si una semana después el precio de XYZ sube a $110, el inversor experimenta una ganancia no realizada de $10 por acción. En contraste, si el precio de XYZ cae a $70, la pérdida no realizada sería de -$30 por acción. Ambos escenarios activan un tipo particular de emoción:
la ansiedad.
Las pérdidas no realizadas pueden ser una fuente de gran angustia para algunos inversores. La incertidumbre de cuánto más podría caer el precio, el miedo a perder una parte importante de su capital, o la sensación de haber tomado una mala decisión, son solo algunos de los factores que alimentan esta ansiedad. En algunos casos, esta puede llegar a ser tan intensa que afecta la salud mental y física del inversor.
Por otro lado, las ganancias no realizadas también pueden generar ansiedad, aunque de un tipo diferente. La duda sobre si vender y tomar las ganancias, el miedo a perderlas si el precio baja, o la incertidumbre de si se ha alcanzado el pico en la cotización, son algunas de las preocupaciones que pueden surgir en este escenario. Este tema lo hemos también abordado meses atrás en esta nota titulada
“Perder no es lo mismo que dejar de ganar”.

Las P/G no realizadas y el plazo de la inversión

El plazo de inversión marca una diferencia significativa en cómo se perciben y manejan las ganancias y pérdidas no realizadas. Para ilustrar esto, consideremos dos casos extremos que demuestran un control diferenciado de la ansiedad según el horizonte temporal de inversión.
Un daytrader, cuyo enfoque se centra en operaciones de corto plazo buscando ganancias diarias, está constantemente expuesto a las fluctuaciones del mercado. Para gestionar la ansiedad, este tipo de inversor utiliza órdenes
stop loss para limitar pérdidas y establece niveles predefinidos para tomar ganancias, con el objetivo de minimizar el impacto emocional en sus decisiones.
En contraste, un inversor de largo plazo, que busca el crecimiento sostenido del capital a lo largo de varios años, posee una mayor tolerancia a la volatilidad del mercado. Este inversor puede “aislarse” mentalmente de las fluctuaciones a corto plazo y dominar sus impulsos emocionales, centrándose en la visión a largo plazo de sus inversiones.
Entre estos dos extremos se encuentra el universo de inversores que no son daytraders ni invierten a largo plazo de manera profesional. Estos inversores corren el riesgo de dejarse llevar por impulsos emocionales fogoneados por
estímulos externos, lo que puede poner en peligro el potencial de una excelente inversión a largo plazo.
Para ayudarlos en esta cruzada, resta analizar primero quienes serán los enemigos de las decisiones racionales para luego proponer estrategias posibles que aumenten las posibilidades de éxito en las inversiones.

El negocio de la ansiedad

Los agentes de bolsa y ejecutivos de cuenta están atentos al impacto de la ansiedad en los inversores, monitoreando de cerca sus posiciones y enviando informes que sugieren decisiones rápidas, como asumir pérdidas o tomar ganancias antes de lo planeado, con el objetivo de incentivar más operaciones y garantizar sus comisiones. Estos agentes se benefician del “overtrading” (en español, operar de más), donde más operaciones significan más comisiones, sin importar si resultan en ganancias o pérdidas para los inversores. Esto crea un entorno similar al juego de azar, enfocado en mantener a los clientes activos generando comisiones, sin considerar las consecuencias financieras.
Es crucial para los
inversores evitar esta industria del trading adictiva y riesgosa, desarrollando estrategias sólidas basadas en análisis y disciplina, resistiendo las presiones externas que promueven operaciones impulsivas. Veamos a continuación algunas estrategias propuestas para lograrlo.

Estrategias para no realizar antes de tiempo una G/L

Estrategias para no realizar anticipadamente una pérdida que puede luego transformarse en ganancia:

  • Repasar los fundamentos de la inversión: Nos referimos puntualmente a recordar y reevaluar las razones que motivaron la decisión de invertir inicialmente. Esto incluye analizar la solidez y estabilidad financiera de la empresa en la que se invirtió, evaluando factores como sus estados financieros, flujo de caja, deuda y rentabilidad. Este ejercicio de revisión de fundamentos ayuda a mantener una visión clara y fundamentada de la inversión, contrarrestando la ansiedad que pueda surgir ante fluctuaciones temporales en el valor de los activos.
  • Estudiar períodos de recuperaciones de precios veloz: Esto implica analizar cómo el mercado ha reaccionado ante caídas anteriores, identificando patrones de recuperación y tendencias que puedan brindar tranquilidad durante momentos de turbulencia. Esto incluye examinar casos históricos en los que el mercado experimentó correcciones significativas, como crisis económicas o eventos geopolíticos, y observar cómo los precios de los activos se recuperaron de manera rápida y robusta después de estas caídas.
  • Desconectarse del mercado: Esta estrategia se basa en la premisa de que una exposición excesiva a la información y a las fluctuaciones diarias puede aumentar la ansiedad y provocar decisiones impulsivas.
    Al limitar la revisión de cotizaciones a, por ejemplo, una vez por semana, los inversores pueden lograr varios beneficios. En primer lugar, reduce la probabilidad de reaccionar de manera exagerada a cambios menores en el mercado, ya que se toma una perspectiva más amplia y se evita la sobre reacción a los movimientos de corto plazo. Además, al distanciarse temporalmente del mercado, se promueve una toma de decisiones más racional y fundamentada en análisis sólidos, en lugar de actuar por impulsos emocionales.

 

Estrategias para no realizar anticipadamente una ganancia que puede luego transformarse en ganancia mucho mayor:

  • Comprar puts de protección: Al comprar puts de protección, los inversores obtienen el derecho, pero no la obligación, de vender un activo subyacente a un precio predeterminado (precio de ejercicio) en una fecha futura específica (fecha de vencimiento). Si el precio del activo cae por debajo del precio de ejercicio, el inversor puede ejercer la opción de venta y vender el activo al precio acordado, lo que limita sus pérdidas a la diferencia entre el precio de ejercicio y el precio de mercado.
    Si la acción sigue subiendo de precio, se pierde la prima pagada por el put, pero esa pérdida se verá más que compensada con la subida de la cotización del subyacente (las acciones en cartera).
  • Realizar un pequeño porcentaje de ganancias: Implica tomar una parte de las ganancias obtenidas en una inversión y destinarla a otros activos o estrategias, con el objetivo de diversificar el riesgo y asegurar un retorno más estable.

Realizar un pequeño porcentaje de ganancias, típicamente no más del 10% de la inversión inicial, proporciona un retorno tangible y reduce la posibilidad de sufrir pérdidas significativas en caso de una reversión en el mercado.

 

Conclusión

Las ganancias y pérdidas no realizadas son una parte inevitable del mundo de las inversiones. Sin embargo, la ansiedad que generan no tiene por qué ser un factor determinante en la toma de decisiones. Al comprender los mecanismos que la provocan y al implementar estrategias para controlarla, los inversores podrán navegar el mercado con mayor tranquilidad y tomar decisiones más racionales.
¡La seguimos la semana que viene con más contenido de finanzas personales e inversiones!


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