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Cómo eliminar tu estrés financiero

Especial de Nicolás Litvinoff para el diario La Nación

El estrés suele diagnosticarse cuando no se sabe a ciencia cierta qué le sucede a una persona, pero se la ve tensionada, con múltiples problemas de salud, al borde de un colapso o muy angustiada.

Desde el universo de las finanzas, hay un hombre que ofrece una aproximación práctica a este mal de muchos en la sociedad actual. Hablamos del más rico del mundo, Jeff Bezos, dueño de Amazon.

Bezos sostiene que el estrés aparece fundamentalmente cuando no se actúa ante situaciones en las que uno puede ejercer cierto control. Si encontramos que algo nos genera estrés, si se enciende dentro nuestro el alerta, aunque no sepamos bien de qué se trata, lo que ocurre es que no nos estamos ocupando de lo que nuestro cuerpo quiere que nos ocupemos. Ni bien identificamos la situación estresante y realizamos la primera acción para superarla (puede ser un llamado, el envío de un mail, etc.), nuestro nivel de estrés se reduce considerablemente, incluso en aquellos casos en los que no hallamos la solución de inmediato o iniciamos el camino hacia la solución pero sabemos que se trata de un trayecto largo por recorrer.

El estrés aparece por ignorar cosas que no deberíamos ignorar. El estrés no aparece necesariamente por trabajar demasiado. Uno puede trabajar mucho y amar lo que hace casi todos los días. También se puede estar desempleado y muy estresado por esa situación. Pero pensemos en quienes no tienen empleo y lo buscan activamente. Se registran en redes sociales laborales, envían currículums, asisten a entrevistas. En esos casos, el estrés se reduce. Uno puede encontrarse desempleado pero sabe que está poniendo la energía en conseguir otro trabajo.

Tomando como punto de partida esta concepción, repasaremos a continuación algunos consejos para reducir el estrés financiero, que puede responder a problemas de ingresos, gastos, ahorro o inversión.

Estrés en los ingresos

Cada vez que observás tu recibo de sueldo o cada vez que pensás en la inflación y tus ingresos, te estresás. Quejarte y responsabilizar a tu empleador, a los políticos o al país en general por ello puede aliviarte momentáneamente, pero -al igual que la leche con la acidez- no va a reducir ni una pizca tu grado de estrés en los ingresos.

Claramente, existe una limitación física para aumentar los ingresos trabajando más horas, sobre todo si trabajamos en relación de dependencia.

Por el contrario, existen distintas y muy variadas alternativas para aumentar los ingresos a través de la administración de las finanzas personales (ingresos pasivos financieros), de la aplicación de nuestras ideas (ingresos pasivos monitoreados) o de la concreción de proyectos creativos (ingresos pasivos patentados), tal como vimos tiempos atrás en este mismo espacio.

¿Querés reducir tu estrés en materia de ingresos? Comenzá entonces a buscar información sobre las múltiples fuentes de ingresos, anotate en cursos y charlas sobre el tema, pediles consejos a aquellos que están en la situación financiera a la que querés llegar (no a tus compañeros de oficina o en quienes atraviesan tu misma situación) y comenzá realizar pequeñas pruebas en distintas áreas de generación de ingresos pasivos.

Verás cómo el estrés mágicamente (o no tanto) comienza a desaparecer.

Estrés en los gastos

Cada vez que una factura de servicios pasa por debajo de tu puerta, en cada oportunidad que revisás los gastos realizados con tu tarjeta de crédito o cuando vas a hacer las compras al supermercado, siempre te estresás, aún cuando no sos conciente de ello.

Esperar que las herramientas del Banco Central logren dominar la inflación, soñar con que te aumenten el sueldo por encima del índice de precios o despotricar contra las grandes cadenas de supermercados no va a reducir tu nivel de estrés en los gastos. En cambio, según lo que dice Jeff Bezos, dedicar parte de tu tiempo a aprender a gastar de manera inteligente sí lo hará.

Para ello, debés analizar tu gasto en tres etapas:

– La primera consiste en identificar si se trata realmente de un gasto (ir al cine, comer afuera, gastos “hormiga”) o de una inversión (curso para aprender algo, adelanto de consumo corriente, compra de un activo que te generará ingresos).

– La segunda consiste en medir el impacto de ese gasto en tu salud financiera asignando límites máximos diarios.

– La tercera, en ponderar si hay “premio” por esperar para gastar (promociones, descuentos, etc.) y tener bien clara la diferencia entre el gasto y el derroche.

Estrés en el ahorro

Mirás el saldo de tu caja de ahorro y te ves trabajando en tu vejez porque no pudiste ahorrar casi nada. Eso te estresa. El error aquí es pensar que hasta que no tengamos una cantidad importante de ahorro en el banco el estrés no va a disminuir. Es la mejor (o la peor) excusa de quien en realidad no quiere esforzarse y ahorrar. Para eso -dice-, no vale la pena ni molestarse.

El primer paso para comenzar a ocuparse del ahorro y reducir el grado de preocupación pasa por eliminar los 7 hábitos que impiden ahorrar:

1) Olvidarte de cancelar las membresías que no usás.

2) Realizar presupuestos de gastos basados en ingresos brutos en lugar de netos.

3) Comprar regalos para las fiestas con tarjeta de crédito.

4) No revisar los gastos con tarjeta.

5) Realizar compras compulsivas.

6) Comprar solo productos de marca.

7) Priorizar el consumo y pensar en ahorrar “lo que sobre”.

Trabajar en cuál es tu “causa” a la hora de pensar en el ahorro también será de gran ayuda para reducir tu grado de estrés.

Estrés en la inversión

La experiencia me indica que se da principalmente en dos situaciones distintas: cuando uno posee un activo que le está causando pérdidas y cuando no se anima a comprar un activo que no para de subir de precio (el mismo aumento genera estrés por no haberlo comprado cuando estaba mucho más barato).

Siguiendo la lógica “bezosiana”, el estrés podría disminuirse si en el primer caso repasamos exhaustivamente las razones que nos llevaron a invertir en ese activo para ver si persisten y estamos frente a volatilidades del mercado o se modificaron y la apuesta ya no tiene sentido.

Con respecto a la segunda situación, típica en quienes, por ejemplo, se interesaron en su momento en el Bitcoin pero no compraron y observan su suba meteórica, la solución pasa por “mojar los pies en el agua”. Esto es analizar detenidamente los fundamentos que tendría la compra en estos momentos (que no sea porque un conocido está ganando dinero con ese activo, por favor) y luego, si encontramos razones de peso para “entrar”, realizar una pequeña inversión como para saber que al menos algo estamos haciendo para reducir el estrés que nos genera estar afuera del juego mientras todos dicen divertirse.

Conclusión

En las finanzas personales como en la vida las situaciones de estrés pueden reducirse si identificamos los problemas y comenzamos a dar pequeños pasos para resolverlos.

No estamos hablando de ganar más, ahorrar más, gastar menos e invertir mejor. Nada de eso se compara con el activo más importante que tenemos: nuestra salud.

Comenzar a actuar es un paso obligado para disfrutar de este juego tan lindo llamado vida.


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